Se veía venir, aunque no tiene por qué ser necesariamente algo malo. Me refiero a la estructura procedimental practicamente carente de alma de la que haca gala Elementary. La fórmula aplicada a la nueva serie de CBS de forma milimétrica supone una decepción para los fans del detective más famoso de todos los tiempos, no cabe duda, pero también la aleja desde el primer momento de las pretensiones de su hermana mayor británica Sherlock, con el desarrollo del personaje central como eje del relato por encima de los casos, para convertirla en un producto mucho menos exigente e ideal para los que hace tiempo se cansaron de que Patrick Jane o Castle sean siempre los que resuelvan 'el crimen de la semana'.
El análisis completo de Elementary, tras el salto.
Como suele ser habitual en este tipo de productos y más contando con el mismísimo Sherlock Holmes en el centro de los focos, lo único que diferencia a la nueva apuesta de CBS de, sin ir más lejos, El Mentalista, es el repertorio de ticks y manías de su protagonista. Todo lo demás, desde la llegada casual a la escena del crimen, pasando por los descartes de sospechosos mediante argucias poco legales, hasta el 'tenía razón y nadie me escuchaba' son exactamente iguales. El problema no revestiría mayor gravedad de no ser porque en el fondo, casi todos los procedimentales de los que disfrutamos en nuestros días son de por sí una adaptación encubierta de la obra de Conan Doyle, con un personaje central mas risueño o torturado, más luminoso o claro, pero con las mismas dotes de deducción milagrosas y esa personalidad peculiar, y a este ritmo, solo era cuestión de tiempo que se quemara.
La única forma de devolvernos a Holmes en plena forma hoy en día parte por un acercamiento que aporte las suficientes novedades sin dejar de respetar cierta iconografía básica. Guy Ritchie lo consiguió a medias transformando a Holmes en un ancestro de James Bond junto al que comer palomitas y la cadena BBC hizo lo propio con un movimiento mucho más simple como es la actualización temporal del contexto en el que se mueve el héroe hasta nuestros días. De ahí que el canal CBS intentara comprar los derechos de Sherlock, consciente de que ese cartucho, perteneciente a una serie inglesa no demasiado conocida, era su única salida para fraguar una nueva adaptación de la obra para el gran público. Las negociaciones no prosperaron y han tenido que ser otras las que se postulen como las principales diferencias de esta Elementary, o como solemos decir por aquí: su valor añadido.
Esas características, como bien reza en el póster ("New Holmes. New Watson. New York"), son tres y se podrían definir como un una potente, una media y otra prácticamente imperceptible. La primera de ellas responde al cambio de sexo del personaje de John Watson, ahora Joan, sustituyendo el vínculo de camaradería que se crea entre el doctor y el detective por una tensión sexual innecesaria -aunque bien salvada en su primer encuentro-. Se trata de una alteración demasiado gratuita que trastoca la filosofía fundamental del personaje, por no hablar del estático talento interpretativo de una Lucy Liu tan bella como siempre. A su vez, el inspector Gregson, rival literario en la policía del mítico Lestrade, es encarnado sin demasiada profundidad ni reproches gracias a la profesionalidad de Aidan Quinn (Sin Identidad, La Misión).
La novedad de nivel medio parte por los rasgos característicos de este Holmes por encima del resto. Aunque su actitud excéntrica y cortante sea un rasgo común en la mayoría de sus encarnaciones, el intérprete Jonny Lee Miller (Trainspotting, Dexter) ha cogido un poco de más del trabajo de Robert Downey Jr. al aportar cierto toque pícaro al personaje, tratado como un drogadicto que necesita la supervisión y vigilancia constante de una doctora (Watson). En ese sentido, estamos hablando de un Sherlock muy diferente al que encarna magistralmente Benedict Cumberbatch, lo que es un acierto, pero que no aporta realmente nada nuevo por mucho que su mirada al mundo de las drogas intente fraguar una faceta más oscura a la que estamos acostumbrados. Además, Lee Miller sobreactua. Mucho.
Por último, el otro elemento adicional de Elementary es el cambio de la ambientación londinense por las calles de Nueva York como principal escenario, pero como decimos, se trata de una alteración tan leve que en ningún momento llega a sentirse a la ciudad como otro personaje más como sí sucede con la capital inglesa en la adaptación de la BBC, que ya ha convertido a la noria de Londres en uno de los iconos de la serie. Esa pereza descriptiva se da la mano con una factura técnica demasiado normalucha, sin elaborados juegos de cámara y apelando en exceso a una banda sonora estudiadamente colocada, perdiendo también por goleada en este aspecto con su prima británica.
En definitiva, Elementary es fast food televisiva en toda regla. El relevo anual de la serie con detective excéntrico de toda la vida, solo que parte con la ventaja de contar con el nombre y apellidos de uno de los personajes que lo empezó todo. Si para ti una presencia respetuosa con el icono es suficiente, quizás quieras darle una oportunidad. El resto nos quedamos al otro lado del charco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario