En el 2007 Oren Peli se anotó un gol de media cancha con Actividad Paranormal, una de fantasmas y posesiones demoníacas rodada con cámara en mano y protagonista en primera persona a lo Blair Witch Project. No sólo el filme de Peli fue un éxito arrollador en lo comercial sino que sirvió para redescubrir la frescura del lenguaje narrativo aplicado en The Blair Witch Project, el cual pronto probó que podía transplantarse hacia otros géneros con implacable eficacia. Así se sucedieron una avalancha de filmes rodados en primera persona que tuvieron por protagonistas a alienígenas, monstruos gigantescos, zombies, super héroes y manadas de dinosaurios, por sólo mencionar los primeros ejemplos que se me ocurren, los cuales tuvieron rendimientos más que aceptables en la taquilla. Mientras que el estilo "documental" le da efectividad a los shocks, por otro lado desmerece la historia en cuanto a la tridimensionalidad de los personajes y la profundidad de la trama; todo es demasiado inmediato y circunscripto a lo que pasa en el plano que capta la cámara, con lo cual desaparece el resto del mundo, los flashbacks para explayar cosas, o siquiera las escenas protagonizadas por otros personajes que no sean los principales.
En cuanto al cine de horror, Actividad Paranormal era tremendamente efectiva. Ok, es estúpido que alguien grabe todo el tiempo cosas espantosas que están ocurriendo cerca de uno o, que es peor, cuando están a punto de devorarlo a uno; pero, por el otro lado, es un enfoque delicioso que ubica al espectador en el mismísimo lugar de los hechos. Es por eso que la gente ha tolerado los problemas argumentales de Actividad Paranormal y sus secuelas, simplemente porque estos filmes tienen mayor cantidad, calidad y efectividad de sustos que el 90% de los tan mentados filmes de terror que se producen hoy en día. Pero, si uno analiza en detalle la saga, verá que la historia de fondo ha avanzado poco y nada; las secuelas han funcionado básicamente como precuelas, intentando dar pistas sobre el origen de la entidad maléfica que ha perseguido (y poseído) a la protagonista del primer filme desde que era niña pero, por otro lado, por cada pregunta respondida se generaban una parva de nuevas inquietudes... que la siguiente secuela / precuela nunca terminaba de satisfacer y que sólo terminaba por acumular en una montaña interminable de interrogantes.
Estos detalles se repiten en Actividad Paranormal 4, con el problema de que la saga parece haber perdido efectividad a la hora de los shocks. En los filmes anteriores se generaban cosas horribles en un plano de fondo, o se producían ruidos espantosos en los momentos más inesperados; acá, en cambio, sólo se atina a tirar gatos, libros, cuchillos contra la cámara, o bien se dedican a reciclar shocks provenientes de los filmes anteriores de la serie. Para colmo los directores han decidido utilizar cámaras de alta definición - con lo cual todo se ve demasiado nítido y pristino - cuando las vetustas cámaras de video usadas en las entregas anteriores daban un buen margen a la sugerencia debido a sus planos borrosos y con los colores mezclados. El otro problema que encuentro es que la historia parece haber sido escrita de acuerdo a los gags que pudieran inventar con nuevas tecnologías de video; por ejemplo, rodar desde notebooks - en donde la protagonista mantiene interminables sesiones de video chat -, utilizando cámaras de visión nocturna, o aprovechando dispositivos de última tecnología - como el sensor Kinect de la plataforma Xbox, el cual proyecta millones de puntos de luz infrarroja en el interior de una habitación (ya que detecta el movimiento del cuerpo humano y lo usa para los videjouegos), y que sólo es visible con cámaras especiales, transformando a un cuarto en una especie de cielo estrellado enceguecedor -. Pero si uno escribe una película pensando primero las escenas de acción y después acomoda la trama de acuerdo a ellas, es obvio que la historia de fondo se va a resentir notablemente; y eso es lo que aquí ocurre, en donde los creativos - incapaces de seguir yendo hacia el pasado - se ven obligados a retomar la historia por primera vez desde que ocurrieron los hechos del filme original. Por un lado mata el misticismo de aquel final - verla a Katie Featherston actuando normal es extraño - y, por el otro lado, el libreto se mete en un berenjenal de aquellos con tal de meter alguna excusa para volver a ver fantasmas y poltergeist siendos grabados en video en la casa de algún otro tipo. Acá va todo de familia de clase media que se topa con una vecina nueva en el barrio (la Featherston), la cual tiene un hijito al que parecen faltarle varios caramelos al frasco. Primera tanda de preguntas: a) ¿cómo hace la loca poseída para ir a trabajar todos los días, cobrar un sueldo, y mantener un vida corriente como si nada?; b) el pibe éste, ¿de dónde sacó documentos como para que lo anotaran en alguna escuela o siguiera circulando por allí?. El punto es que el chico se les pega y a la madre (la Featherston) le da un ataque de algún tipo, por lo cual la internan. Segunda tanda de preguntas: c) ¿un ataque de qué?; ¿de caspa?; d) ¿qué persona le dijo a esta gente que se tenía que quedar unos días con el hijo de la loca endemoniada?. Cuando el nene empieza a hacer cosas raras, al adolescente calentorro que le arrastra el ala a la protagonista se le ocurre "pinchar" el software de videoconferencia que tienen todas las notebooks de la casa, transformándolos en un red de vigilancia casera. Tercera tanda de preguntas: e) ¿cómo es que todo el mundo tiene encendidas las notebooks y, lo mas raro, con la tapa abierta todo el tiempo (así la webcam está siempre en posición de filmar)?; f) ¿son todos unos voyeurs enfermos, que tienen necesidad de grabar absolutamente todo en video (con cámaras, celulares, notebooks, etc), aún cuando no hubieran comenzado a pasar cosas raras en la casa?; g) ¿no son éstos, los padres más irresponsables de la historia del cine, ya que dejan siempre a los niños solos, aún cuando el mayor de ellos sólo tenga apenas 15 años?; h) ¿por qué el pelmazo de aspirante a novio se manda dentro de la casa usando la llave de repuesto... aún cuando haya luces y gente dentro de la casa? ¿es que no le enseñaron a tocar el timbre?. Y, por supuesto vienen las preguntas spoilers relacionadas con el final, el cual termina por aniquilar la credibilidad de la historia y la hace enredar con sus supuestas vueltas de tuerca (alerta: spoilers): i) ¿cómo cacso el sobrino que raptó Katie fue a parar en adopción con una familia?; j) ¿quién corno es Robbie?; k) ¿por qué la loca endemoniada no masacró antes a la familia? ¿qué estaba esperando? ¿que pasaran los 90 minutos reglamentarios que dura la película?. (fin spoilers). Son tantas las inconsistencias de la trama que sólo sirve para acumular frustración, más si se considera que los sustos no son muy efectivos y que se acumulan preguntas en vez de dar respuestas a inquietudes planteadas en las anteriores entregas.
No todo está mal en Actividad Paranormal 4; al menos la protagonista Kathryn Newton es muy bonita y actúa con mucha naturalidad (creo que tiene pasta de sobra para hacer una muy buena carrera en cine); y cerca del final hay algún que otro shock que funciona; pero la historia es enredada, tiene problemas de credibilidad y, sobre todo, tiene una puesta en escena torpe. Quizás sea que la saga ha pasado su fecha de vencimiento y deba concluir o, al menos, obtener creativos de repuestos que vengan con nuevas ideas. Como está, está llegando a un límite que bordea la autoparodia, en donde uno se asusta cada vez menos y está empezando a sacarle el cuero a las rebuscadas ocurrencias de los responsables de ésto, los cuales han traspasado los límites de la credibilidad en aras de probar cualquier cosa nueva que intente estremecer (sin éxito) al espectador.
sábado, 30 de noviembre de 2013
Critica: PARANORMAL ACTIVITY 3
En el 2007 la película de guerrilla Actividad Paranormal recaudó centenares de millones - considerando que fue realizada con un presupuesto miserable de un par de decenas de miles de dólares -, y revivió el estilo de horror en primera persona que El Proyecto Blair Witch había puesto de moda en 1999. De más está decir que las secuelas no tardaron en llegar, con Actividad Paranormal 2 en el 2010, y ahora el tercer capítulo en el 2011. Y a menos que el calendario Maya deje de ser una patraña y llegue el fin del mundo en el año que corre, la cuarta parte será un hecho consumado en el corto plazo. Son filmes que cuestan poco y recaudan mucho y, lo que es mejor, vienen con un nivel de calidad parejo.
En esta tercera entrega la onda viene de "precuela de precuela". Si antes vimos la historia de la hermana de Katie, ahora saltamos directamente a la niñez de ambas. Ciertamente esto no es Matrix como para que uno tenga que saltar al video y digerir de apuro los capítulos anteriores como para hilvanar de qué va la nueva entrega. Sabíamos que había algún tipo de demonio que vino siguiendo a Katie (y flia) desde su niñez, y ahora vamos a ver en vivo y directo el por qué de ello. Si uno empieza a analizar en detalle, verá que en realidad no hay demasiadas explicaciones de por qué ocurren todas estas apariciones - uno descubre que el demonio viene a ser el amigo invisible de una de las niñas y, de alguna manera, esto se empalma con un turbio secreto familiar, pero jamás se explica por qué el ente está obsesionado con las chicas o cuál es su propósito -. A esto hay que sumarle que la credibilidad comienza a resentirse, ya que tenemos otro capítulo previo en donde otro miembro de la familia filma toda una serie de manifestaciones paranormales - con la única diferencia de que ahora graba todo en VHS -, y termina montando cámaras por doquier. Como toda esta sarta de sanatas ha sido construida de adelante para atrás, la estructura edilicia de la saga empieza a flaquear - ¿cómo Katie no se acordaba de aquel novio de su madre, el loquito que rodaba todo en VHS?; ¿o de las cosas raras que pasaban en su casa cuando era niña? -, pero al público eso le importa poco y nada. La gente lo único que quiere es una historia decente y un par de buenos sustos, y en ese aspecto Actividad Paranormal 3 es más que solvente.
Ahora la novedad consiste en una cámara montada en un eje rotativo de ventilador, lo que hace un paneo constante de lo que ocurre en escena... y deja un punto ciego como para que salten cosas a la lente cuando la cámara regresa a su punto de origen. Eso da pie a un par de sobresaltos muy efectivos - uno de ellos es una nueva variante de la "cocina ordenada"que vimos en la parte 1 y 2 (y que está inspirado en la secuencia de la silla de Poltergeist), y en la otra hay una sábana que está donde no debería estar, escena que me hace acordar al gag del fantasmita con lentes que John Carpenter había insertado en Halloween -, amén de diversos efectos sonoros y cosas que se mueven por el rabillo del ojo. Como sea, uno no puede negar que la cámara en primera persona es realmente efectiva para los shocks, y la dupla de directores se encarga de sacarle el jugo en esta oportunidad.
Es posible que la saga de Actividad Paranormal se haya convertido en una especie de cuento kabuki, en donde lo mismo se repite una y otra vez pero con matices, pero lo cierto es que a la gente le gusta y el enfoque es endemoniadamente efectivo. Quizás uno podría achacarle a la tercera entrega que está demasiado profesionalizada - por una parte, el libreto es mucho más fluido y natural en cuanto a la progresión del suspenso, la credibilidad de la historia y el desarrollo de los personajes; pero, por el otro lado, hay algunos CGI en primer plano y hay secuencias demasiado efectistas y hollywoodenses, las cuales atentan contra el espíritu de "filmación de guerrilla" del primer filme -. Aún con esos detalles Actividad Paranormal 3 sigue siendo una película de terror efectiva y credible, dándole al público sustos y diversión, y garantizándole a la saga la gestación de una cuarta y merecida entrega que, desde ya, estaremos esperando ansiosamente.
En esta tercera entrega la onda viene de "precuela de precuela". Si antes vimos la historia de la hermana de Katie, ahora saltamos directamente a la niñez de ambas. Ciertamente esto no es Matrix como para que uno tenga que saltar al video y digerir de apuro los capítulos anteriores como para hilvanar de qué va la nueva entrega. Sabíamos que había algún tipo de demonio que vino siguiendo a Katie (y flia) desde su niñez, y ahora vamos a ver en vivo y directo el por qué de ello. Si uno empieza a analizar en detalle, verá que en realidad no hay demasiadas explicaciones de por qué ocurren todas estas apariciones - uno descubre que el demonio viene a ser el amigo invisible de una de las niñas y, de alguna manera, esto se empalma con un turbio secreto familiar, pero jamás se explica por qué el ente está obsesionado con las chicas o cuál es su propósito -. A esto hay que sumarle que la credibilidad comienza a resentirse, ya que tenemos otro capítulo previo en donde otro miembro de la familia filma toda una serie de manifestaciones paranormales - con la única diferencia de que ahora graba todo en VHS -, y termina montando cámaras por doquier. Como toda esta sarta de sanatas ha sido construida de adelante para atrás, la estructura edilicia de la saga empieza a flaquear - ¿cómo Katie no se acordaba de aquel novio de su madre, el loquito que rodaba todo en VHS?; ¿o de las cosas raras que pasaban en su casa cuando era niña? -, pero al público eso le importa poco y nada. La gente lo único que quiere es una historia decente y un par de buenos sustos, y en ese aspecto Actividad Paranormal 3 es más que solvente.
Ahora la novedad consiste en una cámara montada en un eje rotativo de ventilador, lo que hace un paneo constante de lo que ocurre en escena... y deja un punto ciego como para que salten cosas a la lente cuando la cámara regresa a su punto de origen. Eso da pie a un par de sobresaltos muy efectivos - uno de ellos es una nueva variante de la "cocina ordenada"que vimos en la parte 1 y 2 (y que está inspirado en la secuencia de la silla de Poltergeist), y en la otra hay una sábana que está donde no debería estar, escena que me hace acordar al gag del fantasmita con lentes que John Carpenter había insertado en Halloween -, amén de diversos efectos sonoros y cosas que se mueven por el rabillo del ojo. Como sea, uno no puede negar que la cámara en primera persona es realmente efectiva para los shocks, y la dupla de directores se encarga de sacarle el jugo en esta oportunidad.
Es posible que la saga de Actividad Paranormal se haya convertido en una especie de cuento kabuki, en donde lo mismo se repite una y otra vez pero con matices, pero lo cierto es que a la gente le gusta y el enfoque es endemoniadamente efectivo. Quizás uno podría achacarle a la tercera entrega que está demasiado profesionalizada - por una parte, el libreto es mucho más fluido y natural en cuanto a la progresión del suspenso, la credibilidad de la historia y el desarrollo de los personajes; pero, por el otro lado, hay algunos CGI en primer plano y hay secuencias demasiado efectistas y hollywoodenses, las cuales atentan contra el espíritu de "filmación de guerrilla" del primer filme -. Aún con esos detalles Actividad Paranormal 3 sigue siendo una película de terror efectiva y credible, dándole al público sustos y diversión, y garantizándole a la saga la gestación de una cuarta y merecida entrega que, desde ya, estaremos esperando ansiosamente.
Critica: PARANORMAL ACTIVITY 2
Actividad Paranormal 2 (2010)Actividad Paranormal fue un fabuloso hit que salió de la nada en el 2009, y reavivó la moda de los falsos documentales que había creado El Proyecto Blair Witch en 1999. Con una videocámara hogareña en la mano y rodando en primerísima persona, los sustos resultaban muchísimo más efectivos que una tonelada de caros efectos especiales, amén de que no se requería ser un gran director para lograr resultados impresionantes. El filme de Oren Peli fue un gol de media cancha en la taquilla y era obvio que se imponía la secuela. A menos de un año del estreno de la original llega Actividad Paranormal 2, con nuevo director, un presupuesto más holgado, actores profesionales y toda la maquinaria hollywoodense detrás. El tema es que la continuación no ofrece nada fresco y la sensación de deja vu es tan fuerte que arruina la efectividad de los shocks que el filme tenía reservados en su galera.
Esta es una especie de precuela / secuela, ya que los sucesos ocurren antes, durante y después de la historia de la primera Actividad Paranormal. Aquí hay una familia compuesta por la hermana de la protagonista del original, con su marido, su hijastra y su bebé recién nacido. Toda esta gente vive en una plácida casa durante agosto 2006 (o sea, dos meses antes de los acontecimientos del filme de Oren Peli), y súbitamente, comienzan a experimentar cosas. Tal como en la anterior entrega, uno puede desarrollar teorías caseras por si la depresión post parto de Kristi ha despertado algun poder telekinético inconsciente que provoca los poltergeist (la hija adolescente de los Rey incluso bromea con eso). Pero eso es lo que menos importa; acá lo único que interesan son los sustos, ya que la trama es bastante lineal. Cada vez se caen más cosas, se cierran puertas o se apagan luces sin motivo aparente. Como el primer ataque fue confundido con un robo, los Rey deciden instalar cámaras de seguridad con lo cual los protagonistas no deben cargar videocámaras todo el tiempo aún en las situaciones más absurdas (que es el defecto frecuente de la premisa de filmar en primera persona; un monstruo me está devorando y yo sigo rodando, p.ej.), y de paso se provee una variedad de escenarios. Mientras los fenómenos poltergeist siguen ocurriendo, vemos a la pareja de Katie y Micah (de Actividad Paranormal 1) haciendo visitas, comentando cosas, y entrelazando de manera paralela su situación con la de los Rey.
Ciertamente los Rey son mucho más simpáticos y tolerables que la parejita del primer filme (en especial, del idiota del novio), y hay circunstancias de la rutina familiar que resultan graciosas. Ok, esta gente es más humana, natural, y al menos no cometen tanta estupideces como en la primera película. Pero, por contra, el filme es muchísimo más lerdo en la primera hora y las investigaciones de turno (otra vez por internet, o bien con un mexicano sabelotodo al estilo de Devil) suenan menos creíbles. Es cierto que películas como ésta o como El Proyecto Blair Witch lo único que hacen es construir momentum hasta explotar en toda su gloria al final ... pero aquí todos los shocks que atina a ofrecer el director Tod Williams son un reciclado de la primera cinta. El otro punto negativo es que el tipo que va a ver Actividad Paranormal 2 ya sabe de que va el juego y está expectante todo el tiempo aguardando que vaya a pasar algo - yo mismo me veía como un estúpido, contemplando con ansiedad una pantalla estática durante minutos y divisando todo el tiempo si se abría una puerta de la alacena de la cocina o se movía un candelero en el techo -. En todo caso lo que ha hecho Williams es pegarle una lavada de cara al filme de Oren Peli y venderlo dos veces. De todos modos yo no calificaría a Actividad Paranormal 2 como una estafa, ya que sus sustos reciclados aún son capaces de proveer más de un buen repingo en la butaca, y eso ya es un triunfo en vista de la situación actual del cine de terror - que en el 99% de los casos son incapaces de transmitir el más mínimo estremecimiento a los espectadores -. Lo otro que compensa la falta de originalidad de la película es que provee información complementaria sobre la suerte de los protagonistas del primer filme, y eso da cierta sensación de redondeo de la historia en general (aunque, debo admitir, el climax es bastante malo).
