martes, 26 de noviembre de 2013

Critica de Robocop 2

Desafortunadas secuelas continuarían el mito del inquebrantable defensor de la ley y el orden RoboCop, surgiendo en 1990 RoboCop 2 (RoboCop 2), dirigida por un autor de relumbrón, Irvin Kershner (firmante de la soberbia El Imperio contraataca), y manteniendo a Peter Weller y Nancy Allen en sus papeles principales.

El fin de esta obligada continuación, en función del imprevisible éxito crítico y de público del film de Verhoeven, fue incrementar la violencia explícita, el humor negro (y absurdo) y la sátira cínica del mundo moderno, erigiendo a los problemas relacionados con la drogadicción y su tráfico ilegal como supuesto objeto de denuncia. Sin embargo, el intento es fallido, puesto que cae en demasía en un tono grotesco y burdo que la alejan mucho del ajustado talento mostrado en el muy superior precedente.

Bien es cierto que en el guión se encontraba el genial dibujante y guionista Frank Miller (Batman: Año Uno, Batman: Dark Knight Returns, Sin City), lo que supuso aplicar a la propuesta una estética de cómic hiperviolento y oscuro ciertamente interesante, pero todo hace indicar que sus ideas no fueron excesivamente consideradas tras ver el resultado final. A pesar de momentos estimables, en algunos fragmentos el film roza peligrosamente el vulgar ridículo, como en la lucha entre los dos RoboCops, semejando un duelo entre juguetes bélico-fantásticos, o la propia caracterización del robot enemigo, híbrido entre El cortador de césped (por el rostro virtual de la máquina) y el propio Robocop. El producto es una pura serie B desvergonzada pero, al mismo tiempo, chirriante y torpe.

También, algunos apuntes de guión, como el intento de suicidio del héroe, su acoso a la esposa o su cómico descuartizamiento por parte de la banda de delincuentes (repetición "chorra" del brutal linchamiento de Murphy en el original) son detalles a retener, aunque excesivamente anecdóticos como para valorar al conjunto como estimable.

El resultado definitivo es un film heterogéneo exageradamente desquiciado y fuera de sí, que alcanza prácticamente la etiqueta de comedia negra basándonos en su alto contenido cómico desternillante y 100 % delirante (véase, como ejemplo significativo, los fallos de los prototipos de los nuevos Robocop 2 o el hilarante personaje del alcalde de Detroit).

Por último, es revelador el hecho de no encontrarnos títulos de crédito al inicio (ni siquiera el propio título), sino al final, como si los responsables del producto se "escondiesen avergonzados" por la realización de esta previsible secuela, de una calidad años-luz inferior al sensacional antecedente.

Anécdotas

* En 1991 la Academy of Science Fiction, Fantasy and Horror Films la nominó en las categorías de película de ciencia ficción, interpretación de actor joven (Gabriel Damon) y efectos especiales. * El director había de ser Tim Hunter, pero se largó en la pre-producción por “diferencias creativas”. También fue ofrecida a Nils Gaup, pero la rechazó. * Se ofreció participar en el guión al también magistral guionista de comics Alan Moore, pero lo rechazó.

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