Precisamente en esta ocasión hemos comentado algún filme de Uwe Boll (BloodRayne), y resulta interesante compararlo con Schumacher. Si uno analiza a Boll, termina por darse cuenta que es un director terrible fundamentalmente en cuatro aspectos : pésima dirección actoral, incapacidad para filtrar problemas del guión, gusto por la exageración, y copia descarada de estilos y secuencias creados por otros directores de verdadero talento. Y lo mismo se le puede adjudicar a Schumacher. Es difícil decidir cuál es el peor filme de la saga (si éste o Batman y Robin), pero resulta obvio que es el director más inapropiado que podrían haber elegido para la tarea de llevar adelante la serie del encapotado. Resultan menos obvias las carencias de Schumacher en otras obras más standard (su trabajo en 8 mm es, cuando mínimo, aceptable). Pero al mando de la franquicia de Batman, resulta en una falta de criterio absolutamente criminal.
Schumacher introduce muchos cambios; primero pone a Val Kilmer en el Batitraje. Kilmer no es exactamente un buen actor, pero en general suele tomar papeles adecuados para su limitado desempeño. Pero su perfomance en Batman Forever es realmente chata - si uno ya ponía algunos reparos a la actuación de Keaton en los filmes previos, es Lawrence Olivier al lado de Kilmer -. En segundo lugar, continúa con la tradición de presentar dos villanos, lo cual es un error grave de criterio. Ya dijimos que en Batman Regresa la inclusión de Gatúbela tenía al menos algún fundamento - no es un personaje de suficiente peso como para desarrollar todo un filme sobre él -; pero acá esto ya ha sido tomado como norma. El problema pasa por el exceso de personajes, por lo cual ninguno tiene tiempo de pantalla para desarrollar una historia de modo completo e interesante. Al menos, si uno va a presentar un elenco vasto - fíjense que la película no solo debe hablar de Dos Caras, el Acertijo, sino también del nuevo interés amoroso Chase Meridian, y por supuesto toda la historieta del origen de Robin -, debería contar con un guión muy pulido e inteligente, al estilo X Men, en que cada personaje puede definirse por dos o tres frases muy bien seleccionadas. Pero por desgracia los diálogos van de bien a lamentable, y carecen de toda la chispa de las películas de Burton.
Porque, en tercer lugar, uno de los principales problemas pasa por el guión, que es atroz. Dos Caras carece de background - su historia la tomamos ya empezada -, y el tiempo que dedica de pantalla a contar el origen de Edward Nygma es excesivo y sin gracia. A esto se suma el cuarto problema, que es la dirección de actores. Es un festival de la sobreactuación, pero en el tono más idiota posible. A su modo Nicholson y DeVito sobreactuaban en sus papeles, pero tenían un trasfondo sicológico muy oscuro, y la interpretación resultaba válida. Por comparación, Dos Caras es un idiota deforme que se ríe todo el tiempo, y el Acertijo es un imbécil que gesticula como un demente. Además ninguna de las motivaciones de los criminales es creíble : en el atentado que deforma a Dos Caras resulta obvio que Batman carece de responsabilidad - pero termina por obsesionarse con él -; y Edward Nygma se convierte en un super villano simplemente porque Bruce Wayne no aprueba su proyecto de transmisión cerebral (sí, la ridícula licuadora). Pero estos errores del guión podrían ser olvidables si no fuera porque Tommy Lee Jones brinda la peor perfomance de su carrera, y porque Jim Carrey - a quien vimos bien en papeles serios y nos deleitamos con sus comedias - satura con un festival de monigotadas gratuitas y sin sentido. Salvo Kilmer, O´Donnell, Kidman y Gough, el resto de los intérpretes parece descontrolarse hasta niveles siderales de sobreactuación. Uno los odia cuando están en escena; pero no porque sean los villanos sino porque son terribles actores.
Por supuesto todo es un show de luces disco, y satura la atmósfera de tono kitsch. El nuevo Batimovil se ve ridículo, los trajes con pezones y traseros desnudos materializan las fantasías gay de Schumacher (aclaro que no tenemos nada en contra de los gays), la acción siempre es desproporcionada, ruidosa e increible (el Batimovil que sube por las paredes de los edificios; la gigantesca caja fuerte colgada de un ganchito), y la historia en general apesta. Y hablando de copia de estilos, hay fotogramas calcados del primer Batman (la pelea con el esbirro con cuchillos al principio; la revelación de la identidad oculta ante el nuevo amor de Wayne; la espera de Meridian en la limusina mientras Wayne / Batman sale a combatir el crimen hacia el final). Definitivamente es un film terrible.
Pero si bien hay montañas de horrores, hay algunas cosas rescatables. La historia de los origenes de Robin es adecuada, hay un poco más de cuidado en el desarrollo del personaje de Bruce Wayne, algunas interacciones entre éste y Chase Meridian están bien. Pero por momentos, la película transpira cierto aire camp (el regreso de las Santas Batimaldiciones de Robin, por ejemplo) que rememoran a la serie de 1966. La nueva música es apropiada, y los efectos visuales están ok. Pero nadie parece tomarse demasiado en serio el argumento, en especial los guionistas, que incluyen disparates cada tanto (como la secuencia inicial con el helicóptero), y por supuesto el mal gusto estético de Schumacher (Ciudad Gotica se ve más bizarra que nunca, con esculturas gigantescas inmersas en medio de los rascacielos). Sus escasas virtudes no terminan de salvar al filme.
Batman Eternamente resultó ser sin embargo un éxito de taquilla; y esto lamentablemente derivó en darle luz verde a Schumacher para que terminara de matar a la saga en otro filme terrible como es Batman y Robin.
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