Actividad Paranormal 2 está ok. Tiene unas cuantas cosas (¿demasiadas?) similares al primer filme y los mismos shocks no son efectivos cuando se ven por segunda vez, pero hay alguna que otra sorpresa, y la historia no daña el cerebro. Sólo podría recomendarla a aquellos que vieron la primera película y les gustó, con lo cual ahora terminarán de armar el rompecabezas. Y como este filme es muy barato de producir y viene recaudando bien, sólo hay que sentarse y esperar al inevitable estreno de Actividad Paranormal 3, algo para lo cual el final de esta película dejó la puerta abierta.
Esta es una especie de precuela / secuela, ya que los sucesos ocurren antes, durante y después de la historia de la primera Actividad Paranormal. Aquí hay una familia compuesta por la hermana de la protagonista del original, con su marido, su hijastra y su bebé recién nacido. Toda esta gente vive en una plácida casa durante agosto 2006 (o sea, dos meses antes de los acontecimientos del filme de Oren Peli), y súbitamente, comienzan a experimentar cosas. Tal como en la anterior entrega, uno puede desarrollar teorías caseras por si la depresión post parto de Kristi ha despertado algun poder telekinético inconsciente que provoca los poltergeist (la hija adolescente de los Rey incluso bromea con eso). Pero eso es lo que menos importa; acá lo único que interesan son los sustos, ya que la trama es bastante lineal. Cada vez se caen más cosas, se cierran puertas o se apagan luces sin motivo aparente. Como el primer ataque fue confundido con un robo, los Rey deciden instalar cámaras de seguridad con lo cual los protagonistas no deben cargar videocámaras todo el tiempo aún en las situaciones más absurdas (que es el defecto frecuente de la premisa de filmar en primera persona; un monstruo me está devorando y yo sigo rodando, p.ej.), y de paso se provee una variedad de escenarios. Mientras los fenómenos poltergeist siguen ocurriendo, vemos a la pareja de Katie y Micah (de Actividad Paranormal 1) haciendo visitas, comentando cosas, y entrelazando de manera paralela su situación con la de los Rey.
Ciertamente los Rey son mucho más simpáticos y tolerables que la parejita del primer filme (en especial, del idiota del novio), y hay circunstancias de la rutina familiar que resultan graciosas. Ok, esta gente es más humana, natural, y al menos no cometen tanta estupideces como en la primera película. Pero, por contra, el filme es muchísimo más lerdo en la primera hora y las investigaciones de turno (otra vez por internet, o bien con un mexicano sabelotodo al estilo de Devil) suenan menos creíbles. Es cierto que películas como ésta o como El Proyecto Blair Witch lo único que hacen es construir momentum hasta explotar en toda su gloria al final ... pero aquí todos los shocks que atina a ofrecer el director Tod Williams son un reciclado de la primera cinta. El otro punto negativo es que el tipo que va a ver Actividad Paranormal 2 ya sabe de que va el juego y está expectante todo el tiempo aguardando que vaya a pasar algo - yo mismo me veía como un estúpido, contemplando con ansiedad una pantalla estática durante minutos y divisando todo el tiempo si se abría una puerta de la alacena de la cocina o se movía un candelero en el techo -. En todo caso lo que ha hecho Williams es pegarle una lavada de cara al filme de Oren Peli y venderlo dos veces. De todos modos yo no calificaría a Actividad Paranormal 2 como una estafa, ya que sus sustos reciclados aún son capaces de proveer más de un buen repingo en la butaca, y eso ya es un triunfo en vista de la situación actual del cine de terror - que en el 99% de los casos son incapaces de transmitir el más mínimo estremecimiento a los espectadores -. Lo otro que compensa la falta de originalidad de la película es que provee información complementaria sobre la suerte de los protagonistas del primer filme, y eso da cierta sensación de redondeo de la historia en general (aunque, debo admitir, el climax es bastante malo).
Actividad Paranormal 2 está ok. Tiene unas cuantas cosas (¿demasiadas?) similares al primer filme y los mismos shocks no son efectivos cuando se ven por segunda vez, pero hay alguna que otra sorpresa, y la historia no daña el cerebro. Sólo podría recomendarla a aquellos que vieron la primera película y les gustó, con lo cual ahora terminarán de armar el rompecabezas. Y como este filme es muy barato de producir y viene recaudando bien, sólo hay que sentarse y esperar al inevitable estreno de Actividad Paranormal 3, algo para lo cual el final de esta película dejó la puerta abierta.
Critica: PARANORMAL ACTIVITY
Actividad Paranormal costó unos 15.000 dólares y recaudó en las taquillas más de 100 millones, pasando instantáneamente a figurar en el libro Guinness de records como el filme independiente más exitoso de todos los tiempos en relación a la proporción entre costo y recaudación. En realidad es un filme rodado en el 2007 que tuvo que seguir un tortuoso camino a lo largo de dos años hasta llegar al circuito mainstream de cines; pero cuando lo hizo, se convirtió en un fenómeno del cual todos hablan. Muchos la califican de "El Proyecto Blair Witch del nuevo milenio". Si bien Actividad Paranormal comparte concepto y estilo con el ya clásico de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez - falso documental, cámara en mano y primeros planos, otro fenómeno sobrenatural y la desaparición de los protagonistas - , lo cierto es que algunos detalles del guión le quitan un poco de brillo. Pero definitivamente es el filme de horror efectivo, de esos que se hacen carne y uno lleva consigo durante años.
El creador del filme es el diseñador de videojuegos israelí Oren Peli. Sin experiencia cinematográfica, Peli se embarcó en el proyecto como una especie de tratamiento terapeútica para enfrentar su fobia hacia los fantasmas - según la Wikipedia, no podía tolerar ver siquiera una comedia inofensiva como Los Cazafantasmas (1984) -. Durante un año estuvo preparando su casa para el rodaje, agregándole mobiliario y rediseñando los cuartos en términos de espacio y comodidades como escenario cinematográfico. Tomó audiciones a un par de cientos de actores y tuvo la suerte de toparse con Katie Featherston y Micah Sloat, quienes - aún siendo extraños - exhibieron una excelente química. Tal como con El Proyecto Blair Witch, los actores usaron sus nombres reales para los personajes, Peli les daba fuera de cámara unos lineamientos generales para la improvisación, y el mismo Sloat fue adiestrado en el manejo de la cámara digital de video, haciendo que el equipo técnico fuera prácticamente mínimo.
Peli rodó toda la pelicula en una semana y la exhibió en el festival Screamfest en el 2007. Por suerte un ejecutivo de Miramax vió el filme y asistió a Peli para pulir la edición de la cinta. Mientras tanto, Peli había distribuido copias de la película en DVD como para tentar a posibles distribuidores, y una de ellas llegó a manos del pope de Dreamworks, el mismo Steven Spielberg. Al otro día de ver la película, Spielberg apareció por el estudio completamente aterrado, contando incluso que después de ver la película una de las puertas de su casa se cerró sola y pudo destrabarla únicamente llamando a un cerrajero. Ejecutivos de Miramax y Dreamworks cerraron trato con Peli, adquiriendo los derechos tanto para la distribución como para generar secuelas por u$s 300.000.-. Sin embargo, los estudios no tenían demasiado claro qué hacer con el filme - la idea original era armar una remake dirigida por el propio Peli -, pero Jason Blum de Miramax insistió en mantener el original de Peli, ya que la consideraba muy efectiva. Para demostrar su punto armaron una exhibición privada para los libretistas del estudio, así podían apreciar la historia y discutirla en términos de la posible remake. Pero en un momento de la proyección, la gente comenzó a irse de la sala; y no porque el filme fuera malo, sino porque los espectadores huían aterrorizados por la tensión que generaba la cinta - algo similar a lo sucedido en las exhibiciones de prueba de Alien y Tiburón -. Spielberg decidió dar marcha atrás con la remake, pero insistió en retocar el final. Así Actividad Paranormal llegó a los cines en medio de una campaña de marketing viral profundamente planeada - le dieron muy poca publicidad; hicieron pequeñas exhibiciones en cines selectos; pusieron un sitio en internet como para que la gente votara por el estreno del filme en otras ciudades; y se dedicaron a esperar que la recomendación boca a boca hiciera el resto -. En su lanzamiento nacional, Actividad Paranormal llegó a la punta de la taquilla en pleno Halloween - la temporada yanqui favorita para los estrenos de terror -, devorándose incluso a la favorita Saw VI.
Como filme de terror, Actividad Paranormal es uno de lenta combustión. La película empieza con la compra de la cámara de video por parte de Micah, porque ya estaban sucediendo acontecimientos poltergeist dentro de la casa y querían registrarlos. Pero en el medio, hay mucha charla como para establecer el setup. Ciertamente la química de Micah y Katie es muy efectiva, y lo mejor es que se ven como una pareja real y no como un par de chicos plásticos propios de Hollywood - ella es algo rellenita, él parece el típico galán de barrio, y y son realmente simpáticos -. Pasa bastante tiempo antes de que podamos apreciar algún que otro suceso. En este caso el escenario paranormal gira alrededor del dormitorio, donde siempre ocurre algo mientras están dormidos. En realidad es algo bastante coherente, ya que una lectura alternativa (y desapasionada) de la historia podría ser que el inconsciente de Katie provoca los sucesos en sus sueños.
Todas las secuencias de acción pasan por los rodajes nocturnos del dormitorio y, la verdad, es que con cada noche que pasa las cosas se ponen cada vez más terribles. En lo personal considero que el filme manipula los mecanismos de terror más efectivos que existen, ya que se basan en los miedos que están dentro de todos nosotros; una casa grande, la oscuridad, ruidos nocturnos, cosas que se mueven solas resultan más aterradoras que una irreal criatura del espacio destripando gente. A su vez, con la cámara montada en un rincón y siempre con el mismo enfoque, genera repetitividad y expectativa: cada vez que vemos el plano de la cama en penumbras, con esa dichosa puerta abierta que anticipa algo terrible (y cada vez peor) acosando en las sombras, uno se pone en el borde de la butaca. Los ataques finales son realmente espeluznantes.
Hay algunos detalles que opacan el filme. El más molesto es la evolución del personaje de Micah, que termina por transformarse en el idiota de turno que desata el horror. Ciertamente el 90% del cine de terror está poblado de estos imbéciles cinematográficos que despiertan vampiros, profanan tumbas o provocan fuerzas más allá de lo conocido, pero aquí resulta completamente artificial - es como si tomara esto como un hobby, haciendo su propia investigación con sus computadoras y chiches electrónicos, y totalmente ajeno al terror creciente que padece Katie -. Lo peor es que semejante juego tiene un propósito inútil - como si Micah pensara que la solución se puede encontrar buscándola en Internet, y desestimando llamar a exorcistas, síquicos o demonólogos -; y sólo cuando las cosas se salen de control pareciera estar de acuerdo con buscar ayuda. La cantidad de estupideces que comete el muchacho van más allá de los racional y tolerable, y pareciera que el personaje existe simplemente como un artilugio del guión para provocar que ocurran las cosas - un idiota que actúa como catalizador -. Allí es donde Actividad Paranormal se separa completamente de El Proyecto Blair Witch y no logra alcanzar la perfección de ese filme. En Blair Witch al menos la gente se desesperaba y cometía errores, mientras que aquí el protagonista está tranquilo y conscientemente se mete de lleno en la boca del lobo, arrastrando a su aterrorizada mujer.
El otro punto es que no hay demasiada historia que contar, más allá del festival de sustos (que en algunos casos son formidables). No hay una investigación que descubra quién es el demonio que acosa a Katie ni el por qué; el síquico es simplemente un adorno que sólo da advertencias terribles; e incluso el filme se resiente un poco cuando Micah encuentra un video en Internet - al estilo de El Exorcista - y se lo muestra gratuitamente a Katie.
El final es cantado pero igualmente es impresionante. (alerta spoilers) Hay tres finales rodados; en el original (que era más efectivo desde mi punto de vista), una sonámbula Katie bajaba las escaleras, gritaba y termina por asesinar a Micah cuando venía a ayudarla. La chica era descubierta por la policía al día siguiente, y era tiroteada ya que no soltaba el cuchillo que había utilizado para el homicidio. Hay un segundo final - mostrado en la exhibición ante los guionistas -, en que la chica regresaba al dormitorio y se cortaba la garganta delante de cámaras. El último - armado según sugerencias de Spielberg - es el exhibido en la versión actual de cines, con primeros planos demoníacos y algún que otro efecto especial. También asusta, pero es más hollywoodense. En lo personal prefiero el climax original que rodó Peli, y que incluso puede encontrarse por Internet. (fin de spoilers)
Actividad Paranormal es un excelente filme de horror. Que uno de los personajes sea manipulado artificialmente por el director y guionista para provocar las cosas no anula su gran efectividad al momento de generar sustos. Quizás el tema pase aquí por los gustos personales de cada espectador: yo disfruté con el terror minimalista de El Proyecto Blair Witch y disfruté con este filme. Si lo suyo es un engendro mutante de ocho brazos escupiendo ácido, o un asesino serial destripando gente en primer plano, Actividad Paranormal le parecerá insulsa. Pero a mi juicio, es una de las mejores películas de terror de los últimos años.
El creador del filme es el diseñador de videojuegos israelí Oren Peli. Sin experiencia cinematográfica, Peli se embarcó en el proyecto como una especie de tratamiento terapeútica para enfrentar su fobia hacia los fantasmas - según la Wikipedia, no podía tolerar ver siquiera una comedia inofensiva como Los Cazafantasmas (1984) -. Durante un año estuvo preparando su casa para el rodaje, agregándole mobiliario y rediseñando los cuartos en términos de espacio y comodidades como escenario cinematográfico. Tomó audiciones a un par de cientos de actores y tuvo la suerte de toparse con Katie Featherston y Micah Sloat, quienes - aún siendo extraños - exhibieron una excelente química. Tal como con El Proyecto Blair Witch, los actores usaron sus nombres reales para los personajes, Peli les daba fuera de cámara unos lineamientos generales para la improvisación, y el mismo Sloat fue adiestrado en el manejo de la cámara digital de video, haciendo que el equipo técnico fuera prácticamente mínimo.
Peli rodó toda la pelicula en una semana y la exhibió en el festival Screamfest en el 2007. Por suerte un ejecutivo de Miramax vió el filme y asistió a Peli para pulir la edición de la cinta. Mientras tanto, Peli había distribuido copias de la película en DVD como para tentar a posibles distribuidores, y una de ellas llegó a manos del pope de Dreamworks, el mismo Steven Spielberg. Al otro día de ver la película, Spielberg apareció por el estudio completamente aterrado, contando incluso que después de ver la película una de las puertas de su casa se cerró sola y pudo destrabarla únicamente llamando a un cerrajero. Ejecutivos de Miramax y Dreamworks cerraron trato con Peli, adquiriendo los derechos tanto para la distribución como para generar secuelas por u$s 300.000.-. Sin embargo, los estudios no tenían demasiado claro qué hacer con el filme - la idea original era armar una remake dirigida por el propio Peli -, pero Jason Blum de Miramax insistió en mantener el original de Peli, ya que la consideraba muy efectiva. Para demostrar su punto armaron una exhibición privada para los libretistas del estudio, así podían apreciar la historia y discutirla en términos de la posible remake. Pero en un momento de la proyección, la gente comenzó a irse de la sala; y no porque el filme fuera malo, sino porque los espectadores huían aterrorizados por la tensión que generaba la cinta - algo similar a lo sucedido en las exhibiciones de prueba de Alien y Tiburón -. Spielberg decidió dar marcha atrás con la remake, pero insistió en retocar el final. Así Actividad Paranormal llegó a los cines en medio de una campaña de marketing viral profundamente planeada - le dieron muy poca publicidad; hicieron pequeñas exhibiciones en cines selectos; pusieron un sitio en internet como para que la gente votara por el estreno del filme en otras ciudades; y se dedicaron a esperar que la recomendación boca a boca hiciera el resto -. En su lanzamiento nacional, Actividad Paranormal llegó a la punta de la taquilla en pleno Halloween - la temporada yanqui favorita para los estrenos de terror -, devorándose incluso a la favorita Saw VI.
Como filme de terror, Actividad Paranormal es uno de lenta combustión. La película empieza con la compra de la cámara de video por parte de Micah, porque ya estaban sucediendo acontecimientos poltergeist dentro de la casa y querían registrarlos. Pero en el medio, hay mucha charla como para establecer el setup. Ciertamente la química de Micah y Katie es muy efectiva, y lo mejor es que se ven como una pareja real y no como un par de chicos plásticos propios de Hollywood - ella es algo rellenita, él parece el típico galán de barrio, y y son realmente simpáticos -. Pasa bastante tiempo antes de que podamos apreciar algún que otro suceso. En este caso el escenario paranormal gira alrededor del dormitorio, donde siempre ocurre algo mientras están dormidos. En realidad es algo bastante coherente, ya que una lectura alternativa (y desapasionada) de la historia podría ser que el inconsciente de Katie provoca los sucesos en sus sueños.
Todas las secuencias de acción pasan por los rodajes nocturnos del dormitorio y, la verdad, es que con cada noche que pasa las cosas se ponen cada vez más terribles. En lo personal considero que el filme manipula los mecanismos de terror más efectivos que existen, ya que se basan en los miedos que están dentro de todos nosotros; una casa grande, la oscuridad, ruidos nocturnos, cosas que se mueven solas resultan más aterradoras que una irreal criatura del espacio destripando gente. A su vez, con la cámara montada en un rincón y siempre con el mismo enfoque, genera repetitividad y expectativa: cada vez que vemos el plano de la cama en penumbras, con esa dichosa puerta abierta que anticipa algo terrible (y cada vez peor) acosando en las sombras, uno se pone en el borde de la butaca. Los ataques finales son realmente espeluznantes.
Hay algunos detalles que opacan el filme. El más molesto es la evolución del personaje de Micah, que termina por transformarse en el idiota de turno que desata el horror. Ciertamente el 90% del cine de terror está poblado de estos imbéciles cinematográficos que despiertan vampiros, profanan tumbas o provocan fuerzas más allá de lo conocido, pero aquí resulta completamente artificial - es como si tomara esto como un hobby, haciendo su propia investigación con sus computadoras y chiches electrónicos, y totalmente ajeno al terror creciente que padece Katie -. Lo peor es que semejante juego tiene un propósito inútil - como si Micah pensara que la solución se puede encontrar buscándola en Internet, y desestimando llamar a exorcistas, síquicos o demonólogos -; y sólo cuando las cosas se salen de control pareciera estar de acuerdo con buscar ayuda. La cantidad de estupideces que comete el muchacho van más allá de los racional y tolerable, y pareciera que el personaje existe simplemente como un artilugio del guión para provocar que ocurran las cosas - un idiota que actúa como catalizador -. Allí es donde Actividad Paranormal se separa completamente de El Proyecto Blair Witch y no logra alcanzar la perfección de ese filme. En Blair Witch al menos la gente se desesperaba y cometía errores, mientras que aquí el protagonista está tranquilo y conscientemente se mete de lleno en la boca del lobo, arrastrando a su aterrorizada mujer.
