domingo, 24 de noviembre de 2013

Critica: INDIANA JONES AND THE KINGDOM OF THE CRYSTAL SKULL

Uno debe estar orinado por una tropilla de elefantes. Desde hace bastante tiempo que no comentamos una película realmente excitante o inteligente, y ni siquiera el pedigree de la cuarta entrega de Indiana Jones puede cumplir lo que promete. Salvo el carisma de Harrison Ford, Karen Allen y algún firulete de Spielberg, el film podría ser calificado definitivamente como mediocre. Como dirían Los Simpson, esta parece otra producción trucha filmada por Esteban Espilbergo, el clon mexicano de Spielberg.
Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal permaneció en el limbo desde 1990. A mi juicio, la serie siempre tuvo pasta para más entregas, pero la paliza en la taquilla que sufrió Indiana Jones y La Ultima Cruzada frente a Batman en 1989 dejó en pánico a George Lucas. A decir verdad, el otrora niño mimado de Hollywood estaba perdiendo su mojo, y para esa época Spielberg y Ford estaban en un gran momento de sus carreras. Lucas se dedicó a los FX, al merchandising y a los videojuegos. Comenzó a tentar a los chicos con una cuarta entrega de la saga, sobre la historia de una calavera de cristal - historia cierta si la hay, encontrada en 1906, y popularizada dentro de las bizarras teorías de Erich Von Daniken en los años 70 como de procedencia extraterrestre -, pero el director y el actor lo rechazaron de plano. Durante años Lucas intentó meter con calzador la historia de la calavera extraterrestre donde pudo - por ejemplo, en la terrible serie televisiva del joven Indiana Jones -, pero nunca prosperó. Después de robar unos cuantos millones con la sacrílega nueva trilogía de Star Wars, Lucas pareció conseguir el apoyo suficiente para darle impulso a la secuela de Indy con la calavera como tema central (Lucas, en un obvio agotamiento creativo, se ha dedicado a bastardear todas sus franquicias más exitosas; ¿para cuando Willow II o El Regreso de Howard the Duck?). Mientras que Spielberg sigue siendo Dios, Ford se cayó hace rato del Olimpo, y desde hace bastante tiempo que no consigue un éxito, razón por lo cual se puso a apoyar como loco el proyecto de Lucas; y con dos de tres, el barba consiguió que Dios se volviera a sentar en el sillón del director.


 Es cierto que la última nueva moda de Hollywood es revivir franquicias de los ochenta, con resultados que van de lo tibio a lo excelente - como Rambo IV o Duro de Matar 4.0 -. Pero mostrar a Indiana Jones de nuevo, con un actor que tiene 64 años, es casi indecente. El problema no pasa tanto por si Ford es capaz de ser creíble como héroe de acción a esa edad (Sean Connery era muy bueno como Allan Quatermain a los setenta y pico en La Liga Extraordinaria), sino porque es obligatorio un cambio de época del personaje. lo cual le hace perder identidad. Poner a Indiana Jones en 1957 tiene algo de sacrílego; y el rol de villanos que ocupan los soviéticos es absurdo, más si se consideran las causas - Spalko va recolectando rarezas arqueológicas que sirvan para el poder de la URSS; Stalin ya sabía del poder de la calavera de cristal (!) -, algo que hubieran quedado mejor en manos de los nazis y manteniendo el tono de comic como en los filmes anteriores. Pero con Ford ya veterano, y Spielberg oscarizado por La Lista de Schindler, era imposible revivir a los chicos de Hitler (para Spielberg hubiera sido como escupir sobre la estatuilla que recibió), y tuvieron que meter a Jones en la era atómica peleando contra la Rusia comunista.
Pero si sacar a Indiana Jones de la era de oro de los seriales y meterlo en el mundo moderno era problemático, esperen a ver el guión, que es terrible. Es una ensalada que mezcla a los X Files con la leyenda de El Dorado (la mitica ciudad construida de oro solido y perdida en el Amazonas), en donde el libretista parece haberse pasado de rosca. El guión intenta explicar demasiado como para que todo esto resulte coherente, y termina por embarrarla cada vez peor, porque el nivel de disparate es estratosférico. Si bien Indiana Jones trata sobre fantasía y sobre civilizaciones perdidas, la historia de ahora supera todos los límites de la credibilidad incluso de la propia saga. Ver a: 1) rusos deambulando por ahí en plena Norteamérica de finales de los cincuenta, cuando la Caza de Brujas Macartista estaba en pleno auge y había un odio feroz por los comunistas; 2) Indiana Jones recuperando un cadaver extraterrestre y siendo perseguido por los sovieticos; 3) una calavera de cristal que es magnética y tiene superpoderes (nunca bien explicados); 4) Indy sobreviviendo a una explosión atómica en un refrigerador (!!) ... suena a demasiado para digerir en tan poco tiempo. Y ojo que no develamos nada, simplemente es lo que pasa en lo 10 primeros minutos de la película.

Los problemas de Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal son muchos e importantes. Además de lo incoherente de la trama, está el plomizo intento del libreto por racionalizarla, lo cual le toma la primera hora de proyección y es un auténtico lastre. En el medio hay algunas secuencias de acción, pero pasa lo que suele pasar con las secuelas que filma Spielberg: son deslucidas y están calcadas de filmes anteriores. Spielberg es un director excelente, pero es muy malo para las secuelas ya que se copia a sí mismo (vean los capitulos siguientes de Jurassic Park o Indiana Jones y la Ultima Cruzada). Con la aparición del profesor Oxley, las cosas llegan al límite de lo tolerable pero, gracias a Dios, regresa Karen Allen (de Los Cazadores del Arca Perdida) y consigue poner las cosas en su lugar. Después que Allen ingresa a la historia, la hora restante es bastante potable y hay abundante diversión. Lamentablemente el clímax es absurdo a más no poder, y termina por hundir los méritos de los minutos previos.


Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal es una pálida entrega de lo que fuera una serie brillante. No es demasiado excitante ni demasiado original, y hasta pareciera que Indiana Jones hubiera perdido su carisma - sólo sale a flote en escasos momentos -. Para colmo tiene un argumento delirante e intragable, y excesivamente complicado. El climax es un desastre. Pero con algunos toques nostalgicos aquí y allá, la buena predisposición de los actores, y el propósito de cierre a la saga del aventurero más famoso de la historia, termina por ser potable.

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