martes, 26 de noviembre de 2013

Critica: HELLBOY II: THE GOLDEN ARMY

Hellboy II: El Ejercito Dorado es la primera secuela del film del 2004 basado en el comic de culto de Mike Mignola y publicado por Dark Horse. La primera entrega había resultado en un sólido producto, y obtuvo un buen rendimiento en taquilla - aunque lejos de ser espectacular -. Pero la continuación de las andanzas del muchachote rojo (y con cuernos) demoraría 4 años en concretarse, en buena parte porque la productora Revolution Studios tuvo el presentimiento de que el personaje no daba para una franquicia popular. Habiendo salido de los negocios, Revolution Studios le pasó la licencia a la Universal quien le dió luz verde a del Toro para que se despachara con una nueva entrega.
Las buenas noticias son que Hellboy II: El Ejercito Dorado es un film superior al original en muchos aspectos pero a su vez tiene un par de defectos menores que terminan por ser molestos y desmerecen el resultado final. La mejor definición para el film es que es un caos genial, pleno de fantásticos seres, excelentes efectos especiales, grandes escenas de acción y formidables personajes, unidos por un libreto desparejo en ritmo y claridad. Mientras que el primer film se mandaba para el lado sobrenatural, Hellboy II entra directamente en el terreno de la fantasía, como una adaptación salvaje de El Señor de los Anillos. El villano es la versión demoníaca de Legolas, y existen mundos paralelos a nuestro presente actual en donde habitan duendes, trolls y elfos.

El primer problema pasa por el grado de exposición de la premisa de la historia, que a veces va rápido y que plantea - en el camino - que se acepten otros postulados secundarios que son bastante difíciles de imaginar. Como buen director, del Toro apura el tranco en dichos momentos como para que el público no piense en preguntas - ¿cómo el príncipe Nuada sobrevive bajo Nueva York? ¿cómo es que reside el mundo fantástico del Mercado de los Trolls bajo la gran manzana? ¿cómo llega Nuada a Irlanda? -. En especial el tema del Mercado de los Troll es difícil de concebir, simplemente porque el lugar geográfico - Nueva York - carece de un aura mística que resulta imprescindible para hacer potable el concepto (Harry Potter también establecía mundos paralelos al presente, pero al menos Inglaterra tiene mayor misticismo que la mundana Gran Manzana; aquí el libreto sigue un sendero similar a la serie donde también trabajó Ron Perlman La Bella y la Bestia). Otro detalle que pesa en el relato es el comienzo a todo ritmo, lo que termina por devorar a los personajes en esa primera instancia. La primera mitad de Hellboy II no tiene mucha fluidez narrativa aunque sí puro entretenimiento; y recién cuando se callan un poco las explosiones y los FX - a partir del bonito dueto de Hellboy y Abe entonando una canción de Barry Manilow -, es cuando el relato y los personajes entran en calor. Sólo ahi es cuando el público termina por engancharse con la historia.


 Pero también la incursión en el terreno fantástico plantea incompatibilidades, especialmente cuando el relato salta entre la Nueva York actual al mundo de las criaturas místicas y viceversa. Es como si se trataran de dos excelentes películas - una de acción y otra de fantasía - que van en paralelo, y el cambio de un escenario por otro altera el clima y el humor del espectador. Uno se fascina por la interminable imaginación de del Toro - las hadas de los dientes, el Mercado de Trolls, el angel de la muerte - pero por otro lado, terminamos en secuencias con criaturas monstruosas en medio de una ciudad moderna al mejor estilo Men in Black. En la primera Hellboy eso no se notaba tanto - era una aventura urbana, después de todo -, pero al alternar entre los dos mundos el público se debe reacomodar para volver a engancharse con la película que había dejado colgada un rato antes - la de acción o la de fantasía -. Y dichos cambios suelen ser bruscos.
Como en la película anterior, el villano está ok pero no es memorable. Inspira un poco más de amenaza, y al menos la construcción del mecanismo argumental de la conexión fantástica entre los gemelos le da cierto misterio. Pero del mismo modo, en el clímax uno termina por plantearse preguntas - si los príncipes sienten lo mismo, ¿acaso no se podría llegar a una conclusión similar a la del film muchísimo antes? Del mismo modo, ¿por qué Liz no tomó semejante decisión en los primeros minutos de la película? -, lo que indica que al guión le faltaba una pequeña pulida final. Así como está Hellboy 2: The Golden Army es una fantasía exhuberante de creatividad, pero desprolija a la hora de suavizar y redondear el argumento. Simplemente es una excelente historia a la que le faltaban 5 minutos más de horno. Y al rato de ingerirla comienza a ser un detalle que se nota.

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