El otro punto es que no hay demasiada historia que contar, más allá del festival de sustos (que en algunos casos son formidables). No hay una investigación que descubra quién es el demonio que acosa a Katie ni el por qué; el síquico es simplemente un adorno que sólo da advertencias terribles; e incluso el filme se resiente un poco cuando Micah encuentra un video en Internet - al estilo de El Exorcista - y se lo muestra gratuitamente a Katie.
El final es cantado pero igualmente es impresionante. (alerta spoilers) Hay tres finales rodados; en el original (que era más efectivo desde mi punto de vista), una sonámbula Katie bajaba las escaleras, gritaba y termina por asesinar a Micah cuando venía a ayudarla. La chica era descubierta por la policía al día siguiente, y era tiroteada ya que no soltaba el cuchillo que había utilizado para el homicidio. Hay un segundo final - mostrado en la exhibición ante los guionistas -, en que la chica regresaba al dormitorio y se cortaba la garganta delante de cámaras. El último - armado según sugerencias de Spielberg - es el exhibido en la versión actual de cines, con primeros planos demoníacos y algún que otro efecto especial. También asusta, pero es más hollywoodense. En lo personal prefiero el climax original que rodó Peli, y que incluso puede encontrarse por Internet. (fin de spoilers)
Actividad Paranormal es un excelente filme de horror. Que uno de los personajes sea manipulado artificialmente por el director y guionista para provocar las cosas no anula su gran efectividad al momento de generar sustos. Quizás el tema pase aquí por los gustos personales de cada espectador: yo disfruté con el terror minimalista de El Proyecto Blair Witch y disfruté con este filme. Si lo suyo es un engendro mutante de ocho brazos escupiendo ácido, o un asesino serial destripando gente en primer plano, Actividad Paranormal le parecerá insulsa. Pero a mi juicio, es una de las mejores películas de terror de los últimos años.
Critica: la leyenda del jinete sin cabeza (sleepy hollow)
Sleepy Hollow (El Hueco Durmiente) es un pequeño cuento que data de 1820 y que fuera escrito por Washington Irving. Allí narraba una pequeña anécdota en donde un supersticioso maestro de escuela iba a pedirle la mano a la hija del ricachón del pueblo y, en medio de la fiesta, comenzaba a escuchar historias sobre el Jinete sin Cabeza, una leyenda local sobre un fantasma que asolaba el pueblo por las noches. Al fracasar con el pedido de mano, el maestro volvía para su casa, sólo para toparse con el espanto, el cual lo perseguía por toda la localidad. El cuento sugería que el jinete no era más que otro pretendiente de la ricachona, el cual había aprovechado la ocasión para darle un susto de muerte al crédulo y, de paso, allanarse el camino hacia su compromiso con la chica. Lo cierto es que, al día siguiente, del maestro no se tenían más noticias y lo único que quedaban eran sus ropas y su caballo, quedando la duda de si huyó por temor o fué realmente atacado por un espíritu procedente del mismo Infierno.
Aún cuando fuera un relato bastante zonzo, Sleepy Hollow probó ser popular, especialmente porque era uno de los primeros y escasos ejemplos de una literatura de terror autóctona norteamericana - a final de cuentas, el género de horror siempre se lo ha considerado europeo debido a la existencia de una arraigada cultura católica que hablaba de ángeles y demonios, creencias que después terminaron de licuarse con las numerosas leyendas locales que abundaban en toda Europa, y que dieron origen a toda una nueva subcultura creada por autores de ficción, los cuales combinaron lo más estridente de ambos mundos (¿recuerdan a Drácula siendo combatido con agua bendita y cruces católicas?), amén de que los excesos cometidos en tiempos de fanatismo (como la sangrienta Inquisición) propagaron los horrores que el propio ser humano podía cometer en nombre de la benemérita santidad de la Iglesia -. Lo cierto es que el cuento recibió varios tratamientos en el cine, siendo el mas recordado la versión animada de la Disney de 1949. A principios de los 90 el relato volvió a la palestra de Hollywood cuando el especialista en efectos especiales Kevin Yagher se puso a elaborar un tratamiento sobre el tema en companía de Andrew Kevin Walker, el cual fue presentado a varios estudios sin que obtuvieran algún tipo de respuesta positiva. Claro, las cosas tomaron un vuelo tremendo cuando Walker se convirtió en el guionista hot del momento gracias a su impresionante libreto de Se7en - Pecados Capitales (1995), amén de que el cine de terror estaba queriendo pegar la vuelta a finales de los años 90s. Fue en ese entonces que se sumó Tim Burton, el cual venía de la pesadilla provocada por el hell development de la fallida película Superman Reborn, un proyecto agotador que nunca había podido remontar vuelo. En poco tiempo Burton logró pulir su propia versión del libreto y se puso a montar esta puesta en escena, la cual difiere enormemente del relato original pero posee una enorme cantidad de méritos que son disfrutables por su propio peso.
En sí, La Leyenda del Jinete Sin Cabeza se parece más a una versión modernosa de Sherlock Holmes - de esas que siempre han querido aggiornar al detective, emparentándolo contra una amenaza de origen sobrenatural (y una receta que aplicó con éxito el mismo Guy Ritchie en su versión para la pantalla grande del personaje) - que al relato original. Desapareció el maestro supersticioso y lo suplantaron con un detective científico lleno de mañas. Ciertamente la interpretación de Johnny Depp al principio resulta chocante - es demasiado payasesco - pero pronto se transforma en un sabor adquirido. Y es que las boberías de Depp son las que les dan sabor al relato, sea haciendole autopsias a cadáveres demasiado jugosos que escupen sangre, o metiendo la mano en el hueco de un árbol de aspecto revulsivo. Mientras que Depp transforma todo esto en una comedia con toques de terror, por el otro lado la trama abunda en agujeros de lógica. El super detective científico pronto demuestra ser incapaz de llegar a algún lado a través de la ciencia y, en menos de cinco minutos, se transforma en el más foribundo de los crédulos. La secuencia en donde deduce que alguien tiene la cabeza del jinete y la utiliza para manipularlo es muy traída de los pelos.
Si uno saca la puesta en escena de Burton, verá que La Leyenda del Jinete Sin Cabeza es una historia con muchos problemas de tono y continuidad. La conspiración no siempre se entiende, el jinete ataca a cualquiera menos al detective (que es su principal amenaza), y nunca nadie se pregunta demasiado porqué la mayoría de toda esta gente practica la magia, sea blanca o negra - y eso que hablamos de comunidades pequeñas y extremadamente conservadoras -. Todos esos problemas son superados con el gran estilo de Burton, sea la fotografía desaturada de colores, el formidable diseño de arte, la ferocidad de los ataques del jinete, el notable elenco, o la brillante partitura de Danny Elfman. Saquen eso y verán que la historia hace agua.
La Leyenda del Jinete Sin Cabeza es, hasta ahora, la última gran obra de Tim Burton - le podemos sumar El Cadáver de la Novia en el apartado de animación -. Después el maestro caería en una espiral de agotamiento creativo, copiándose a sí mismo (y de manera poco inspirada), o metiéndose en terrenos nuevos con resultados poco felices. Sí, la taquilla le ha sonreído, pero sus últimas obras ni por asomo están a la altura de un Batman o un El Joven Manos de Tijera; y aunque La Leyenda del Jinete Sin Cabeza no es un clásico, definitivamente posee una energía envidiable que la transforma en un gran espectáculo, aún cuando su historia de fondo presente problemas importantes de lógica. He aquí un ejemplo en donde un director triunfa sobre la calidad del material, magnificando sus virtudes hasta el punto de hacernos olvidar todas sus debilidades.
Aún cuando fuera un relato bastante zonzo, Sleepy Hollow probó ser popular, especialmente porque era uno de los primeros y escasos ejemplos de una literatura de terror autóctona norteamericana - a final de cuentas, el género de horror siempre se lo ha considerado europeo debido a la existencia de una arraigada cultura católica que hablaba de ángeles y demonios, creencias que después terminaron de licuarse con las numerosas leyendas locales que abundaban en toda Europa, y que dieron origen a toda una nueva subcultura creada por autores de ficción, los cuales combinaron lo más estridente de ambos mundos (¿recuerdan a Drácula siendo combatido con agua bendita y cruces católicas?), amén de que los excesos cometidos en tiempos de fanatismo (como la sangrienta Inquisición) propagaron los horrores que el propio ser humano podía cometer en nombre de la benemérita santidad de la Iglesia -. Lo cierto es que el cuento recibió varios tratamientos en el cine, siendo el mas recordado la versión animada de la Disney de 1949. A principios de los 90 el relato volvió a la palestra de Hollywood cuando el especialista en efectos especiales Kevin Yagher se puso a elaborar un tratamiento sobre el tema en companía de Andrew Kevin Walker, el cual fue presentado a varios estudios sin que obtuvieran algún tipo de respuesta positiva. Claro, las cosas tomaron un vuelo tremendo cuando Walker se convirtió en el guionista hot del momento gracias a su impresionante libreto de Se7en - Pecados Capitales (1995), amén de que el cine de terror estaba queriendo pegar la vuelta a finales de los años 90s. Fue en ese entonces que se sumó Tim Burton, el cual venía de la pesadilla provocada por el hell development de la fallida película Superman Reborn, un proyecto agotador que nunca había podido remontar vuelo. En poco tiempo Burton logró pulir su propia versión del libreto y se puso a montar esta puesta en escena, la cual difiere enormemente del relato original pero posee una enorme cantidad de méritos que son disfrutables por su propio peso.
En sí, La Leyenda del Jinete Sin Cabeza se parece más a una versión modernosa de Sherlock Holmes - de esas que siempre han querido aggiornar al detective, emparentándolo contra una amenaza de origen sobrenatural (y una receta que aplicó con éxito el mismo Guy Ritchie en su versión para la pantalla grande del personaje) - que al relato original. Desapareció el maestro supersticioso y lo suplantaron con un detective científico lleno de mañas. Ciertamente la interpretación de Johnny Depp al principio resulta chocante - es demasiado payasesco - pero pronto se transforma en un sabor adquirido. Y es que las boberías de Depp son las que les dan sabor al relato, sea haciendole autopsias a cadáveres demasiado jugosos que escupen sangre, o metiendo la mano en el hueco de un árbol de aspecto revulsivo. Mientras que Depp transforma todo esto en una comedia con toques de terror, por el otro lado la trama abunda en agujeros de lógica. El super detective científico pronto demuestra ser incapaz de llegar a algún lado a través de la ciencia y, en menos de cinco minutos, se transforma en el más foribundo de los crédulos. La secuencia en donde deduce que alguien tiene la cabeza del jinete y la utiliza para manipularlo es muy traída de los pelos.
Si uno saca la puesta en escena de Burton, verá que La Leyenda del Jinete Sin Cabeza es una historia con muchos problemas de tono y continuidad. La conspiración no siempre se entiende, el jinete ataca a cualquiera menos al detective (que es su principal amenaza), y nunca nadie se pregunta demasiado porqué la mayoría de toda esta gente practica la magia, sea blanca o negra - y eso que hablamos de comunidades pequeñas y extremadamente conservadoras -. Todos esos problemas son superados con el gran estilo de Burton, sea la fotografía desaturada de colores, el formidable diseño de arte, la ferocidad de los ataques del jinete, el notable elenco, o la brillante partitura de Danny Elfman. Saquen eso y verán que la historia hace agua.
La Leyenda del Jinete Sin Cabeza es, hasta ahora, la última gran obra de Tim Burton - le podemos sumar El Cadáver de la Novia en el apartado de animación -. Después el maestro caería en una espiral de agotamiento creativo, copiándose a sí mismo (y de manera poco inspirada), o metiéndose en terrenos nuevos con resultados poco felices. Sí, la taquilla le ha sonreído, pero sus últimas obras ni por asomo están a la altura de un Batman o un El Joven Manos de Tijera; y aunque La Leyenda del Jinete Sin Cabeza no es un clásico, definitivamente posee una energía envidiable que la transforma en un gran espectáculo, aún cuando su historia de fondo presente problemas importantes de lógica. He aquí un ejemplo en donde un director triunfa sobre la calidad del material, magnificando sus virtudes hasta el punto de hacernos olvidar todas sus debilidades.
Critica: SIN CITY
El policial negro es el género policial americano por excelencia, del cual comentamos sus orígenes en la crítica de Pulp Fiction. El género en sí fue creado por Dashiell Hammett, quien ficcionalizó y amplió en relatos su larga experiencia de años en la legendaria Agencia Pinkerton de detectives. Pero si Hammett devolvió el crimen a las calles, no sería sino Raymond Chandler quien lo llevaría al status de literatura de arte.
Raymond Chandler fue un hombre de negocios de talento que, al quedarse sin trabajo durante la época de la depresión, decidió escribir para ganarse la vida. Su fuente de ingresos pasó a ser la publicación de numerosos relatos en las revistas Pulp de la época, cobrando centavos por palabra escrita. Su producción de cuentos es muy abundante, pero el reconocimiento recién le llegaría cuando comenzara a publicar novelas con su personaje prototípico, el detective privado Philip Marlowe. Las novelas de Marlowe eran francamente una canibalización de los cuentos de Chandler (cortaría y pegaría varios relatos para armar la trama de los libros), lo que terminó por convertir a sus obras en argumentos realmente elaborados y complejos, y difícilmente alguien pueda imitar a Chandler en tal sentido. Pero el gran mérito de Chandler es convertir a la serie negra en una suerte de tragedia griega desarrollada en el mundo moderno. El héroe intachable, aunque de valores morales flexibles si se trata de una buena causa, actúa como una especie de catalizador de de las miserias humanas. Sus clientes suelen ser familias adineradas donde sus primogénitos resultan ovejas descarriadas con vinculaciones con el hampa. Y todos los personajes se encuentran, de nacimiento, condenados a la perdición.
El gran problema de la serie negra es que la influencia de Chandler resultó tan abrumadora que surgieron imitadores a raudales. Y el policial negro terminó por restringirse a un puñado de historias originales (que había contado Chandler), recicladas o modificadas por numerosos autores, lo cual terminó por devastar al género y deplomarlo por saturación. Indudablemente Chandler es un autor de deliciosa lectura, cuyo relatos en primera persona brillaban con un lirismo casi poético sobre personajes miserables de la vida real. Pero nadie tuvo suficiente imaginación como para generar nuevas variantes, el detective privado pasaría de moda (o sería pasteurizado y masificado en series de TV), y sólo décadas más tarde Hadley Chase y Jim Thompson se animarían a crear novelas negras sin héroes (donde todos los personajes son corruptos en mayor o menor medida), reflejando el cinismo de los tiempos actuales.
Ahora, pasemos a Sin City.
Sin City es una de las novelas gráficas más populares de Frank Miller, el creativo de la historieta detrás de obras como 300, o la modernización de comics clásicos como Daredevil o The Dark Knight Returns (que implicó el aggiornamiento de Batman a los tiempos actuales). La experiencia de Miller en Hollywood había sido muy tibia y complicada; adaptaciones de sus comics como Daredevil o Elektra habían sido desilusionantes (y sin considerar su aporte como autor de dichas tiras), y su trabajo como creativo en las dos últimas entregas de la saga de Robocop habían sido notoriamente modificadas sin su consentimiento. Como consecuencia de esto, Miller renegó de Hollywood y se negó constantemente a que nuevas obras suyas fueran adaptadas al cine.
Entra Robert Rodriguez a escena. Rodriguez es el talento detrás de El Mariachi, una obra de acción filmada con escasos dolares pero que tuvo un resonante suceso a nivel internacional, y que implicó su pasaje directo a Hollywood. Apadrinado por Quentin Tarantino, entraría al mainstream con total éxito con títulos como Desperado o Spy Kids. Y entre su agenda figuraba poder obtener el visto bueno de Miller para llevar Sin City al cine, del cual Rodríguez es un gran fanático.
Rodriguez decidió entonces utilizar tecnicas especiales de filmación, utilizando el blanco y negro tradicional con escenarios digitales al estilo Capitán Sky y el Mundo del Mañana (los actores actúan sobre una pantalla verde, y la escena termina por componerse en la computadora). Decidido a todo o nada, financió de su bolsillo un corto (que es precisamente El Cliente Siempre Tiene la Razón, y es el relato que abre la película) que le envió de muestra a Miller, y que terminó por volarle la cabeza. No sólo Miller se uniría al proyecto, sino que el corto serviría para reclutar a actores de peso (como Bruce Willis), decididos a participar en la obra aún con un salario menor al habitual, en vista de su caracter de proyecto chico e independiente.
Sin City es sin duda, serie negra pura. Desde el vamos, con su estilizado blanco y negro donde sólo algunos objetos obtienen color con fines narrativos (labios, sangre, personajes que merecen destacarse), amén de copiar cuadro por cuadro el comic de Miller, y de tomar ciertos elementos narrativos de Pulp Fiction (básicamente el orden cronológico alterado, donde personajes que mueren reaparecen en otras partes del relato, y donde hay personajes comunes a todos los cuentos). Visualmente es una fiesta. El problema es el argumento, que termina por restarle puntos al film.
Y es que Sin City, para conocedores y neófitos del policial negro, termina resultando en una serie de reciclados clisés. Hay pocas cosas realmente originales en el relato. Sin duda la visión de los criminales como seres deformes es un detalle importante, pero es extraído directamente de la tira de Chester Gould, Dick Tracy. Los relatos en primera persona así como los héroes derrotados que se sacrifican por causas nobles es netamente Chandleriano, sin contar el segmento del gigantón Marv, que es descendiente directo del hampón que buscaba al asesino de su novia (y que resulta estar viva) en El Largo Adiós de Chandler. O así mismo el matón que compone Clive Owen, que tiene ideales y custodia a las prostitutas... lo único que añade Miller es el exotismo visual, la deformidad física de algunos personajes, y cierta crueldad y gore como el interrogatorio de Marv a Kevin, amputándole las extremidades y dejándolo a merced de los depredadores del bosque. Pero toda la obra no deja de salir de la sombra de Chandler y de los cientos de relatos que poblaron, popularizaron y saturaron al género. Vale decir, en ningún momento hay algo realmente original o innovador del género, solo un reciclado de ideas y un sentido homenaje con un estilo visual fashion.
No puede culparse a Rodríguez de la falta; de hecho, el director hace todo lo que puede para inyectarle adrenalina al relato. El problema es que el relato no es original, el espectador puede anticipar buena parte del tiempo cómo sigue o hacia donde van los personajes. Tanto los comentarios en primera persona - que siguen con cierto virtuosismo a Chandler -, el tema de las causas perdidas, familias adineradas corruptas y ovejas negras descarriadas, etc. son cosa ya vista. Quizás precisaba un pulimiento en el guión por alguien como Tarantino - que solo filmó algunas escenas como las de Benicio del Toro -, que le añadiera pimienta, malas palabras y más carnadura a los personajes (y no ser meramente clisés). Pero lamentablemente la actitud de Rodríguez para el material es reverencial, filmando cuadro por cuadro y diálogo por diálogo lo que Miller había creado y escrito. Posiblemente de los cuatro relatos, el único que tenga relevancia en cuanto a originalidad y tono elegido sea el de Marv, y en buena parte a la actuación de Mickey Rourke que se transforma en un ser brutal de nobles sentimientos y con una frase cínica a cada momento, lo que termina por ser un momento de comedia negra dentro de la película. Pero el resto del film es bastante chato, rutinario, y sólo parece ejercitarse en el preciosismo visual.
