domingo, 1 de diciembre de 2013

Critica: SCREAM 2

Scream (1996) fue un enorme éxito que revivió la carrera de Wes Craven, lanzó a la fama a Kevin Williamson, y dispararía un revival del género slasher que continuaría hasta hoy. Pero más que reflotar el rutinario y aburrido género de asesino serial enmascarado y con cuchillo enorme, relanzaría una suerte de corriente postmodernista en donde las víctimas de turno están conscientes de que están en un filme de terror y procuran no quebrar sus reglas de supervivencia. El éxito de crítica y público impulsó la obligatoria secuela - algo que había previsto Williamson, pergueñando un borrador de dos páginas con los lineamientos de una trilogía -, la cual arranca muy bien y se desmorona sobre el final. Aún con ese detalle, Scream 2 sigue siendo un filme muy disfrutable y por encima de la media.
El comienzo de la película es sencillamente formidable. Toda la escena en el cine - esa metaficción que tanto le gusta a Williamson, en donde los protagonistas ven un filme de terror mientras un asesino real está oculto en la platea - es ya un clásico. Es un montaje que pondría rojo de envidia a Alfred Hitchcock si hubiese seguido filmando en los años 90. Lamentablemente el resto del filme no tiene la misma brillantez. Los ataques del asesino están ok, y hay algunas secuencias graciosas, pero el guión va perdiendo fuerza a medida que pasan los minutos.


 Uno de los principales problemas de Scream 2 es la pérdida muy temprana del personaje de Jamie Kennedy - el nerd que recitaba las reglas del cine de horror, y que imponía todo el tono autorreferencial de la película -. Una vez que Kennedy hace mutis por el foro, Scream 2 se transforma en un slasher más, común y silvestre. Sin Kennedy como avatar de Williamson - el libretista ponía en boca del actor todas sus observaciones avispadas sobre el género -, el autor debe recurrir a que otros personajes disparen su punto de vista, lo cual queda algo descolocado - como el discurso final del asesino, que dice tener una motivación muy propia de los años 90, y que alegará que la influencia del cine de terror lo obligó a cometer los crímenes -. También Scream 2 se empaña porque el climax es un desastre, con revelaciones y persecuciones no muy felices que quedan a años luz de la tensión del final de la primera Scream.
Scream 2 es divertida pero no tan brillante como la original. Tiene sus momentos - en especial, la secuencia del inicio -, pero después pierde el tono de autoparodia y termina metiéndose en explicaciones rebuscadas para justificar la reaparición del asesino de la mascarita. De todos modos, vale la pena verla.

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