La idiotez prolifera en Hollywood. Y también la avaricia. Y esas son dos cosas que se llevan muy mal con la coherencia, el sentido artístico y el respeto por el espectador. Como otra de esas trilogías que surgen de la nada (bah, que en realidad nacen a partir de algún blockbuster sorpresivo y terminan desarrollando una historia épica que termina por deshilacharse con el tiempo), Piratas del Caribe 3: En El Fin del Mundo es el último de los sacrilegios que los productores americanos se han atrevido a poner en cartelera. Otra trilogía que se desmorona; otro exceso de infulas que hace implosión y termina por matar lo que podía haber sido formidable. Piratas del Caribe 3 no es el flagrante balde de agua fría como fuera Matrix Revoluciones (la peor tercera entrega en toda la historia de las trilogías), pero es insatisfactoria. Los productores no se animaron a matar a la gallina de los huevos de oro y dejaron una puertita abierta. Y sí, para que la gente quede contenta, debería existir un Piratas del Caribe 4.
Los errores que comete Piratas del Caribe 3: En El Fin del Mundo son muchos. Para empezar, hay un exceso de altivez en el relato, que cree estar narrando la historia suprema cuando todo esto comenzó como una divertida aventura de piratas. Esto no es El Señor de los Anillos, pero hay momentos en que los guionistas y el director creen estar filmando algo realmente trascendental. Comenzando por la excesiva importancia que le brindan a Jack Sparrow en el universo que el guión construye, algo que no termina de quedar claro para nadie. ¿Por qué es necesario rescatarlo del fin del mundo?. ¿Por qué Davy Jones no lo mató o lo condenó a permanecer en su barco maldito?. El único argumento coherente es que Jack es el único personaje que realmente vale la pena en el guión y por eso no debe morir. Pero...
El filme ya comienza con problemas. Se toma sus tiempos pero lo que pasa en el medio no resulta tan interesante. Ya uno nota que va algo mal cuando toda la troupe de piratas carece de gracia si no está Jack en la escena. Barbossa perdió carisma, Elizabeth no es tan graciosa y Will parece un extra más. La secuencia inicial con Sao Feng parece un ensayo más que una actuación profesional.
Obviamente las cosas mejoran cuando Jack Sparrow aparece en escena, pero ello se demora más de 30 minutos despúes de iniciado el filme. Y Jack, inclusive, parece bastante más light que en la entrega anterior El Cofre del Hombre Muerto. Varado en el limbo del fin del mundo con su amado Perla Negra, lo que sucede en este purgatorio imaginario es bastante disparatado incluso para el nivel de fantasía que maneja la historia. Todo esto se estira hasta lograr que todos vuelvan a surcar los mares como si nada hubiera pasado, después de largos minutos de trama sin demasiado sentido.
Pero las cosas se empiezan a poner peor, en especial cuando sucesivas alianzas y traiciones van y vienen sin causas demasiado claras. Y cuando llega el momento del concilio de los piratas, las cosas salen de madre. En especial porque de la nada aparece el personaje de la diosa Calipso, la patrona de los mares que se encuentra encerrada en el cuerpo de la Tia Dalma. Los personajes se llenan tanto la boca acerca de Calipso - que durante la primera mitad del film jamás se había mencionado, y aparece sorpresivamente como un Deux Ex Machina - que cuando finalmente se materializa, es decepcionante. Lo único que sirve es para que la producción pueda mostrar un remolino gigante en el clímax y nada más que eso. No sólo es un concepto idiota, sino que todo el posible trasfondo del romance imposible entre Dalma / Calipso y Davy Jones (que eso era algo que uno ya venía intuyendo en El Cofre del Hombre Muerto) desaparece en un chasquido de dedos. ¿No podían insertar una escena de escasos segundos con el reencuentro de los dos amantes cuando éstos desaparecen?.
A esto se le suman un monton de reglas de juego de último momento que los guionistas nunca habían anticipado al espectador. Y que suenan a engaño desesperado para ganar la partida. Súbitamente Jack desea hacerse con el control del Holandés Errante (ya que si mata el corazón de Davy Jones, él se vuelve inmortal y capitán del buque), aunque ello implique cargar con la maldición por toda la eternidad. Will desea encontrar el elixir que libere a su padre de su condena. No sólo no lo logra, sino que él mismo queda condenado a dirigir el barco - e inexplicablemente toda la tripulación ahora se vuelve humana... o casi -. Es un final increíblemente absurdo y decepcionante.
Los que los guionistas no entienden es cómo funcionan las reglas del cine épico. La épica termina con la victoria del bien sobre el mal, y se basa en la construcción lenta de la historia del héroe, desde un novato hasta convertirse en un líder. La épica puede terminar con la muerte del héroe - siempre que el mal sea vencido, y debe serlo en una espectacular batalla -. Aquí el clímax explosivo y descomunal está, pero la suerte que sufre el héroe es idiota y despreciable - es un estado intermedio, una condena que no es ni vida ni muerte -. Es como si Luke Skywalker, por vencer al mal, estuviera condenado a transformarse en Darth Vader. Es descomunalmente ridículo, ofensivo y sacrílego.
Sin duda el filme tiene sus momentos de gracia, y hay secuencias emocionantes. Pero los guionistas han complicado tanto la trama, y han sacado tantos conejos de la galera que la historia en su conjunto queda como un colador, plagada de huecos de lógica. El final es abominable, y sólo está pensado para estirar la franquicia en futuras secuelas. Con una conclusión mejor y más standarizada, la película podría obtener una calificación aceptable. Pero lo indignante del final termina por sepultar los méritos (escasos) que había obtenido en su largo tiempo de proyección.
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