Raymond Chandler fue un hombre de negocios de talento que, al quedarse sin trabajo durante la época de la depresión, decidió escribir para ganarse la vida. Su fuente de ingresos pasó a ser la publicación de numerosos relatos en las revistas Pulp de la época, cobrando centavos por palabra escrita. Su producción de cuentos es muy abundante, pero el reconocimiento recién le llegaría cuando comenzara a publicar novelas con su personaje prototípico, el detective privado Philip Marlowe. Las novelas de Marlowe eran francamente una canibalización de los cuentos de Chandler (cortaría y pegaría varios relatos para armar la trama de los libros), lo que terminó por convertir a sus obras en argumentos realmente elaborados y complejos, y difícilmente alguien pueda imitar a Chandler en tal sentido. Pero el gran mérito de Chandler es convertir a la serie negra en una suerte de tragedia griega desarrollada en el mundo moderno. El héroe intachable, aunque de valores morales flexibles si se trata de una buena causa, actúa como una especie de catalizador de de las miserias humanas. Sus clientes suelen ser familias adineradas donde sus primogénitos resultan ovejas descarriadas con vinculaciones con el hampa. Y todos los personajes se encuentran, de nacimiento, condenados a la perdición.
El gran problema de la serie negra es que la influencia de Chandler resultó tan abrumadora que surgieron imitadores a raudales. Y el policial negro terminó por restringirse a un puñado de historias originales (que había contado Chandler), recicladas o modificadas por numerosos autores, lo cual terminó por devastar al género y deplomarlo por saturación. Indudablemente Chandler es un autor de deliciosa lectura, cuyo relatos en primera persona brillaban con un lirismo casi poético sobre personajes miserables de la vida real. Pero nadie tuvo suficiente imaginación como para generar nuevas variantes, el detective privado pasaría de moda (o sería pasteurizado y masificado en series de TV), y sólo décadas más tarde Hadley Chase y Jim Thompson se animarían a crear novelas negras sin héroes (donde todos los personajes son corruptos en mayor o menor medida), reflejando el cinismo de los tiempos actuales.
Ahora, pasemos a Sin City.
Sin City es una de las novelas gráficas más populares de Frank Miller, el creativo de la historieta detrás de obras como 300, o la modernización de comics clásicos como Daredevil o The Dark Knight Returns (que implicó el aggiornamiento de Batman a los tiempos actuales). La experiencia de Miller en Hollywood había sido muy tibia y complicada; adaptaciones de sus comics como Daredevil o Elektra habían sido desilusionantes (y sin considerar su aporte como autor de dichas tiras), y su trabajo como creativo en las dos últimas entregas de la saga de Robocop habían sido notoriamente modificadas sin su consentimiento. Como consecuencia de esto, Miller renegó de Hollywood y se negó constantemente a que nuevas obras suyas fueran adaptadas al cine.
Entra Robert Rodriguez a escena. Rodriguez es el talento detrás de El Mariachi, una obra de acción filmada con escasos dolares pero que tuvo un resonante suceso a nivel internacional, y que implicó su pasaje directo a Hollywood. Apadrinado por Quentin Tarantino, entraría al mainstream con total éxito con títulos como Desperado o Spy Kids. Y entre su agenda figuraba poder obtener el visto bueno de Miller para llevar Sin City al cine, del cual Rodríguez es un gran fanático.
Rodriguez decidió entonces utilizar tecnicas especiales de filmación, utilizando el blanco y negro tradicional con escenarios digitales al estilo Capitán Sky y el Mundo del Mañana (los actores actúan sobre una pantalla verde, y la escena termina por componerse en la computadora). Decidido a todo o nada, financió de su bolsillo un corto (que es precisamente El Cliente Siempre Tiene la Razón, y es el relato que abre la película) que le envió de muestra a Miller, y que terminó por volarle la cabeza. No sólo Miller se uniría al proyecto, sino que el corto serviría para reclutar a actores de peso (como Bruce Willis), decididos a participar en la obra aún con un salario menor al habitual, en vista de su caracter de proyecto chico e independiente.
Sin City es sin duda, serie negra pura. Desde el vamos, con su estilizado blanco y negro donde sólo algunos objetos obtienen color con fines narrativos (labios, sangre, personajes que merecen destacarse), amén de copiar cuadro por cuadro el comic de Miller, y de tomar ciertos elementos narrativos de Pulp Fiction (básicamente el orden cronológico alterado, donde personajes que mueren reaparecen en otras partes del relato, y donde hay personajes comunes a todos los cuentos). Visualmente es una fiesta. El problema es el argumento, que termina por restarle puntos al film.
Y es que Sin City, para conocedores y neófitos del policial negro, termina resultando en una serie de reciclados clisés. Hay pocas cosas realmente originales en el relato. Sin duda la visión de los criminales como seres deformes es un detalle importante, pero es extraído directamente de la tira de Chester Gould, Dick Tracy. Los relatos en primera persona así como los héroes derrotados que se sacrifican por causas nobles es netamente Chandleriano, sin contar el segmento del gigantón Marv, que es descendiente directo del hampón que buscaba al asesino de su novia (y que resulta estar viva) en El Largo Adiós de Chandler. O así mismo el matón que compone Clive Owen, que tiene ideales y custodia a las prostitutas... lo único que añade Miller es el exotismo visual, la deformidad física de algunos personajes, y cierta crueldad y gore como el interrogatorio de Marv a Kevin, amputándole las extremidades y dejándolo a merced de los depredadores del bosque. Pero toda la obra no deja de salir de la sombra de Chandler y de los cientos de relatos que poblaron, popularizaron y saturaron al género. Vale decir, en ningún momento hay algo realmente original o innovador del género, solo un reciclado de ideas y un sentido homenaje con un estilo visual fashion.
No puede culparse a Rodríguez de la falta; de hecho, el director hace todo lo que puede para inyectarle adrenalina al relato. El problema es que el relato no es original, el espectador puede anticipar buena parte del tiempo cómo sigue o hacia donde van los personajes. Tanto los comentarios en primera persona - que siguen con cierto virtuosismo a Chandler -, el tema de las causas perdidas, familias adineradas corruptas y ovejas negras descarriadas, etc. son cosa ya vista. Quizás precisaba un pulimiento en el guión por alguien como Tarantino - que solo filmó algunas escenas como las de Benicio del Toro -, que le añadiera pimienta, malas palabras y más carnadura a los personajes (y no ser meramente clisés). Pero lamentablemente la actitud de Rodríguez para el material es reverencial, filmando cuadro por cuadro y diálogo por diálogo lo que Miller había creado y escrito. Posiblemente de los cuatro relatos, el único que tenga relevancia en cuanto a originalidad y tono elegido sea el de Marv, y en buena parte a la actuación de Mickey Rourke que se transforma en un ser brutal de nobles sentimientos y con una frase cínica a cada momento, lo que termina por ser un momento de comedia negra dentro de la película. Pero el resto del film es bastante chato, rutinario, y sólo parece ejercitarse en el preciosismo visual.
Critica de Lincoln
Curiosamente, los nuevos trabajos de Tarantino y Spielberg coinciden escarbando en el tema de la esclavitud en Estados Unidos, pero el enfoque es tan diferente como cabe esperar de dos cineastas cuyo únicos rasgos comunes parecen ser la pasión por el séptimo arte y el respeto por la profesión que tan ejemplarmente realizan. La intención del director de ‘Lincoln’ es la de recrear un momento histórico fundamental tanto para el decimosexto presidente de los Estados Unidos de América como para ese país, con el objetivo no solo de entretener, de ofrecer un interesante relato con el que pasar la tarde (casi dos horas y media dura el film) sino también con finalidad didáctica, y buscando el debate y la reflexión, que el espectador se levante de la butaca con algo en lo que pensar.
Cuenta Spielberg que la figura de Lincoln le fascina desde que era niño, y llevaba años intentando filmar una película sobre el personaje pero el proyecto no terminaba de arrancar. Con la colaboración de Doris Kearns Goodwin —autora del libro en el que se basa el film, ‘Team of Rivals: The Political Genius of Abraham Lincoln’— y Tony Kushner —coguionista de ‘Munich’ (S. Spielberg, 2005)—, el cineasta retomó la idea y decidió centrar la acción en los últimos cuatro meses de la vida del presidente, el periodo en el que se abolió la esclavitud y terminó la guerra civil, en lugar de realizar un biopic que abarcara desde su nacimiento hasta su muerte —como hizo D.W. Griffith en 1930 (el Lincoln encarnado por Walter Huston era un tanto simplón)—.
Aunque Spielberg no descuida otros puntos de interés, como el conflicto bélico o la vida personal del presidente, el eje central de ‘Lincoln’ es la discusión y aprobación de la decimotercera enmienda en la cámara de representantes. Un asunto que permite al realizador explorar las habilidades políticas del protagonista, así como ejercitar sus propias habilidades como narrador, tratando de enganchar al público en un proceso donde no falta el suspense y la emoción. Spielberg se esfuerza por subrayar la importancia de lo que estaba en juego, restando impacto y verosimilitud a algunas escenas. Es como si los personajes fueran conscientes de lo que va a pasar, y hablaran con perspectiva histórica, a menudo con tono grave y profundo. Por fortuna, acertados destellos de humor equilibran la balanza.
No está inspirado el director con el ritmo y la exposición de los hechos, acaba cansando el incesante diálogo intercalado con miradas melancólicas de Lincoln y es muy fácil desconectar de la trama con tanta interrupción y tanto personaje secundario (a menos que seas un apasionado de la Historia o sea tu segundo visionado). No puedo evitar recomendar al lector —del mismo modo que Alberto me lo recomendó a mí— que recupere una de las joyas de Otto Preminger, ‘Tempestad sobre Washington’ (‘Advise & Consent’, 1962), que parece haber sido un referente para Spielberg a la hora de plasmar los entresijos del juego político. La comparación no le deja en buen lugar, y esto lo digo sin menosprecio alguno sobre el talento del responsable de ‘Lincoln’, uno de los más importantes cineastas vivos, maestro en el arte de emocionar al espectador. Por cierto, en algún que otro momento creí reconocer el estilo de otro grande, Clint Eastwood, su colaboración ha debido dejar huella.
Todos recordamos que Liam Neeson iba a ser el encargado de dar vida al Lincoln de Spielberg, hasta que decidió que había esperado demasiado y dejó el puesto vacante. Daniel Day-Lewis aceptó el papel y su interpretación es tan impresionante que nadie duda que ganará su tercer Oscar. El actor británico se mete en la piel del personaje y se pierde en él, se entrega hasta tal punto que en pocos minutos ha conseguido desaparecer y solo vemos y escuchamos a Lincoln; tanto es así que le invade a uno la tristeza en cierta escena final, como si fuera un testigo más en aquella habitación. Un formidable retrato al que contribuye la visión de Spielberg, la música de John Williams, la fotografía de Janusz Kaminski y el apoyo de compañeros de reparto, en especial Sally Field, David Strathairn y Jackie Earle Haley, que comparte una breve pero intensa negociación con el protagonista.
Es de agradecer que Spielberg haya procurado presentar a Abraham Lincoln de la manera más humana y realista que le ha sido posible —a fin de cuentas es su interpretación de un personaje al que admira (y una película, no un documental)—, de este modo no solo resulta más creíble sino que sus logros adquieren mayor mérito. Teniendo la película un centro de atención tan poderoso, llama la atención que se haya reunido un extenso y espectacular plantel de intérpretes. No hay tiempo para todos y es una pena que John Hawkes, Jared Harris o Joseph Gordon-Levitt estén tan desaprovechados. Por el contrario, Tommy Lee Jones saca jugo a sus pocos minutos y protagoniza una de las mejores secuencias de la película, cuando la cámara lo sigue y descubrimos el motivo de su apasionada defensa de la igualdad entre blancos y negros.
En definitiva, ‘Lincoln’ es un ambicioso, cuidado —sensacional diseño de producción de Rick Carter— y sólido drama con tintes de thriller político y orgullo patriótico que tiene en un portentoso Daniel Day-Lewis su mejor arma para cautivar al espectador y resistir el paso del tiempo como uno de los títulos más destacables de 2012. Oh, y un consejo. Si tenéis la opción, id a ver la película en versión original, el doblaje destruye el extraordinario trabajo de los actores (sobre todo el de Day-Lewis y Field)
Cuenta Spielberg que la figura de Lincoln le fascina desde que era niño, y llevaba años intentando filmar una película sobre el personaje pero el proyecto no terminaba de arrancar. Con la colaboración de Doris Kearns Goodwin —autora del libro en el que se basa el film, ‘Team of Rivals: The Political Genius of Abraham Lincoln’— y Tony Kushner —coguionista de ‘Munich’ (S. Spielberg, 2005)—, el cineasta retomó la idea y decidió centrar la acción en los últimos cuatro meses de la vida del presidente, el periodo en el que se abolió la esclavitud y terminó la guerra civil, en lugar de realizar un biopic que abarcara desde su nacimiento hasta su muerte —como hizo D.W. Griffith en 1930 (el Lincoln encarnado por Walter Huston era un tanto simplón)—.
Aunque Spielberg no descuida otros puntos de interés, como el conflicto bélico o la vida personal del presidente, el eje central de ‘Lincoln’ es la discusión y aprobación de la decimotercera enmienda en la cámara de representantes. Un asunto que permite al realizador explorar las habilidades políticas del protagonista, así como ejercitar sus propias habilidades como narrador, tratando de enganchar al público en un proceso donde no falta el suspense y la emoción. Spielberg se esfuerza por subrayar la importancia de lo que estaba en juego, restando impacto y verosimilitud a algunas escenas. Es como si los personajes fueran conscientes de lo que va a pasar, y hablaran con perspectiva histórica, a menudo con tono grave y profundo. Por fortuna, acertados destellos de humor equilibran la balanza.
No está inspirado el director con el ritmo y la exposición de los hechos, acaba cansando el incesante diálogo intercalado con miradas melancólicas de Lincoln y es muy fácil desconectar de la trama con tanta interrupción y tanto personaje secundario (a menos que seas un apasionado de la Historia o sea tu segundo visionado). No puedo evitar recomendar al lector —del mismo modo que Alberto me lo recomendó a mí— que recupere una de las joyas de Otto Preminger, ‘Tempestad sobre Washington’ (‘Advise & Consent’, 1962), que parece haber sido un referente para Spielberg a la hora de plasmar los entresijos del juego político. La comparación no le deja en buen lugar, y esto lo digo sin menosprecio alguno sobre el talento del responsable de ‘Lincoln’, uno de los más importantes cineastas vivos, maestro en el arte de emocionar al espectador. Por cierto, en algún que otro momento creí reconocer el estilo de otro grande, Clint Eastwood, su colaboración ha debido dejar huella.
Todos recordamos que Liam Neeson iba a ser el encargado de dar vida al Lincoln de Spielberg, hasta que decidió que había esperado demasiado y dejó el puesto vacante. Daniel Day-Lewis aceptó el papel y su interpretación es tan impresionante que nadie duda que ganará su tercer Oscar. El actor británico se mete en la piel del personaje y se pierde en él, se entrega hasta tal punto que en pocos minutos ha conseguido desaparecer y solo vemos y escuchamos a Lincoln; tanto es así que le invade a uno la tristeza en cierta escena final, como si fuera un testigo más en aquella habitación. Un formidable retrato al que contribuye la visión de Spielberg, la música de John Williams, la fotografía de Janusz Kaminski y el apoyo de compañeros de reparto, en especial Sally Field, David Strathairn y Jackie Earle Haley, que comparte una breve pero intensa negociación con el protagonista.
Es de agradecer que Spielberg haya procurado presentar a Abraham Lincoln de la manera más humana y realista que le ha sido posible —a fin de cuentas es su interpretación de un personaje al que admira (y una película, no un documental)—, de este modo no solo resulta más creíble sino que sus logros adquieren mayor mérito. Teniendo la película un centro de atención tan poderoso, llama la atención que se haya reunido un extenso y espectacular plantel de intérpretes. No hay tiempo para todos y es una pena que John Hawkes, Jared Harris o Joseph Gordon-Levitt estén tan desaprovechados. Por el contrario, Tommy Lee Jones saca jugo a sus pocos minutos y protagoniza una de las mejores secuencias de la película, cuando la cámara lo sigue y descubrimos el motivo de su apasionada defensa de la igualdad entre blancos y negros.
En definitiva, ‘Lincoln’ es un ambicioso, cuidado —sensacional diseño de producción de Rick Carter— y sólido drama con tintes de thriller político y orgullo patriótico que tiene en un portentoso Daniel Day-Lewis su mejor arma para cautivar al espectador y resistir el paso del tiempo como uno de los títulos más destacables de 2012. Oh, y un consejo. Si tenéis la opción, id a ver la película en versión original, el doblaje destruye el extraordinario trabajo de los actores (sobre todo el de Day-Lewis y Field)
CRITICA: SAW 3D (SAW VII)
Saw 3D se trata de la sexta y (teóricamente) última secuela de la saga El Juego del Miedo, iniciada con resonante suceso en el 2004. En realidad se trata de Saw VII, pero luego del megahit de Avatar, la tecnología 3D se ha contagiado como la gonorrea en la industria cinematográfica, y todo el mundo se dedicó a filmar / reconvertir películas en tres dimensiones, aprovechando que las entradas a dichos cines son más caras y permiten hacer una buena diferencia de caja. Ello también ha servido de excusa para resucitar sagas agotadas, que van desde Resident Evil y Saw hasta la inminente reconversión de la trilogía clásica de La Guerra de las Galaxias (y Jorgito Lucas sigue currando!). Y acá el chiste es mostrar tripas saltando de la pantalla y salpicando al público de la platea.
Pero si uno le saca la novelería tecnológica, Saw 3D es un pastiche mediocre. La saga ha caido en un estancamiento creativo y hace varias entregas que viene copiándose a sí misma y en demasía. He aquí a otro tipo que metió la pata y al que el asesino ha decidido tirarlo en un laberinto lleno de salas de tortura activadas automáticamente, en donde sus amigos / compañeros hacen de conejillos de indias. Los artefactos de tortura no estremecen y, lo que es peor, los efectos especiales parecen salidos de una pelicula serie Z - una ristra de chinculines no se ven convincentes como intestinos humanos, y todos los cuerpos parecen maniquíes baratos -.
