sábado, 23 de noviembre de 2013

Critica: RESIDENT EVIL 4: AFTERLIFE

Yo no odio a Paul W. S. Anderson. Es un tipo prolijo y capaz. Hace películas que recaudan bien, la acción no es mareante y se puede seguir, y uno no sale renegando del cine después de haber visto 90 minutos de sus productos. Quizás sus libretos salen mejor cuando los toma otro director, como fue el caso de la excitante Resident Evil 2: Apocalipsis. Incluso disfruté Alien vs Depredador, aún cuando la mayoría del planeta quería linchar a Anderson por haberse metido de esa manera con dos franquicias más que veneradas.
Pero yo ya desconfiaba cuando Anderson anunció que quería volver a dirigir otra entrega de la saga Resident Evil. No era necesario. ¿Acaso estaba celoso de que las críticas dijeran que los directores de las entregas intermedias, Alexander Witt y Russell Mulcahy, eran más talentosos que él?. El tema es que en Resident Evil 4: Ultratumba Anderson tiene todo el control creativo, dirigiendo y escribiendo, además de que la diosa Milla Jovovich (protagonista de la saga) es su esposa. O sea, un negocio familar redondo. El problema en una situación así es que nadie le puede decir si está haciendo algo malo, o si la está pifiando. Y aunque Resident Evil 4: Ultratumba no es el peor filme de la historia ni el peor de la saga (eso le corresponde al primer Resident Evil made by el mismo Anderson), termina siendo ruidoso y emocionalmente inerte.


 Acá aparece nuevamente la super Alice, decidida a arrasar los últimos cuarteles de la corporación Umbrella, lo que sirve para presentar el villano de esta entrega (el anónimo Shawn Roberts) y desactivar los poderes de la chica. Como si eso fuera a impedir que Jovovich no siguiera haciendo cosas humanamente imposibles!. De allí saltamos a una búsqueda cosmopolita de sobrevivientes, terminando con Ali Larter y los nuevos compañeros de este capítulo, todos sitiados por miles de zombies alrededor de una cárcel en Los Angeles. En realidad parece una versión épica de El Amanecer de los Muertos, sustituyendo al shopping del filme de George A. Romero por una prisión estatal. Ahora el objetivo es llegar al barco que está en el puerto, en el cual deberían estar los últimos sobrevivientes del planeta. Pero el buque no da señales de vida desde hace días... ¿acaso estarán todos muertos?.
El problema con Resident Evil 4: Ultratumba es el mismo Paul W.S. Anderson. El tipo se despacha con dos toneladas de escenas de acción que son demasiado exageradas. Aún en los filmes de Indiana Jones hay un margen de derrota y sacrificio para el héroe, cosa que aquí no existe - a uno nunca le quedan dudas que Milla Jovovich va a poder vencer cualquier cosa que se le ponga enfrente, tenga superpoderes o no -. Excesivas piruetas, excesivas cámaras lentas y, lo que es peor de todo, no hay ni una sola secuencia de acción que haga algo memorable. Oh si, todas son espectaculares (quizás demasiado) pero ninguna es emocionante o perdurable en la retina del espectador.

También es cierto de que el desarrollo de los personajes no acompaña como debe. Son todos cartón pintado, estereotipos que vomitan clisés a cada rato. No se salva siquiera la Jovovich - ídola oficial de esta sección - que se ve más rellena, madura y cansada del personaje. Esta mujer ha perdido la chispa de locura que tenía en sus ojos. Tampoco la reincorporada Ali Larter logra aportar algo interesante al filme, ya que parece en piloto automático, y el recién llegado Wentworth Miller aburre directamente con su expresión facial monotemática. Quizás el problema pase porque estas heroínas (y héroes) de acción carecen de remates o latiguillos (one-liners) propios de los heroes serie B. Simplemente despachan zombies y siguen con otros asuntos.

Residentl Evil 4: Ultratumba es ruidosa y chata. Hay demasiadas exageraciones, demasiadas casualidades, cero desarrollo de personajes y cero clima de algo (de terror,de acción, de lo que sea). Las situaciones que engancha no son creíbles (bah, no precisan serlo, pero cuando el director falla en intentar venderte su idea, uno empieza a notarle todos los defectos). Para colmo se suma el hecho de que ésta es otra entrega con final abierto. ¿Era necesario el cliffhanger para enganchar a la gente hasta la próxima secuela, de aquí a dos años?. Lo que precisa la saga es que Anderson regrese a su rol de libretista y productor, y deje que otro director con más talento pula sus ideas... o quizás sea el momento de un recambio creativo radical. Nadie va a detener la inevitable Resident Evil 5, ya que este capítulo de la saga está recaudando bien. Pero podrían hacer algo un poquito mejor, y ponerle a la hamburguesa otro condimento aparte de la sal. Por lo menos la misma comida chatarra sabría un poco diferente.

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