viernes, 29 de noviembre de 2013

Critica: THE LORD OF THE RINGS: THE TWO TOWERS

Las Dos Torres es la segunda entrega de la trilogía de J.R.R. Tolkien filmada por Peter Jackson. Y si La Comunidad del Anillo había resultado en un tibio comienzo que recién sobre el final de la cinta toma vuelo, es realmente en esta película donde la historia ruge toda su potencia.
Hay cosas que uno sospecha, después de ver varias veces la trilogía, y es que se llega a la conclusión que la historia de los hobbits en el fondo no es demasiado interesante como para cargar el peso del film. A pesar de su nobleza y de ciertas actitudes heroicas, no es mas que una travesía de dos personajes que no tienen a nadie mas con quien interactuar, y que viven escapando de los peligros de la travesía. Quizás el condimento que le faltaba a esa parte venga por la incorporación del Gollum al relato, que le da un enemigo a la altura de los hobbits, y que prueba ser un villano fantástico a la vez que una creatura miserable. La mímica de voz y gestos por captura de movimientos sobre el actor Andy Serkis es impresionante, amén de que Serkis fácilmente debiera haber merecido un Oscar honorario por su modo de interpretar al personaje de modo memorable. Pero, aún con la presencia de Gollum, la travesía de Frodo y Sam no termina por enganchar al público - uno espera ansiosamente ver qué pasa con la otra parte de la historia, relativa al reino de Rohan -; y si bien es una gran mejora, recién los hobbits probarán ser interesantes en la siguiente entrega, El Regreso del Rey, cuando el final esté próximo (nota al margen : la historia del anillo y Gollum difiere de los libros; en realidad Bilbo Bolsón le había ganado a Gollum el anillo en una apuesta en El Hobbit, pero Jackson decide simplificar esa historia para obtener una premisa inicial más sencilla).

En realidad este film explota todo lo que el público estaba esperando de la historia. El comienzo de la épica, el choque de fuerzas, el acotamiento de personajes y darles tridimensionalidad, y el comienzo del camino del héroe para Aragorn, aunque no es el único que roba pantalla. La relación de Gimli y Legolas, de respeto entre guerreros, es muy destacable, así como la transformación de Gandalf, aunque el mago aquí solo cuenta como una participación especial y tomará protagonismo en El Retorno del Rey.

El placer del relato épico se basa en minorías combatiendo a fuerzas descomunales. Hasta ahora sólo habíamos visto viñetas de lo que podía hacer las fuerzas de Sauron, pero sin duda acá es cuando realmente entran en acción. Y lo mejor que puede hacer el relato es agregar los personajes del reino de Rohan a la trama. No sólo le da a Aragorn una estatura romántica que la historia precisaba - Eowyn cae ante sus pies, pero su corazón está con Arwen -, sino que el delicioso dúo entre el Rey Theoden y Eowyn brinda, en breves escenas, un sentimiento de respeto, admiración y ternura. Y, por supuesto, está el sentido del destino, donde todo se va construyendo lentamente hacia el clímax en el abismo de Helm.

Sin embargo, hay fallas menores. La primera es la ausencia de explicitar la distribución de la Tierra Media, ya que la abundancia de datos puede marear al espectador. Las fuerzas del mal están divididas en dos torres, ubicadas en cada extremo de Tierra Media; Isengard, comandada por Saruman y pegada a Rohan; y Mordor, donde mora Sauron - aguardando al anillo - que está próxima a Gondor, antiguo reino de los antecesores de Aragorn. La segunda falla es el tenor del caracter de Theoden, que muchas veces parece actuar caprichosamente al comandar la batalla. Y una tercera, que podríamos concluir después de ver ésta y la siguiente entrega, es que en el fondo las fuerzas del mal son unos torpes incapaces que con decenas de miles de soldados superando al enemigo son impotentes para derrotar al resto siquiera una vez. Como siempre, la capacidad de Jackson para comandar la pantalla permiten ampliamente superar estos defectos mediante una masiva y constante inyección de adrenalina, y un encantamiento de la platea por los personajes.


 Pero mientras que Theoden resulta imperfecto en cuanto a su capacidad de líder, es impecable como metáfora del destino. En sus parlamentos contribuye a crear la épica : desde el adiós a su hijo en el cementerio, hasta llevar a su pueblo al exilio (y a una posible masacre), o sabiendo que la batalla está perdida de antemano, continuando con su trabajo de estimular a sus tropas, define una sensación de que la suerte de una era depende de la suya y de su pueblo. Quizás el problema de El Regreso del Rey sea que hay muchas batallas y todas se visten como cruciales, sin tanto tiempo para construir la expectativa del espectador... al menos no como en Las Dos Torres, donde sólo hay una y todo parece indicar que el mundo depende de ella.
Theoden es un personaje fascinante, mas allá de ciertos defectos. Y hay en sus diálogos poesía pura y sentido trágico, que revisten a la historia de una profundidad y belleza similar a la de ciertas escenas de Shakespeare. Realmente es a través de su historia en que el relato nos hace olvidar de lo ingenuo de sus premisas - ya no es una historia de criaturitas, magos y seres imaginarios -, sino que lo viste con auténtica sensación de peligro y urgencia. Y por otro lado, Aragorn crece en estatura heroica, a su vez que su relación de compañerismo con el resto de la comunidad le provee humanidad a los personajes.

Si este es el turno de los héroes, tampoco debemos olvidar a Merry y Pippin. Ciertamente la escena del bosque con los Ents es algo infantil, pero no carece de valor o de reconocimiento para sus protagonistas. Reitero el punto de que los hobbits no resultan totalmente adecuados como personajes heroicos.

Sin duda es una obra maestra; no sólo por la logística de coreografiar una batalla, sino por hacerla impresionante, emotiva y potable. Muchas batallas de filmes recientes impresionan por efectos y carnicería, pero no saben ubicar al espectador en medio del caos y, especialmente, hacerlo seguir las suertes de los protagonistas - que el director se tomó el trabajo de volverlos carismáticos para el público -. Y, como todo estamento intermedio de una trilogía, termina con una nota oscura - la demencia de Gollum, el llevar a los Hobbits a una trampa - que resulta mucho mejor seteada que, por ejemplo, El Imperio Contraataca, que parece ser un film trunco. Belleza y emoción son los dos mejores términos para definir el film, y que hace que usted - aunque no lo fuera - se convierta en un fan de El Señor de los Anillos. Un monumento cinematográfico que resulta imposible comparar con otro film, y que difícilmente pueda ser superado en su calidad. Su construcción de personajes y climax es casi perfecta.

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