Pero en realidad el mayor problema de Saw 3D es el director Kevin Greutert, que simplemente es un inepto. Greutert es incapaz de generar el más mínimo grado de shock con las muertes, e incluso arruina toda la tensión que implica el duelo entre la viuda y el secuaz de Jigsaw. La secuencia inicial - en donde dos muchachos están atados a sierras interconectadas y deben matarse mutuamente porque, sino, la chica que sale con ambos será rebanada por una tercera sierra que está en el medio - está rodada como el demonio, desperdiciando todas las posibilidades de dicho escenario (la desesperación de la chica, los protagonistas, el público). Ni siquiera el regreso del histórico Cary Elwes (primera víctima de Jigsaw en El Juego del Miedo I) ni el cameo obligatorio de Tobin Bell (el Jigsaw original) tienen el peso, el misterio y los minutos de pantalla que se merecían. Por contra, Greutert y los libretistas le dedican muchísimo más tiempo a una parva de personajes mal escritos y, lo que es peor, mal actuados. El principal ofensor de los sentidos es Chad Donella - que hace del detective Gibson, quien le sigue el rastro a Hoffman -, el que parece estúpido y gesticula de manera irritante. Luego está el ex Joven Indiana Jones Sean Patrick Flanery, que tiene toda la pinta de un tipo deformado por años de alcoholismo (qué le ha pasado a este hombre?), y es extremadamente chato como protagonista. Costas Mandylor sigue siendo un flaco reemplazo de Tobin Bell y la única que podía destilar amenaza y locura es Betsy Russell como la viuda de Jigsaw, pero el libreto se empeña en tenerla poco tiempo en escena.
La última película que me gustó de la saga fue Saw IV; luego de eso el director Darren Lynn Bousman se fue y la serie comenzó a hundirse de manera cada vez más pronunciada. Saw 3D es efectista, insulsa y rutinaria. En los últimos 10 minutos el filme mejora un poco la puntería, aunque las explicaciones y giros de tuerca son demasiado traídos de los pelos. La suerte de algunos de los protagonistas está definida de manera gratuita y con el simple cometido de explotar el 3D, lanzando tripas a la pantalla. Y ni siquiera provee la gran y satisfactoria conclusión que pretende vender, ya que todo está abierto para una futura Saw VIII. A mi juicio, la saga ya ha pasado hace rato el límite de lo potable, especialmente después de la forzada inclusión de Costas Mandylor; pero, como la taquilla manda y las secuelas son muy baratas de producir, no sería de extrañar que tengamos otro capítulo para el año que viene, algo que no me entusiasma en lo más mínimo.
Pero si uno le saca la novelería tecnológica, Saw 3D es un pastiche mediocre. La saga ha caido en un estancamiento creativo y hace varias entregas que viene copiándose a sí misma y en demasía. He aquí a otro tipo que metió la pata y al que el asesino ha decidido tirarlo en un laberinto lleno de salas de tortura activadas automáticamente, en donde sus amigos / compañeros hacen de conejillos de indias. Los artefactos de tortura no estremecen y, lo que es peor, los efectos especiales parecen salidos de una pelicula serie Z - una ristra de chinculines no se ven convincentes como intestinos humanos, y todos los cuerpos parecen maniquíes baratos -.
Pero en realidad el mayor problema de Saw 3D es el director Kevin Greutert, que simplemente es un inepto. Greutert es incapaz de generar el más mínimo grado de shock con las muertes, e incluso arruina toda la tensión que implica el duelo entre la viuda y el secuaz de Jigsaw. La secuencia inicial - en donde dos muchachos están atados a sierras interconectadas y deben matarse mutuamente porque, sino, la chica que sale con ambos será rebanada por una tercera sierra que está en el medio - está rodada como el demonio, desperdiciando todas las posibilidades de dicho escenario (la desesperación de la chica, los protagonistas, el público). Ni siquiera el regreso del histórico Cary Elwes (primera víctima de Jigsaw en El Juego del Miedo I) ni el cameo obligatorio de Tobin Bell (el Jigsaw original) tienen el peso, el misterio y los minutos de pantalla que se merecían. Por contra, Greutert y los libretistas le dedican muchísimo más tiempo a una parva de personajes mal escritos y, lo que es peor, mal actuados. El principal ofensor de los sentidos es Chad Donella - que hace del detective Gibson, quien le sigue el rastro a Hoffman -, el que parece estúpido y gesticula de manera irritante. Luego está el ex Joven Indiana Jones Sean Patrick Flanery, que tiene toda la pinta de un tipo deformado por años de alcoholismo (qué le ha pasado a este hombre?), y es extremadamente chato como protagonista. Costas Mandylor sigue siendo un flaco reemplazo de Tobin Bell y la única que podía destilar amenaza y locura es Betsy Russell como la viuda de Jigsaw, pero el libreto se empeña en tenerla poco tiempo en escena.
La última película que me gustó de la saga fue Saw IV; luego de eso el director Darren Lynn Bousman se fue y la serie comenzó a hundirse de manera cada vez más pronunciada. Saw 3D es efectista, insulsa y rutinaria. En los últimos 10 minutos el filme mejora un poco la puntería, aunque las explicaciones y giros de tuerca son demasiado traídos de los pelos. La suerte de algunos de los protagonistas está definida de manera gratuita y con el simple cometido de explotar el 3D, lanzando tripas a la pantalla. Y ni siquiera provee la gran y satisfactoria conclusión que pretende vender, ya que todo está abierto para una futura Saw VIII. A mi juicio, la saga ya ha pasado hace rato el límite de lo potable, especialmente después de la forzada inclusión de Costas Mandylor; pero, como la taquilla manda y las secuelas son muy baratas de producir, no sería de extrañar que tengamos otro capítulo para el año que viene, algo que no me entusiasma en lo más mínimo.
Critica: SAW VI
Saw VI es la quinta secuela de la saga comenzada en el 2004 por James Wan y Leigh Whannell. A esta altura los creativos originales de la serie partieron después de Saw III, y la franquicia quedó en manos de Marcus Dunstan y Patrick Melton (Feast), pero la dupla comenzó a padecer los efectos de una historia demasiado estirada. Para colmo, la muerte del Jigsaw original (producida en el capítulo III) le quitó una gran cantidad de fuerza a la serie y, si bien Tobin Bell sigue apareciendo en flashbacks, los últimos filmes parecen demasiado nostálgicos de haber perdido al carismático villano principal. Los reemplazos de turno apenas le llegan a los talones.
Saw VI es una mejora respecto de la entrega anterior. Mientras que en las partes IV y V las cosas parecían decantarse por vendettas personales (y eliminación de perseguidores) del detective Hoffman, al menos aquí se retoma el tono moralista de la primera trilogía y la historia se centra más en las motivaciones personales del desaparecido John Kramer. La historia parece levemente más cuidada, y hay un giro final que genera cierta expectativa sobre una futura Saw VII.
El primer y gran problema de la serie es que, a esta altura, se trata de un producto sólo para los fans. Para cualquier neófito resulta inescrutable descifrar qué hacen y quienes son estas personas que, para colmo, están envueltas en una serie de rebuscadas relaciones personales. John Kramer aparece en flashbacks o bien como alucinaciones que se le presentan a su esposa; la aparentemente inocente viuda de Jigsaw comienza a participar de los planes póstumos de su marido; el secuaz de Jigsaw es el detective Hoffman (Costas Mandylor), que carece de carisma y cuyo intérprete da una perfomance chatísima. Aún habiendo visto de corrido (y hace muy poco) los cinco capítulos anteriores de la saga, a uno le da la impresión de que se le escapan detalles.
ofertas en software de facturacion para empresas de Sistema Isis El otro detalle es que la historia se ramifica tanto que se perdió completamente el clima claustrofóbico de los primeros tiempos. Que Hoffman se la pase escabulléndose de las autoridades debería generar tensión, pero a su vez termina por hacer más vulgar al villano... y el desempeño de Costas Mandylor definitivamente no ayuda. Cada flashback de John Kramer añade un poco de confusión, y nos hace extrañar cuando Tobin Bell estaba vivo. Y si bien las trampas siguen siendo sangrientas (en especial la primera que es shockeante), nos parecen rutinarias a este punto, lo que es una prueba evidente del desgaste que ha sufrido la saga.
Uno de los giros que tomaron los guionistas fue descargar sus dardos contra el sistema financiero y médico norteamericano - bajo una fuerte crítica después de su responsabilidad en la actual crisis económica, las políticas de salud de Brack Obama y filmes como Sicko de Michael Moore -, algo que terminó por festejar una parte de la crítica yanqui. Aquí las víctimas de turno son prestamistas y aseguradores médicos, que terminan recibiendo lo que se merecen. A su vez todo el esquema de trampas mortales está diseñado como una especie de balanzas, en donde los protagonistas deben dejar algún que otro miembro para salvar a otros que están a punto de ser masacrados en alguno de los juguetitos de Jigsaw. Pero salvando la primera escena, el resto está simplemente ok. La serie ha perdido impacto en tal sentido, aún con el despliegue de tripas exhibido en pantalla, simplemente porque la mitad del tiempo estamos viendo otras historias - el legado para la viuda de Jigsaw, la evasión de Hoffman -.
Hay una sorpresa final que resulta una apuesta fuerte por parte de los guionistas. Sinceramente no tengo ni idea de cómo podrán construir Saw VII - van a tener que quemar muchas neuronas para armar una historia inteligente y apasionante -, pero a esta altura no es algo que me quite el sueño. Ya la saga ha entrado en un nivel de desgaste que resulta medianamente entretenida pero no alcanza la originalidad ni la excitación de las primeras entregas.
Saw VI es una mejora respecto de la entrega anterior. Mientras que en las partes IV y V las cosas parecían decantarse por vendettas personales (y eliminación de perseguidores) del detective Hoffman, al menos aquí se retoma el tono moralista de la primera trilogía y la historia se centra más en las motivaciones personales del desaparecido John Kramer. La historia parece levemente más cuidada, y hay un giro final que genera cierta expectativa sobre una futura Saw VII.
El primer y gran problema de la serie es que, a esta altura, se trata de un producto sólo para los fans. Para cualquier neófito resulta inescrutable descifrar qué hacen y quienes son estas personas que, para colmo, están envueltas en una serie de rebuscadas relaciones personales. John Kramer aparece en flashbacks o bien como alucinaciones que se le presentan a su esposa; la aparentemente inocente viuda de Jigsaw comienza a participar de los planes póstumos de su marido; el secuaz de Jigsaw es el detective Hoffman (Costas Mandylor), que carece de carisma y cuyo intérprete da una perfomance chatísima. Aún habiendo visto de corrido (y hace muy poco) los cinco capítulos anteriores de la saga, a uno le da la impresión de que se le escapan detalles.
ofertas en software de facturacion para empresas de Sistema Isis El otro detalle es que la historia se ramifica tanto que se perdió completamente el clima claustrofóbico de los primeros tiempos. Que Hoffman se la pase escabulléndose de las autoridades debería generar tensión, pero a su vez termina por hacer más vulgar al villano... y el desempeño de Costas Mandylor definitivamente no ayuda. Cada flashback de John Kramer añade un poco de confusión, y nos hace extrañar cuando Tobin Bell estaba vivo. Y si bien las trampas siguen siendo sangrientas (en especial la primera que es shockeante), nos parecen rutinarias a este punto, lo que es una prueba evidente del desgaste que ha sufrido la saga.
Uno de los giros que tomaron los guionistas fue descargar sus dardos contra el sistema financiero y médico norteamericano - bajo una fuerte crítica después de su responsabilidad en la actual crisis económica, las políticas de salud de Brack Obama y filmes como Sicko de Michael Moore -, algo que terminó por festejar una parte de la crítica yanqui. Aquí las víctimas de turno son prestamistas y aseguradores médicos, que terminan recibiendo lo que se merecen. A su vez todo el esquema de trampas mortales está diseñado como una especie de balanzas, en donde los protagonistas deben dejar algún que otro miembro para salvar a otros que están a punto de ser masacrados en alguno de los juguetitos de Jigsaw. Pero salvando la primera escena, el resto está simplemente ok. La serie ha perdido impacto en tal sentido, aún con el despliegue de tripas exhibido en pantalla, simplemente porque la mitad del tiempo estamos viendo otras historias - el legado para la viuda de Jigsaw, la evasión de Hoffman -.
Hay una sorpresa final que resulta una apuesta fuerte por parte de los guionistas. Sinceramente no tengo ni idea de cómo podrán construir Saw VII - van a tener que quemar muchas neuronas para armar una historia inteligente y apasionante -, pero a esta altura no es algo que me quite el sueño. Ya la saga ha entrado en un nivel de desgaste que resulta medianamente entretenida pero no alcanza la originalidad ni la excitación de las primeras entregas.
Critica: SAW V
Esta es la cuarta secuela del hit del 2004 Saw, que terminaría por revolucionar el cine de terror moderno. Siendo un pequeño clásico del género, rápidamente dispararía numerosas continuaciones para continuar haciendo caja con la saga, aunque los creativos originales la irían abandonando por el camino. Los guionistas y el director original - Leigh Whannell y James Wan - llegaron hasta Saw III y siguieron como productores ejecutivos; y el director Darren Lynn Bousman (de la II, III y IV) daría su adiós en el filme anterior. Para la quinta parte ingresa David Hackl, director de segunda unidad de las películas anteriores.
Pero Saw V termina resultando decepcionante. Al menos Saw IV tenía un giro de tuerca interesante, siendo una historia contada en paralelo a los hechos ocurridos en Saw III, y mientras Jigsaw estaba vivo. Pero desaparecido el asesino serial, sólo nos queda ver a John Kramer en flashbacks... y uno termina por extrañarlo. Acá hay todo un elaborado emparche para acomodar al detective Hoffman como secuaz de Jigsaw, pero Costas Mandylor carece del carisma de Tobin Bell y sus motivaciones terminan siendo mucho más egoístas - vengar el asesinato de su hermana, liquidar a quienes sospechan de él -. Si bien éste es un film que narra los orígenes de un personaje, no hay nada de fascinante en él. Todo se ve demasiado vulgar: Hoffman motivado por la venganza, trampas que no tienen nada de extraordinario o han sido copiadas de otras fuentes (como El Pozo y el Péndulo de Edgar Allan Poe), y personajes demasiado huecos. En realidad, todo indica que Hoffman, como sucesor de Jigsaw, está haciendo trampas sobre el juego y sobre sus verdaderas intenciones moralizantes. De hecho la subtrama de los cinco prisioneros (al estilo de Saw II) se basa en un esquema armado que dejó Jigsaw antes de morir.
El film tenía algunas oportunidades de redimirse. (alerta: spoilers) La primera es la elección del quinteto involucrado en los juegos, que parece estar al tanto de las reglas de antemano, y lo cual podría haber resultado fascinante de ver a participantes logrando trampear los mecanismos del juego. Pero los intérpretes más interesantes son despachados demasiado pronto. La segunda, que queda como posibilidad abierta, es el legado de un caja de Jigsaw que recibe la ex esposa, que posiblemente contenga la identidad de Hoffman así como otros secretos para develar en la próxima secuela. Si yo fuera guionista de la saga, pondría al personaje de Jill Tuck defendiendo el legado de su esposo, y haciendo caer a Hoffman en un laberinto de trampas ya que se encuentra falseando los propósitos del juego. Pero la película no intenta hacer nada con ello, y todo se ve demasiado rutinario. Incluso la sorpresa final se ve demasiado artificial, además de dejar una buena cantidad de cabos sueltos. (fin de spoilers).
Saw V no es un mal film. Simplemente es demasiado chato. Falta creatividad en las trampas, más tiempo de Jigsaw en pantalla (aunque sea en flashbacks), menos tiempo de Hoffman en escena (Costas Mandylor es demasiado opaco y no inspira amenaza), y más vueltas de tuercas. Marcus Dunstan y Patrick Melton pudieron haber estado medianamente inspirados en Saw IV, pero aquí el libreto es muy tibio y la dirección de David Hackl no le da temperatura suficiente para calentar las cosas.
Pero Saw V termina resultando decepcionante. Al menos Saw IV tenía un giro de tuerca interesante, siendo una historia contada en paralelo a los hechos ocurridos en Saw III, y mientras Jigsaw estaba vivo. Pero desaparecido el asesino serial, sólo nos queda ver a John Kramer en flashbacks... y uno termina por extrañarlo. Acá hay todo un elaborado emparche para acomodar al detective Hoffman como secuaz de Jigsaw, pero Costas Mandylor carece del carisma de Tobin Bell y sus motivaciones terminan siendo mucho más egoístas - vengar el asesinato de su hermana, liquidar a quienes sospechan de él -. Si bien éste es un film que narra los orígenes de un personaje, no hay nada de fascinante en él. Todo se ve demasiado vulgar: Hoffman motivado por la venganza, trampas que no tienen nada de extraordinario o han sido copiadas de otras fuentes (como El Pozo y el Péndulo de Edgar Allan Poe), y personajes demasiado huecos. En realidad, todo indica que Hoffman, como sucesor de Jigsaw, está haciendo trampas sobre el juego y sobre sus verdaderas intenciones moralizantes. De hecho la subtrama de los cinco prisioneros (al estilo de Saw II) se basa en un esquema armado que dejó Jigsaw antes de morir.
El film tenía algunas oportunidades de redimirse. (alerta: spoilers) La primera es la elección del quinteto involucrado en los juegos, que parece estar al tanto de las reglas de antemano, y lo cual podría haber resultado fascinante de ver a participantes logrando trampear los mecanismos del juego. Pero los intérpretes más interesantes son despachados demasiado pronto. La segunda, que queda como posibilidad abierta, es el legado de un caja de Jigsaw que recibe la ex esposa, que posiblemente contenga la identidad de Hoffman así como otros secretos para develar en la próxima secuela. Si yo fuera guionista de la saga, pondría al personaje de Jill Tuck defendiendo el legado de su esposo, y haciendo caer a Hoffman en un laberinto de trampas ya que se encuentra falseando los propósitos del juego. Pero la película no intenta hacer nada con ello, y todo se ve demasiado rutinario. Incluso la sorpresa final se ve demasiado artificial, además de dejar una buena cantidad de cabos sueltos. (fin de spoilers).
Saw V no es un mal film. Simplemente es demasiado chato. Falta creatividad en las trampas, más tiempo de Jigsaw en pantalla (aunque sea en flashbacks), menos tiempo de Hoffman en escena (Costas Mandylor es demasiado opaco y no inspira amenaza), y más vueltas de tuercas. Marcus Dunstan y Patrick Melton pudieron haber estado medianamente inspirados en Saw IV, pero aquí el libreto es muy tibio y la dirección de David Hackl no le da temperatura suficiente para calentar las cosas.
CRITICA: SAW IV
Esta es la tercera secuela del éxito del 2004 Saw, que marcara un hito en el género del terror. Pero aquí los creativos originales de la saga - James Wan y Leigh Whanell - han desaparecido de los rubros de la producción, y el producto comienza a descender de calidad. Hay shocks - sin duda - y más sangre que en otras entregas anteriores, pero a uno le da la impresión de que las motivaciones originales del asesino Jigsaw se han perdido por el camino, y solo va quedando el gore por el gore mismo.
Hay un aspecto fascinante de Saw IV - y que redime al film -, que es la historia de origen del asesino. Es una pieza realmente bien desarrollada - John Kramer es un ingeniero exitoso que ha construído una clínica de rehabilitación para su esposa médica, y que por culpa de uno de los pacientes drogadictos ha perdido el embarazo, lo cual dispara su sed de venganza y justicia -. Aún con todo el caudal de muertes que tiene a cuestas, uno no deja de sentir cierta simpatía por Kramer - y la personificación de Tobin Bell le va en saga -. Quizás sea que, como dijimos en otra reseña, este asesino tiene una especie de filosofía zen interna que le da una estatura superior al del loco homicida habitual del cine de terror. Como sea, esa porción del relato está narrada casi como el surgimiento de un super héroe - los motivos, la transformación, las primeras herramientas -. La muerte de la primera víctima de Jigsaw - el asesino de su hijo - es inquietantemente regocijante.
ofertas en software de facturacion para empresas de Sistema Isis El problema es el resto de la historia, donde todo viene traído de los pelos. (alerta: fuertes spoilers). Uno a esta altura ha aprendido los mecanismos del universo de la saga, y sabe esperar los trucos. Por ejemplo, que en algún momento el tiempo es manejado de otro modo (pensamos que es un flashback y se trata de algo que sucede ahora o viceversa), y que los secuaces de Jigsaw siempre están en la escena del crimen. En el caso de esta película, omita la escena inicial de la autopsia, y usted se dará cuenta de que se trata un relato paralelo a los hechos de Saw III, donde el inicio de Saw IV es simplemente su final. Ok, es un buen truco, el tema es que las motivaciones de los secuaces de Jigsaw no quedan claras; los castigos que aplica el asesino tienen motivaciones muy traídas de los pelos en la mayoría de los casos; el camino del oficial Rigg es demasiado tortuoso y dependiente de coincidencias; las trampas que pone a veces exceden lo creíble - no por lo elaborado, sino porque están montadas fuera del laboratorio de torturas de Jigsaw: en un hotel, en una comisaría abandonada, en un matadero... -. A uno le da la impresión que aún viendo el filme por segunda vez y conociendo cómo caen las piezas de este rompecabezas, hay varios Deux Ex Machina dando vueltas - el abogado, cómo Rigg descubre el paradero de los detectives, etc - (fin de spoilers).
El tema es que, más allá de los trucos narrativos con la sucesión de los hechos, hay personajes que surgen de la nada, y motivaciones que quedan en el misterio - como el dichoso secuaz de Jigsaw -. El problema principal pasa porque, una vez conocidos los destinos del asesino y su secuaz en Saw III, lo que sigue es una improvisación para encajar con calzador personajes que puedan mantener viva la saga mientras ésta recaude bien en la taquilla. Aquí las muertes y las trampas son excesivamente sádicas y sangrientas, pero como no hay tiempo para desarrollar los papeles, el espectador se limita a ver un grupo de extraños torturándose mutuamente. Al traer a personajes de los filmes previos, la película intenta compensar la carencia de desarrollo de los mismos - Kramer, Amanda, Rigg, Matthews -, sólo para pasarlos por la moledora y que su masacre nos emocione de algún modo. Pero, para el espectador recién llegado a la serie, es simplemente un dolor de cabeza porque le resulta imposible saber quién es quién y por qué ocurre lo que ocurre. Pareciera que es un producto sólo para fans, que se complace en el gore y en lo intrincado de sus sádicas trampas, pero que ha terminado por descuidar el aspecto intelectual y moralizante (en un violento sentido) de la prédica de Jigsaw, que era lo mas fascinante. Con excepción de la historia de origen del asesino, el resto es bastante hueco y se restringe a una rutina de extrema violencia.
Hay un aspecto fascinante de Saw IV - y que redime al film -, que es la historia de origen del asesino. Es una pieza realmente bien desarrollada - John Kramer es un ingeniero exitoso que ha construído una clínica de rehabilitación para su esposa médica, y que por culpa de uno de los pacientes drogadictos ha perdido el embarazo, lo cual dispara su sed de venganza y justicia -. Aún con todo el caudal de muertes que tiene a cuestas, uno no deja de sentir cierta simpatía por Kramer - y la personificación de Tobin Bell le va en saga -. Quizás sea que, como dijimos en otra reseña, este asesino tiene una especie de filosofía zen interna que le da una estatura superior al del loco homicida habitual del cine de terror. Como sea, esa porción del relato está narrada casi como el surgimiento de un super héroe - los motivos, la transformación, las primeras herramientas -. La muerte de la primera víctima de Jigsaw - el asesino de su hijo - es inquietantemente regocijante.
ofertas en software de facturacion para empresas de Sistema Isis El problema es el resto de la historia, donde todo viene traído de los pelos. (alerta: fuertes spoilers). Uno a esta altura ha aprendido los mecanismos del universo de la saga, y sabe esperar los trucos. Por ejemplo, que en algún momento el tiempo es manejado de otro modo (pensamos que es un flashback y se trata de algo que sucede ahora o viceversa), y que los secuaces de Jigsaw siempre están en la escena del crimen. En el caso de esta película, omita la escena inicial de la autopsia, y usted se dará cuenta de que se trata un relato paralelo a los hechos de Saw III, donde el inicio de Saw IV es simplemente su final. Ok, es un buen truco, el tema es que las motivaciones de los secuaces de Jigsaw no quedan claras; los castigos que aplica el asesino tienen motivaciones muy traídas de los pelos en la mayoría de los casos; el camino del oficial Rigg es demasiado tortuoso y dependiente de coincidencias; las trampas que pone a veces exceden lo creíble - no por lo elaborado, sino porque están montadas fuera del laboratorio de torturas de Jigsaw: en un hotel, en una comisaría abandonada, en un matadero... -. A uno le da la impresión que aún viendo el filme por segunda vez y conociendo cómo caen las piezas de este rompecabezas, hay varios Deux Ex Machina dando vueltas - el abogado, cómo Rigg descubre el paradero de los detectives, etc - (fin de spoilers).
El tema es que, más allá de los trucos narrativos con la sucesión de los hechos, hay personajes que surgen de la nada, y motivaciones que quedan en el misterio - como el dichoso secuaz de Jigsaw -. El problema principal pasa porque, una vez conocidos los destinos del asesino y su secuaz en Saw III, lo que sigue es una improvisación para encajar con calzador personajes que puedan mantener viva la saga mientras ésta recaude bien en la taquilla. Aquí las muertes y las trampas son excesivamente sádicas y sangrientas, pero como no hay tiempo para desarrollar los papeles, el espectador se limita a ver un grupo de extraños torturándose mutuamente. Al traer a personajes de los filmes previos, la película intenta compensar la carencia de desarrollo de los mismos - Kramer, Amanda, Rigg, Matthews -, sólo para pasarlos por la moledora y que su masacre nos emocione de algún modo. Pero, para el espectador recién llegado a la serie, es simplemente un dolor de cabeza porque le resulta imposible saber quién es quién y por qué ocurre lo que ocurre. Pareciera que es un producto sólo para fans, que se complace en el gore y en lo intrincado de sus sádicas trampas, pero que ha terminado por descuidar el aspecto intelectual y moralizante (en un violento sentido) de la prédica de Jigsaw, que era lo mas fascinante. Con excepción de la historia de origen del asesino, el resto es bastante hueco y se restringe a una rutina de extrema violencia.
Critica: SAW III
Esta es la segunda secuela del hit de horror Saw (2004). Para esta altura la saga ya era un producto de los estudios, y los creadores de la misma - Leigh Whannell y James Wan - habían pasado a un segundo plano, como guionistas y/o productores. De hecho, ésta sería la última participación de los mismos en la serie.
Saw creó el universo, y Saw II era una historia algo inferior pero aceptable en sus propios términos. Pero a partir de Saw III los lineamientos comienzan a decantarse hacia otro punto - las tramas ya no son independientes entre sí, sino que empiezan a construirse en base a filmes previos, creando una mitología que sólo los seguidores de la saga pueden conocer -. Esto queda en evidencia en el film siguiente, Saw IV, que es totalmente inentendible si uno no vino prestando atención a las películas anteriores. A uno le da la impresión de que los autores - Whannell, Wan, y los que les siguieron - han intentado crear un universo al estilo de la serie de TV Lost, con historias paralelas, flashbacks que son tomados por historias en tiempo presente, cabos sueltos que quedan para resolver en secuelas posteriores, y huecos en la historia que son aprovechados en guiones futuros para incluir la aparición de algún personaje sorpresivo. También quedan en evidencia las intenciones de Whannell y Wan de cerrar una trilogía aquí, y desligarse del asunto libres de cargo de conciencia, dejando que los estudios canibalicen a su albedrío la historia de Jigsaw y sus seguidores.
Es imposible hablar de Saw III sin mencionar a Saw IV, y dar spoilers sobre dichos filmes. Le sugiero que vea ambas películas en seguidilla antes de proseguir leyendo la review. (alerta: spoilers). Ciertamente el carácter del detective Hoffman aparece aquí, aunque sea muy fugazmente (un cameo del cual uno puede desconfiar, ya que si bien Costas Mandylor no es una primera figura, al menos es una cara medianamente conocida). Encastrar a Hoffman como seguidor de Jigsaw es algo traído de los pelos, ya que en la escena de Dina Meyer atrapada, sólo aparece Amanda (Shawnee Smith). Lo que sí va quedando claro es que las muertes que (uno presume) se le asignan a Hoffman ya no tienen que ver con las lecciones morales de Jigsaw sino con un intento de eliminar testigos o gente que va tras su pista. Pero más allá del aspecto viable (o no) de la continuidad de Saw IV, es un filme interesante e intenso. Muchos se ensañan con la dirección de Darren Lynn Bousman, plena de cortes rápidos y carente de suspenso, pero también es cierto de que el director apela a ese tipo de edición en los casos de las trampas más sangrientas (de otra manera, resultaría imposible de soportar). El libreto es bastante rico en ideas para terminar por dar un cierre a algunas cosas sueltas - aunque no dice nada del destino de Lawrence Gordon, aparecen el detective Matthews de Saw II y Adam del primer filme -. Y en particular, es muy interesante sobre el desarrollo de Amanda, convertida en secuaz de Jigsaw. La interacción entre la ex drogadicta y el asesino es intensa y, a pesar de todos los desmanes que comete, Jigsaw sigue siendo un personaje absorbente de ver. El de la saga es un universo fiel a sus ideas - los muertos definitivamente están muertos; no hay resucitaciones mágicas al estilo de Halloween o Martes 13 -, que a su vez cambia de locaciones y personajes en cada entrega. Al menos el estudio no se ha empeñado en regurgitar siempre lo mismo - bah, el tema de las trampas comienza a repetirse -, y procura darle aire a los personajes. (ojo, que siguen los spoilers)
(y continúan los spoilers). Quizás uno de los problemas que tenga la serie, es que ninguna de las víctimas es suficientemente inteligente para retar a Jigsaw en su propia arena. De todos ellos, Angus Macfadyen posiblemente sea el mejorcito pero no por mucho. Al menos su personaje está mejor construído que los idiotas de Saw II, que se la pasaban gritando todo el tiempo. Pero hay mucho de trágico en el papel de Jeff, no sólo por el tema de la muerte de su hijo sino por las revelaciones que se producen cerca del final. En sí, todo parece una oda a la miseria humana. En el medio, las trampas van de lo idiota y repulsivo - como el contenedor donde licúan a los cerdos - a lo sanguinario como el desmembramiento de la policía y del supuesto asesino del hijo de Jeff. Y el clímax es particularmente sangriento, donde la justicia que clama la platea se desbalancea por la tragedia que ella provoca. Hay otras cosas traídas de los pelos - la operación casera al cerebro de Jigsaw, por ejemplo -, pero el filme lo compensa con bastante background hacia la relación del asesino con Amanda. (fin de spoilers).
Saw III será muy sangrienta y Lynn Bousman no será el mejor director del mundo, pero es un filme intenso. A los cinco minutos ya estamos involucrados en la historia, y no te abandona hasta el final. éste debería haber sido el capítulo final de las aventuras de Jigsaw, pero los estudios lo estirarían por lo menos dos veces más. La reseñada Saw IV, Saw V, y la futura Saw VI (2009).
Saw creó el universo, y Saw II era una historia algo inferior pero aceptable en sus propios términos. Pero a partir de Saw III los lineamientos comienzan a decantarse hacia otro punto - las tramas ya no son independientes entre sí, sino que empiezan a construirse en base a filmes previos, creando una mitología que sólo los seguidores de la saga pueden conocer -. Esto queda en evidencia en el film siguiente, Saw IV, que es totalmente inentendible si uno no vino prestando atención a las películas anteriores. A uno le da la impresión de que los autores - Whannell, Wan, y los que les siguieron - han intentado crear un universo al estilo de la serie de TV Lost, con historias paralelas, flashbacks que son tomados por historias en tiempo presente, cabos sueltos que quedan para resolver en secuelas posteriores, y huecos en la historia que son aprovechados en guiones futuros para incluir la aparición de algún personaje sorpresivo. También quedan en evidencia las intenciones de Whannell y Wan de cerrar una trilogía aquí, y desligarse del asunto libres de cargo de conciencia, dejando que los estudios canibalicen a su albedrío la historia de Jigsaw y sus seguidores.
Es imposible hablar de Saw III sin mencionar a Saw IV, y dar spoilers sobre dichos filmes. Le sugiero que vea ambas películas en seguidilla antes de proseguir leyendo la review. (alerta: spoilers). Ciertamente el carácter del detective Hoffman aparece aquí, aunque sea muy fugazmente (un cameo del cual uno puede desconfiar, ya que si bien Costas Mandylor no es una primera figura, al menos es una cara medianamente conocida). Encastrar a Hoffman como seguidor de Jigsaw es algo traído de los pelos, ya que en la escena de Dina Meyer atrapada, sólo aparece Amanda (Shawnee Smith). Lo que sí va quedando claro es que las muertes que (uno presume) se le asignan a Hoffman ya no tienen que ver con las lecciones morales de Jigsaw sino con un intento de eliminar testigos o gente que va tras su pista. Pero más allá del aspecto viable (o no) de la continuidad de Saw IV, es un filme interesante e intenso. Muchos se ensañan con la dirección de Darren Lynn Bousman, plena de cortes rápidos y carente de suspenso, pero también es cierto de que el director apela a ese tipo de edición en los casos de las trampas más sangrientas (de otra manera, resultaría imposible de soportar). El libreto es bastante rico en ideas para terminar por dar un cierre a algunas cosas sueltas - aunque no dice nada del destino de Lawrence Gordon, aparecen el detective Matthews de Saw II y Adam del primer filme -. Y en particular, es muy interesante sobre el desarrollo de Amanda, convertida en secuaz de Jigsaw. La interacción entre la ex drogadicta y el asesino es intensa y, a pesar de todos los desmanes que comete, Jigsaw sigue siendo un personaje absorbente de ver. El de la saga es un universo fiel a sus ideas - los muertos definitivamente están muertos; no hay resucitaciones mágicas al estilo de Halloween o Martes 13 -, que a su vez cambia de locaciones y personajes en cada entrega. Al menos el estudio no se ha empeñado en regurgitar siempre lo mismo - bah, el tema de las trampas comienza a repetirse -, y procura darle aire a los personajes. (ojo, que siguen los spoilers)
(y continúan los spoilers). Quizás uno de los problemas que tenga la serie, es que ninguna de las víctimas es suficientemente inteligente para retar a Jigsaw en su propia arena. De todos ellos, Angus Macfadyen posiblemente sea el mejorcito pero no por mucho. Al menos su personaje está mejor construído que los idiotas de Saw II, que se la pasaban gritando todo el tiempo. Pero hay mucho de trágico en el papel de Jeff, no sólo por el tema de la muerte de su hijo sino por las revelaciones que se producen cerca del final. En sí, todo parece una oda a la miseria humana. En el medio, las trampas van de lo idiota y repulsivo - como el contenedor donde licúan a los cerdos - a lo sanguinario como el desmembramiento de la policía y del supuesto asesino del hijo de Jeff. Y el clímax es particularmente sangriento, donde la justicia que clama la platea se desbalancea por la tragedia que ella provoca. Hay otras cosas traídas de los pelos - la operación casera al cerebro de Jigsaw, por ejemplo -, pero el filme lo compensa con bastante background hacia la relación del asesino con Amanda. (fin de spoilers).
Saw III será muy sangrienta y Lynn Bousman no será el mejor director del mundo, pero es un filme intenso. A los cinco minutos ya estamos involucrados en la historia, y no te abandona hasta el final. éste debería haber sido el capítulo final de las aventuras de Jigsaw, pero los estudios lo estirarían por lo menos dos veces más. La reseñada Saw IV, Saw V, y la futura Saw VI (2009).
Critica: SAW II
Esta es la primera de las secuelas de Saw, El Juego Del Miedo (2004). A pesar de sus fallas, el filme de James Wan es un pequeño clásico ya que trajo una serie de ideas innovadoras al género que fascinaron al público. También es cierto que a partir de Saw, el cine de horror se fue decantando hacia el borde de la pornografía gore - Hostel, Feast, etc. -.
Es curioso notar ese punto porque la primera Saw es sangrienta pero no tan extrema como otros clones posteriores. Sin dudas es un filme sádico, pero el gore que tiene es bastante limitado. En comparación, sus imitadores decidieron tomar lo superficial - el sadismo - y llevarlo más allá del límite, transformándolo en algo explícito. Algo de exposición banal, muerte terrible (o desmembramiento), un poco más de diálogo, etc., en vez de percibir que lo que al público le gustó de Saw eran los giros de tuerca. Así como las plateas del mundo se fascinaron con Hannibal Lecter, hay cierto morbo en contemplar la inteligencia de un villano en acción, que posee una teoría propia sobre la moral a la vez que es expeditivo y termina por salirse con la suya. Quizás sean tiempos nihilistas, en los que los héroes de esta época (o los personajes más admirados) terminen siendo los asesinos seriales. Pecados Capitales, Zodíaco, la serie de TV Dexter, son ejemplos de películas que fascinan al público no tanto por su morbo sino porque estos individuos - teóricamente despreciables - son realmente sagaces.
Mientras que en el film original Jigsaw era un personaje en las sombras, acá ocupa primerísimo plano. El asesino es atrapado, pero uno asume que un individuo así no se va a entregar tan fácilmente, así que sospecha de que tiene varios ases en la manga. En el sillón del director está Darren Lynn Bousman, mientras que los creadores de la saga - James Wan y Leigh Whannell - pasan a los puestos de productores (y en el caso de Whannell, de coguionista). Lo primero que uno percibe es que Lynn Bousman es menos tímido que Wan al momento de exhibir sangre en el celuloide - la primera escena, con el voyeur atrapado en una máscara de clavos que se cerrará sobre su rostro mientras debe encontrar la llave para desactivarla ... escondida detrás de sus ojos!!, es sencillamente shockeante -. El tema es que después, si bien el filme está muy bien, entra en una rutina de personajes de cartón pintado que diluye la tensión inicial. Uno esperaba muchos más trucos mortales de Jigsaw, pero el grupo que mantiene de rehén es una sarta de pandilleros con dos neuronas en la cabeza que arruinan parte del juego simplemente por ser la típica troupe de idiotas carne de cañon de los filmes de horror. Se la pasan discutiendo entre ellos, no oyen las amenazas ni las reglas del juego, y pareciera que el libreto se dedica a hacer tiempo con ellos, mechando de vez en cuando alguna trampa mortal como para recordar que se trata de una película de la saga. Si al menos fuera un grupo de personajes medianamente inteligentes, las cosas tendrían más sabor.
La película funciona mucho mejor cuando la cámara se posa en los cuarteles generales de Jigsaw. El personaje da una explicación de qué es lo que lo moviliza - está muriendo de cáncer, y quiere castigar a aquellos que desprecian la vida que a él se le escapa entre las manos - que está ok, sin ser maravillosa. Pero uno se da cuenta que este hombre tullido y con cáncer terminal sigue manejando los hilos. Cuando el clímax llega, la historia da un vuelco sorprendente. Como en el filme original, hay una nueva trampa con los manejos del tiempo cinematográfico (¿recuerdan la persecución de Danny Glover por el escondite de Jigsaw?), y un par de sorpresas. Si el filme hubiera sido así de parejo todo el tiempo, habría sido superior a la original. Pero así como está, da la impresión de que el creador original (Leigh Whannell) hubiera escrito el inicio y el final, y Lynn Bousman se hubiera dedicado en el medio a crear relleno, tibio y de no tan buena calidad.
Saw II es un filme de terror sólido, y una buena entrada en la serie.
Es curioso notar ese punto porque la primera Saw es sangrienta pero no tan extrema como otros clones posteriores. Sin dudas es un filme sádico, pero el gore que tiene es bastante limitado. En comparación, sus imitadores decidieron tomar lo superficial - el sadismo - y llevarlo más allá del límite, transformándolo en algo explícito. Algo de exposición banal, muerte terrible (o desmembramiento), un poco más de diálogo, etc., en vez de percibir que lo que al público le gustó de Saw eran los giros de tuerca. Así como las plateas del mundo se fascinaron con Hannibal Lecter, hay cierto morbo en contemplar la inteligencia de un villano en acción, que posee una teoría propia sobre la moral a la vez que es expeditivo y termina por salirse con la suya. Quizás sean tiempos nihilistas, en los que los héroes de esta época (o los personajes más admirados) terminen siendo los asesinos seriales. Pecados Capitales, Zodíaco, la serie de TV Dexter, son ejemplos de películas que fascinan al público no tanto por su morbo sino porque estos individuos - teóricamente despreciables - son realmente sagaces.
Mientras que en el film original Jigsaw era un personaje en las sombras, acá ocupa primerísimo plano. El asesino es atrapado, pero uno asume que un individuo así no se va a entregar tan fácilmente, así que sospecha de que tiene varios ases en la manga. En el sillón del director está Darren Lynn Bousman, mientras que los creadores de la saga - James Wan y Leigh Whannell - pasan a los puestos de productores (y en el caso de Whannell, de coguionista). Lo primero que uno percibe es que Lynn Bousman es menos tímido que Wan al momento de exhibir sangre en el celuloide - la primera escena, con el voyeur atrapado en una máscara de clavos que se cerrará sobre su rostro mientras debe encontrar la llave para desactivarla ... escondida detrás de sus ojos!!, es sencillamente shockeante -. El tema es que después, si bien el filme está muy bien, entra en una rutina de personajes de cartón pintado que diluye la tensión inicial. Uno esperaba muchos más trucos mortales de Jigsaw, pero el grupo que mantiene de rehén es una sarta de pandilleros con dos neuronas en la cabeza que arruinan parte del juego simplemente por ser la típica troupe de idiotas carne de cañon de los filmes de horror. Se la pasan discutiendo entre ellos, no oyen las amenazas ni las reglas del juego, y pareciera que el libreto se dedica a hacer tiempo con ellos, mechando de vez en cuando alguna trampa mortal como para recordar que se trata de una película de la saga. Si al menos fuera un grupo de personajes medianamente inteligentes, las cosas tendrían más sabor.
La película funciona mucho mejor cuando la cámara se posa en los cuarteles generales de Jigsaw. El personaje da una explicación de qué es lo que lo moviliza - está muriendo de cáncer, y quiere castigar a aquellos que desprecian la vida que a él se le escapa entre las manos - que está ok, sin ser maravillosa. Pero uno se da cuenta que este hombre tullido y con cáncer terminal sigue manejando los hilos. Cuando el clímax llega, la historia da un vuelco sorprendente. Como en el filme original, hay una nueva trampa con los manejos del tiempo cinematográfico (¿recuerdan la persecución de Danny Glover por el escondite de Jigsaw?), y un par de sorpresas. Si el filme hubiera sido así de parejo todo el tiempo, habría sido superior a la original. Pero así como está, da la impresión de que el creador original (Leigh Whannell) hubiera escrito el inicio y el final, y Lynn Bousman se hubiera dedicado en el medio a crear relleno, tibio y de no tan buena calidad.
Saw II es un filme de terror sólido, y una buena entrada en la serie.
Critica: SAW
Saw viene de la mano de James Wan y Leigh Whannell, dos estudiantes de cine australianos que venían pergueñando la idea de rodar un film de terror. Pero como los fondos que habían obtenido en Australia eran insuficientes, decidieron rodar un corto con la secuencia final del filme y utilizarla como medio para vender la idea y obtener mayor apoyo financiero. Los estudios le dieron el ok, pensando en un producto directo a video; pero cuando los ejecutivos asistieron a las proyecciones privadas, le dieron luz verde para presentarla en diversos festivales - donde obtuvo gran suceso -, y de allí pasaron a la pantalla grande. De más está decir que Saw fue un éxito - costó menos de 3 millones de dolares y recaudó más de 100 -, llevó a la fama a sus creadores y disparó toda una corriente de secuelas e imitadores.
Aunque aquí no somos fans del terror - debido a lo pedestre de sus argumentos, la baja calidad de dirección y actuación, y la falta de originalidad -, hay que reconocer que Saw es una brisa fresca en un género demasiado saturado de filmes de mala factura. El argumento es realmente original, y se reserva unas cuantas vueltas de tuerca que sorprenden al espectador; además mantiene un ritmo imparable, en donde todo el tiempo ocurren cosas - descubrimientos, trampas, acertijos -. Uno puede reconocer en Jigsaw una especie de versión del nuevo milenio del John Doe de Seven - Pecados Capitales. Es un asesino que predica a amorales, incluyéndolos en sofisticadas trampas mortales. Debido a la naturaleza del guión, Jigsaw castiga a los vivos que desperdician su vida en el pecado, simplemente porque él se está muriendo y los envidia. Esto no sería nada nuevo en el género policial / horror si no fuera por la forma en que está instrumentado. Cada uno de los complejos mecanismos montados por el asesino es una muestra de sadismo extremo - la trampa para osos montada en la boca de Shawnee Smith, la víctima atrapada en un mar de alambres de púas, o la decisión final de Gordon sobre serrucharse el pie para rescatar a su familia son de una perversión sorprendente -
Pero Saw no es una obra maestra, aunque sin dudas es un clásico de culto por la novedad de sus temas. Aquí el punto pasa porque el libreto es brillante pero la ejecución es muy despareja. Mientras que hay secuencias excelentes y de alta tensión, por otro lado hay escenas que dejan bastante que desear. La persecución final de Danny Glover es muy traída de los pelos, aunque compensa con el shock de su remate. Las secuencias de las trampas, filmadas en cortes rápidos estilo MTV agúan el impacto de las mismas. Las actuaciones son muy flojas; y mientras que Leigh Whannell es demasiado blando para estar en la pantalla, el peor ofensor de los sentidos es Cary Elwes, que por momentos sobreactúa hasta niveles estratosféricos de ridiculez. La mitad de las revelaciones finales son algo pasadas de rosca - sicarios que a su vez son víctimas del asesino; rescates sobre la hora; Elwes que usa su camisa para hacerse un torniquete en vez de utilizarla para atrapar el celular que está sonando -. A uno le da la impresión que con un director más experimentado, Saw hubiera resultado una verdadera obra maestra. Así como está es un excelente viaje de ida, aunque por momentos derrapa por inexperiencia del director en manejar a su cast y mantener la tensión del filme.
Saw daría lugar a una furiosa secuelitis, con un capítulo nuevo por año y con un descenso abismal de calidad.
Aunque aquí no somos fans del terror - debido a lo pedestre de sus argumentos, la baja calidad de dirección y actuación, y la falta de originalidad -, hay que reconocer que Saw es una brisa fresca en un género demasiado saturado de filmes de mala factura. El argumento es realmente original, y se reserva unas cuantas vueltas de tuerca que sorprenden al espectador; además mantiene un ritmo imparable, en donde todo el tiempo ocurren cosas - descubrimientos, trampas, acertijos -. Uno puede reconocer en Jigsaw una especie de versión del nuevo milenio del John Doe de Seven - Pecados Capitales. Es un asesino que predica a amorales, incluyéndolos en sofisticadas trampas mortales. Debido a la naturaleza del guión, Jigsaw castiga a los vivos que desperdician su vida en el pecado, simplemente porque él se está muriendo y los envidia. Esto no sería nada nuevo en el género policial / horror si no fuera por la forma en que está instrumentado. Cada uno de los complejos mecanismos montados por el asesino es una muestra de sadismo extremo - la trampa para osos montada en la boca de Shawnee Smith, la víctima atrapada en un mar de alambres de púas, o la decisión final de Gordon sobre serrucharse el pie para rescatar a su familia son de una perversión sorprendente -
Pero Saw no es una obra maestra, aunque sin dudas es un clásico de culto por la novedad de sus temas. Aquí el punto pasa porque el libreto es brillante pero la ejecución es muy despareja. Mientras que hay secuencias excelentes y de alta tensión, por otro lado hay escenas que dejan bastante que desear. La persecución final de Danny Glover es muy traída de los pelos, aunque compensa con el shock de su remate. Las secuencias de las trampas, filmadas en cortes rápidos estilo MTV agúan el impacto de las mismas. Las actuaciones son muy flojas; y mientras que Leigh Whannell es demasiado blando para estar en la pantalla, el peor ofensor de los sentidos es Cary Elwes, que por momentos sobreactúa hasta niveles estratosféricos de ridiculez. La mitad de las revelaciones finales son algo pasadas de rosca - sicarios que a su vez son víctimas del asesino; rescates sobre la hora; Elwes que usa su camisa para hacerse un torniquete en vez de utilizarla para atrapar el celular que está sonando -. A uno le da la impresión que con un director más experimentado, Saw hubiera resultado una verdadera obra maestra. Así como está es un excelente viaje de ida, aunque por momentos derrapa por inexperiencia del director en manejar a su cast y mantener la tensión del filme.
Saw daría lugar a una furiosa secuelitis, con un capítulo nuevo por año y con un descenso abismal de calidad.
Critica de las crónicas de Sarah Connor- TERMINATOR
Por fin he acabado de ver esta serie, su capitulo final es tan horroroso, no paraba de voltear a ver los minutos restantes esperando ver una gran pelea y un final retacado de emociones.
Pero tristemente ves como se consume el tiempo y la serie por fin acaba, dejándote esa sensación catatónica de ¨ya se acabo¨ y una incertidumbre en personajes como John Henry, James Ellison o Catherine Weaver. Incluso en la misma cameron quien nunca es mencionada en las peliculas.
En lo particular a mi me ha encantado esta serie, es como cualquier otra tiene sus capítulos aburridos, pero vale mucho la pena verla, ojala y reconsideraran este reparto algún día para incluirlo en una pelicula de terminator y disipar muchas dudas que quedaron.
Altamente recomendable!!
Pero tristemente ves como se consume el tiempo y la serie por fin acaba, dejándote esa sensación catatónica de ¨ya se acabo¨ y una incertidumbre en personajes como John Henry, James Ellison o Catherine Weaver. Incluso en la misma cameron quien nunca es mencionada en las peliculas.
En lo particular a mi me ha encantado esta serie, es como cualquier otra tiene sus capítulos aburridos, pero vale mucho la pena verla, ojala y reconsideraran este reparto algún día para incluirlo en una pelicula de terminator y disipar muchas dudas que quedaron.
Altamente recomendable!!
Critica: GODZILLA
Godzilla (1998)Hablemos de Godzilla, un favorito de esta sección. El gigante radiactivo nació en 1954, en una época en donde los japoneses solían imitar los pasos del cine fantástico norteamericano. Así fue como los nipones se despacharon con versiones locales de invasiones alienígenas a la Tierra, monstruos babosos, planetas en trayectoria de colisión total... y criaturas gigantes antediluvianas. En el caso que nos ocupa, Godzilla no era más que el reciclado criollo deThe Beast from 20,000 Fathoms (1953); pero el monstruo terminó tomando un cariz mucho más serio cuando el libreto le asignaba su origen a la radiación surgida por el bombardeo atómico de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial. De ese modo la pavada pasatista de un tipo enfundado en un traje de goma aplastando maquetas de cartón terminó por convertirse en una amarga alegoría sobre la pesadilla de la guerra, un recuerdo demasiado fresco y doloroso para toda la nación japonesa. Como una especie de catarsis colectiva, la gente acudió en masa a ver el filme de 1954, convirtiéndolo en un enorme suceso y dándole una resonancia que sirvió para abrirle los mercados internacionales a la cinematografía nipona.
El problema es que, después de 1954, sus creadores - los estudios Toho - no supieron muy bien cómo seguir. La secuela de 1955 Godzilla Raids Again no convenció a nadie - aún cuando era un buen filme -, simplemente porque el estudio quiso vender demasiado pronto la idea de Godzilla como entretenimiento pochoclero. La Toho tuvo que deja pasar 8 años como para que la gente olvidara la solemnidad y amargura del primer filme, e incluso intentó reciclar al gigante verde como una especie de espíritu nacional que se iba a tomar la revancha contra los yanquis al enfrentarlo contra el norteamericano King Kong en 1962. Y a partir de allí toda la serie se desvirtuó, convirtiéndose en el carnaval colorinche que todos conocemos - infestándose de naves de papel maché, monstruos ridículos, e invasores alienígenas mal vestidos y sospechosamente parecidos a los japoneses -.
Pero para los 90 la serie venía a los tumbos en la taquilla. La Toho daba muestras de agotamiento creativo y, lo que es peor, daba la sensación de que el público estaba hastiado del kaiju eiga. Eran otras épocas y otros espectadores. Para colmo la Daiei había resucitado a Gamera y se habían despachado con un trilogía que le daba una paliza sideral a la gran G, destronando a Godzilla como héroe de la taquilla y hasta de la crítica - al día de hoy, la trilogía de filmes de la tortuga gigante rodados por Shusuke Kaneko son considerados lo máximo del kaiju eiga -. Con baja autoestima la Toho decidió matar a Godzilla (ugh!) en Godzilla vs Destructor (1995), y esperó que la movida sirviera para refrescar el interés en la saga. En el interín le puso el cartelito de "Se Alquila" a la franquicia y apareció la gente de la Sony / Columbia interesada en arrendarla. Pero se trataba de un proyecto complicado de adaptar - a final de cuentas el género de monstruos gigantes habían pasado de moda hacía 40 años, y el único país en donde le gustaban ese tipo de películas era Japón -, lo cual devino en un desfile constante de creativos que vinieron, vieron, renegaron y se fueron. Los nombres van desde Fred Dekker (responsable de Robocop 3, y que fuera el iniciador de la idea de la versión norteamericana; incluso su idea era hacer algo más fiel a la visión original japonesa, ya que quería algo de bajo presupuesto y con un tipo enfundado en un traje de goma), hasta James Cameron y Jan de Bont, quienes pensaron en animatronics y otros efectos prácticos del especialista Stan Winston. Como sea, nadie parecía demasiado convencido de cómo seguir con el proyecto... hasta que Dia de la Independencia reventó la taquilla en 1996 y convenció al estudio que debian darle la posta a la dupla de Roland Emmerich y Dean Devlin. La macana es que el dúo - que venía cebado con el éxito y los millones - decidió despacharse con una atrocidad que fue lapidada por la crítica y no convenció ni a los neófitos ni a los fans de toda la vida del gigante verde.
Debo admitir que durante años he calificado a la Godzilla de Emmerich como un esperpento indigerible... pero, por otra parte, si uno ve en perspectiva las decenas de filmes japoneses que engendró la Toho antes de esto, uno se ve obligado a aceptar que lo de Emmerich no es ni por asomo lo peor de la saga. Godzilla no es precisamente Shakespeare sino una saga de peliculas mayormente horrendas que nos deleitan por su propia decadencia. En todo caso lo que se le puede recriminar a Emmerich Devlin y Cía es que fueron incapaces de generar algo mejor que su fuente de origen. Cambiaron una mediocridad divertida por otra que se toma demasiado en serio a sí misma, y la infestaron de personajes y diálogos miserables. Tampoco supieron entender el género, ya que cuando hay un único monstruo hay que a) darle algún tipo de sentido alegórico y b) generarle algún tipo de personalidad, con actitudes enigmáticas y gestos de sorprendente inteligencia (curiosamente todo esto lo entendió a la perfección J.J. Abrams con Cloverfield, la cual funciona como una revisión mucho más adulta y americanizada de Godzilla). Todo eso se ha perdido en la traslación, con lo cual lo que tenemos es un CGI gigante y anónimo que sirve para que Emmerich se despache con un puñado de escenas spielberianas, como el monstruo arrastrando a las profundidades del océano a tres barcos pesqueros, o persiguiendo a un ingenuo pescador a través de un muelle que va arrasando a su paso. Mientras que en el apartado acción la Godzilla de Emmerich se luce a manos llenas, por otra parte el monstruo carece de personalidad y hasta de interés por parte del público (uno ni lo ama ni lo odia!).
Que el monstruo no tenga personalidad o no tenga subtexto no es, de por sí, un tema tan grave; en todo caso, los peores pecados de la película pasan por los personajes y por algunas ocurrencias del libreto, los cuales son subrayadamente imbéciles. Ya que el monstruo no habla - gracias a Dios -, debe haber algún personaje que logre descifrar sus motivos y su conducta, y que se los traduzca en palabras al público. Aquí ese papel le corresponde a Matthew Broderick, quien se la pasa vomitando datos sin demasiada convicción y que, para colmo, tiene la ocurrencia de hacerle un Eva Test a Godzi, el cual da positivo (wtf!). Mientras el 99% del público intenta adivinar quién se la mandó guardar a Godzilla, descubrimos que G es hermafrodita y que ha ido a Nueva York a depositar sus huevos... los mismos que habría que amputarle a Dean Devlin por ocurrírsele semejantes estupideces. No conforme con estas ocurrencias, Devlin continua con su sarta de abominaciones, las cuales pasan por los horrendos personajes que surgen de su coco: la periodista cretina y egoista que le roba datos e identificaciones a medio mundo con tal de hacerse famosa; la dupla del camarógrafo y su esposa, los cuales están más preocupados por su estúpida vida personal que por la aparición de un monstruo de 100 metros de altura en el patio de su casa; el insípido protagonista, el cual no hace nada memorable ni heroico; el afectado espía francés, que sólo sabe escupir protestas por la mala comida norteamericana; y - por lejos, el peor de todos - el aberrante alcalde de la ciudad, una malísima parodia del critico de cine Roger Ebert (y su compañero de entonces, Gene Siskel) cuyos parlamentos son tan graciosos como una vasectomía sin anestesia.
Precisamente por el lado de los personajes es que pasa el aspecto más indignante de Godzilla 1998. Una cosa es indicar con sutileza que el director (y el guionista) no se toman en serio la idea de una iguana mutante de cien metros de altura, y otra cosa es subrayarlo con abominables exageraciones. El otro punto que también me molesta es que la responsabilidad del origen atómico de Godzilla ahora recae en los franceses... cuando en el original fueron los norteamericanos e, históricamente, los yanquis han hecho muchisimas más pruebas nucleares que los galos. ¿Qué? ¿Ahora nos disfrazamos de ecologistas?.
Godzilla 1998 sólo es digerible gracias a las inspiradas secuencias de acción montadas por Emmerich; cuando llega el turno de los personajes, déle sin asco al fast forward. Horrendos personajes, diálogos espantosos, y el inicio del suicidio artístico de Matthew Broderick - que tenía una impecable carrera hasta ese entonces - empañan los impecables méritos técnicos de un filme que podía haber funcionado muchísimo mejor con otro libretista. La única esperanza que nos queda es ver qué hacen con el personaje en el reboot norteamericano que está preparando para el 2014... el que espero que no se trate de otro aborto como éste.
El problema es que, después de 1954, sus creadores - los estudios Toho - no supieron muy bien cómo seguir. La secuela de 1955 Godzilla Raids Again no convenció a nadie - aún cuando era un buen filme -, simplemente porque el estudio quiso vender demasiado pronto la idea de Godzilla como entretenimiento pochoclero. La Toho tuvo que deja pasar 8 años como para que la gente olvidara la solemnidad y amargura del primer filme, e incluso intentó reciclar al gigante verde como una especie de espíritu nacional que se iba a tomar la revancha contra los yanquis al enfrentarlo contra el norteamericano King Kong en 1962. Y a partir de allí toda la serie se desvirtuó, convirtiéndose en el carnaval colorinche que todos conocemos - infestándose de naves de papel maché, monstruos ridículos, e invasores alienígenas mal vestidos y sospechosamente parecidos a los japoneses -.
Pero para los 90 la serie venía a los tumbos en la taquilla. La Toho daba muestras de agotamiento creativo y, lo que es peor, daba la sensación de que el público estaba hastiado del kaiju eiga. Eran otras épocas y otros espectadores. Para colmo la Daiei había resucitado a Gamera y se habían despachado con un trilogía que le daba una paliza sideral a la gran G, destronando a Godzilla como héroe de la taquilla y hasta de la crítica - al día de hoy, la trilogía de filmes de la tortuga gigante rodados por Shusuke Kaneko son considerados lo máximo del kaiju eiga -. Con baja autoestima la Toho decidió matar a Godzilla (ugh!) en Godzilla vs Destructor (1995), y esperó que la movida sirviera para refrescar el interés en la saga. En el interín le puso el cartelito de "Se Alquila" a la franquicia y apareció la gente de la Sony / Columbia interesada en arrendarla. Pero se trataba de un proyecto complicado de adaptar - a final de cuentas el género de monstruos gigantes habían pasado de moda hacía 40 años, y el único país en donde le gustaban ese tipo de películas era Japón -, lo cual devino en un desfile constante de creativos que vinieron, vieron, renegaron y se fueron. Los nombres van desde Fred Dekker (responsable de Robocop 3, y que fuera el iniciador de la idea de la versión norteamericana; incluso su idea era hacer algo más fiel a la visión original japonesa, ya que quería algo de bajo presupuesto y con un tipo enfundado en un traje de goma), hasta James Cameron y Jan de Bont, quienes pensaron en animatronics y otros efectos prácticos del especialista Stan Winston. Como sea, nadie parecía demasiado convencido de cómo seguir con el proyecto... hasta que Dia de la Independencia reventó la taquilla en 1996 y convenció al estudio que debian darle la posta a la dupla de Roland Emmerich y Dean Devlin. La macana es que el dúo - que venía cebado con el éxito y los millones - decidió despacharse con una atrocidad que fue lapidada por la crítica y no convenció ni a los neófitos ni a los fans de toda la vida del gigante verde.
Debo admitir que durante años he calificado a la Godzilla de Emmerich como un esperpento indigerible... pero, por otra parte, si uno ve en perspectiva las decenas de filmes japoneses que engendró la Toho antes de esto, uno se ve obligado a aceptar que lo de Emmerich no es ni por asomo lo peor de la saga. Godzilla no es precisamente Shakespeare sino una saga de peliculas mayormente horrendas que nos deleitan por su propia decadencia. En todo caso lo que se le puede recriminar a Emmerich Devlin y Cía es que fueron incapaces de generar algo mejor que su fuente de origen. Cambiaron una mediocridad divertida por otra que se toma demasiado en serio a sí misma, y la infestaron de personajes y diálogos miserables. Tampoco supieron entender el género, ya que cuando hay un único monstruo hay que a) darle algún tipo de sentido alegórico y b) generarle algún tipo de personalidad, con actitudes enigmáticas y gestos de sorprendente inteligencia (curiosamente todo esto lo entendió a la perfección J.J. Abrams con Cloverfield, la cual funciona como una revisión mucho más adulta y americanizada de Godzilla). Todo eso se ha perdido en la traslación, con lo cual lo que tenemos es un CGI gigante y anónimo que sirve para que Emmerich se despache con un puñado de escenas spielberianas, como el monstruo arrastrando a las profundidades del océano a tres barcos pesqueros, o persiguiendo a un ingenuo pescador a través de un muelle que va arrasando a su paso. Mientras que en el apartado acción la Godzilla de Emmerich se luce a manos llenas, por otra parte el monstruo carece de personalidad y hasta de interés por parte del público (uno ni lo ama ni lo odia!).
Que el monstruo no tenga personalidad o no tenga subtexto no es, de por sí, un tema tan grave; en todo caso, los peores pecados de la película pasan por los personajes y por algunas ocurrencias del libreto, los cuales son subrayadamente imbéciles. Ya que el monstruo no habla - gracias a Dios -, debe haber algún personaje que logre descifrar sus motivos y su conducta, y que se los traduzca en palabras al público. Aquí ese papel le corresponde a Matthew Broderick, quien se la pasa vomitando datos sin demasiada convicción y que, para colmo, tiene la ocurrencia de hacerle un Eva Test a Godzi, el cual da positivo (wtf!). Mientras el 99% del público intenta adivinar quién se la mandó guardar a Godzilla, descubrimos que G es hermafrodita y que ha ido a Nueva York a depositar sus huevos... los mismos que habría que amputarle a Dean Devlin por ocurrírsele semejantes estupideces. No conforme con estas ocurrencias, Devlin continua con su sarta de abominaciones, las cuales pasan por los horrendos personajes que surgen de su coco: la periodista cretina y egoista que le roba datos e identificaciones a medio mundo con tal de hacerse famosa; la dupla del camarógrafo y su esposa, los cuales están más preocupados por su estúpida vida personal que por la aparición de un monstruo de 100 metros de altura en el patio de su casa; el insípido protagonista, el cual no hace nada memorable ni heroico; el afectado espía francés, que sólo sabe escupir protestas por la mala comida norteamericana; y - por lejos, el peor de todos - el aberrante alcalde de la ciudad, una malísima parodia del critico de cine Roger Ebert (y su compañero de entonces, Gene Siskel) cuyos parlamentos son tan graciosos como una vasectomía sin anestesia.
Precisamente por el lado de los personajes es que pasa el aspecto más indignante de Godzilla 1998. Una cosa es indicar con sutileza que el director (y el guionista) no se toman en serio la idea de una iguana mutante de cien metros de altura, y otra cosa es subrayarlo con abominables exageraciones. El otro punto que también me molesta es que la responsabilidad del origen atómico de Godzilla ahora recae en los franceses... cuando en el original fueron los norteamericanos e, históricamente, los yanquis han hecho muchisimas más pruebas nucleares que los galos. ¿Qué? ¿Ahora nos disfrazamos de ecologistas?.
Godzilla 1998 sólo es digerible gracias a las inspiradas secuencias de acción montadas por Emmerich; cuando llega el turno de los personajes, déle sin asco al fast forward. Horrendos personajes, diálogos espantosos, y el inicio del suicidio artístico de Matthew Broderick - que tenía una impecable carrera hasta ese entonces - empañan los impecables méritos técnicos de un filme que podía haber funcionado muchísimo mejor con otro libretista. La única esperanza que nos queda es ver qué hacen con el personaje en el reboot norteamericano que está preparando para el 2014... el que espero que no se trate de otro aborto como éste.
Critica: THUNDERBIRDS
Debo considerar que tengo cierta predilección por las remakes fallidas. Aquellas que todo el mundo abucheó, que fueron fracasos a nivel crítica y/o que se hundieron en la taquilla. En el género de las remakes, se pueden encontrar múltiples variantes : recrear fielmente al original, parodiarlo, crear otra cosa totalmente diferente, o intentar realzarlo artísticamente. No existe una receta universal de cómo una remake puede ser exitosa. Hay parodias que han fracasado y otras han sido exitosas; las recreaciones fieles a veces resaltan las limitaciones del original, y los caminos diferentes se han visto como engendros transvestidos, muy pocos de los cuales han recibido la aprobación del público. Misión Imposible, The Brady Bunch, Starsky y Hutch han sido muy bien recibidos. Los Vengadores, Patrulla Juvenil, Hechizada o el film que nos ocupa, han sido repudiados por todo el mundo.
Es injusto decir que Thunderbirds es una película terrible. A lo sumo, es una remake tibia. Por un lado hay una recreación visual de la serie que es impresionante, con unos FX impecables y hermosos. Pero, por el otro lado, cierta fidelidad que sigue a la serie es abandonado a mitad de camino por intentar hacer un film a la Spy Kids. Posiblemente a muchos puristas y fans de la serie le resulte esto como una trompada al estómago. Personalmente no he visto demasiado de la serie, pero considero que esta nueva trama no es tan terrible como aparenta ser. A lo sumo el film queda con la misma consistencia de una buena hamburguesa, que se deja paladear mientras dura, pero una vez que se termina no deja nada nutritivo. Simple entretenimiento pochoclero.
Los Thunderbirds fueron producto de Gerry y Sylvia Anderson, un matrimonio inglés que se convirtió en los principales impulsores de la sci fi británica de los años 60 y 70. En más de un sentido, los Anderson son una suerte de George Pal ingleses, donde su tarea de productores y técnicos en efectos visuales posee más protagonismo que el de los directores, actores o guionistas. La producción básica de los Anderson se encaminó hacia la TV, con series que van desde Stingray a Joe 90 - siempre con animaciones de marionetas -, incluyendo los Thunderbirds (su producción más recordada), y pasando a otras series ya con actores como la recordada Espacio: 1999 y UFO. Los Anderson también incursionaron en la pantalla grande con menos éxito, como Mas allá del Sol (1969), pero siempre obtuvieron los mejores réditos en la pantalla chica, donde actualmente producen una nueva versión de Capitan Escarlata (también con marionetas).
Las series basadas en su método Marionation siempre apuntaron a un público infantil, y se basaban en una suerte de babletería falsamente técnica y efectos especiales que terminaban por fascinar a los niños. Era destacable que el contenido de dichas series no era violento - algo sorprendente para las series infantiles de hoy -, y su estilo no era muy diferente al de buena parte de animés y series japonesas, que basan buena parte de su contenido en las rutinas de preparación de los equipos / protagonistas. Ver a los Power Rangers prepararse para la batalla no dista mucho de ver a los Tracy abordando a los Thunderbirds. No recuerdo algún episodio en especial de la serie, si bien no he sido gran seguidor, pero sí recuerdo las secuencias de despegue de las naves, que se repetían en todos los capítulos. Entre eso y su contenido no violento - tampoco era moralina, pero al menos predicaba cierto valor de rescatar al prójimo - figuran entre las causas de su continua vida en sucesivas reemisiones en canales de cable, lo que le ha dado status de culto.
Por todo esto, no sorprende que el film no haya tenido la recepción que se esperaba. En una era de héroes violentos, difícilmente una temática pacífica pueda atraer a adolescentes, incluso a adultos. Y para los chicos, no termina de resultar suficientemente entretenido a su mismo nivel. La película dispara en todas direcciones - hay cosas que son muy infantiles, hay guiños para los adultos que vieron la serie, hay momentos de parodia -, pero no termina por decidirse por cuál camino seguir. Lanzarle el avispero a los secuaces de Hood es algo muy noño, mientras que el villano es - por momentos - demasiado siniestro para un film así. Sir Ben Kingsley se deleita con el papel y eso se nota, y es uno de los puntos a favor del film, pero hay algo oscuro en sus motivaciones y quizás le falte algo de comicidad para resultar digerible para los más chicos. Las peleas son en farsa, buena parte de los personajes están mal delineados, y sólo se salvan Kingsley y la dupla Sophia Myles - Ron Cook como Lady Penelope - una suerte de James Bond femenina - y su chofer Parker, que le dan ironía a sus personajes. Pero el resto de los papeles es un desastre, son totalmente acartonados o tienen conflictos de clisé, como el del hijo de Tracy con su padre por ingresar al mundo adulto. Amén de cierto sacrilegio para los seguidores de la serie, que aparta totalmente a la familia Tracy - los protagonistas originales - de la trama durante el 90% del tiempo para centrarse en las aventuras de los chicos en la isla, sin ver en acción ninguna nave - que era el fuerte de la serie -. Resulta obvio que Frakes es mejor dirigiendo filmes de Star Trek para un público adulto que intentando montar un espectáculo infantil.
No es un mal film; es bastante amable y entretenido, y funciona mejor en cable que en el cine. Quizás el problema sea ese; que el proyecto daba mejor para unos propósitos más modestos que intentar ser un blockbuster. Dejando de lado sus disgresiones respecto del original, resulta muy digerible aunque, por supuesto, sin substancia.
Es injusto decir que Thunderbirds es una película terrible. A lo sumo, es una remake tibia. Por un lado hay una recreación visual de la serie que es impresionante, con unos FX impecables y hermosos. Pero, por el otro lado, cierta fidelidad que sigue a la serie es abandonado a mitad de camino por intentar hacer un film a la Spy Kids. Posiblemente a muchos puristas y fans de la serie le resulte esto como una trompada al estómago. Personalmente no he visto demasiado de la serie, pero considero que esta nueva trama no es tan terrible como aparenta ser. A lo sumo el film queda con la misma consistencia de una buena hamburguesa, que se deja paladear mientras dura, pero una vez que se termina no deja nada nutritivo. Simple entretenimiento pochoclero.
Los Thunderbirds fueron producto de Gerry y Sylvia Anderson, un matrimonio inglés que se convirtió en los principales impulsores de la sci fi británica de los años 60 y 70. En más de un sentido, los Anderson son una suerte de George Pal ingleses, donde su tarea de productores y técnicos en efectos visuales posee más protagonismo que el de los directores, actores o guionistas. La producción básica de los Anderson se encaminó hacia la TV, con series que van desde Stingray a Joe 90 - siempre con animaciones de marionetas -, incluyendo los Thunderbirds (su producción más recordada), y pasando a otras series ya con actores como la recordada Espacio: 1999 y UFO. Los Anderson también incursionaron en la pantalla grande con menos éxito, como Mas allá del Sol (1969), pero siempre obtuvieron los mejores réditos en la pantalla chica, donde actualmente producen una nueva versión de Capitan Escarlata (también con marionetas).
Las series basadas en su método Marionation siempre apuntaron a un público infantil, y se basaban en una suerte de babletería falsamente técnica y efectos especiales que terminaban por fascinar a los niños. Era destacable que el contenido de dichas series no era violento - algo sorprendente para las series infantiles de hoy -, y su estilo no era muy diferente al de buena parte de animés y series japonesas, que basan buena parte de su contenido en las rutinas de preparación de los equipos / protagonistas. Ver a los Power Rangers prepararse para la batalla no dista mucho de ver a los Tracy abordando a los Thunderbirds. No recuerdo algún episodio en especial de la serie, si bien no he sido gran seguidor, pero sí recuerdo las secuencias de despegue de las naves, que se repetían en todos los capítulos. Entre eso y su contenido no violento - tampoco era moralina, pero al menos predicaba cierto valor de rescatar al prójimo - figuran entre las causas de su continua vida en sucesivas reemisiones en canales de cable, lo que le ha dado status de culto.
Por todo esto, no sorprende que el film no haya tenido la recepción que se esperaba. En una era de héroes violentos, difícilmente una temática pacífica pueda atraer a adolescentes, incluso a adultos. Y para los chicos, no termina de resultar suficientemente entretenido a su mismo nivel. La película dispara en todas direcciones - hay cosas que son muy infantiles, hay guiños para los adultos que vieron la serie, hay momentos de parodia -, pero no termina por decidirse por cuál camino seguir. Lanzarle el avispero a los secuaces de Hood es algo muy noño, mientras que el villano es - por momentos - demasiado siniestro para un film así. Sir Ben Kingsley se deleita con el papel y eso se nota, y es uno de los puntos a favor del film, pero hay algo oscuro en sus motivaciones y quizás le falte algo de comicidad para resultar digerible para los más chicos. Las peleas son en farsa, buena parte de los personajes están mal delineados, y sólo se salvan Kingsley y la dupla Sophia Myles - Ron Cook como Lady Penelope - una suerte de James Bond femenina - y su chofer Parker, que le dan ironía a sus personajes. Pero el resto de los papeles es un desastre, son totalmente acartonados o tienen conflictos de clisé, como el del hijo de Tracy con su padre por ingresar al mundo adulto. Amén de cierto sacrilegio para los seguidores de la serie, que aparta totalmente a la familia Tracy - los protagonistas originales - de la trama durante el 90% del tiempo para centrarse en las aventuras de los chicos en la isla, sin ver en acción ninguna nave - que era el fuerte de la serie -. Resulta obvio que Frakes es mejor dirigiendo filmes de Star Trek para un público adulto que intentando montar un espectáculo infantil.
No es un mal film; es bastante amable y entretenido, y funciona mejor en cable que en el cine. Quizás el problema sea ese; que el proyecto daba mejor para unos propósitos más modestos que intentar ser un blockbuster. Dejando de lado sus disgresiones respecto del original, resulta muy digerible aunque, por supuesto, sin substancia.
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