Indiana Jones y el Templo de la Perdición es la
segunda película de la saga iniciada en Los Cazadores del Arca Perdida. Aunque
la historia es una suerte de precuela (ubicada años antes de las andanzas de
Indy tras el Arca de la Alianza), temáticamente no guarda ningún nexo con el
film original, salvo el presentar al mismo protagonista central.
Bastante se ha criticado a Indiana Jones y el Templo
de la Perdición por comparación con el film previo. Ciertamente Los Cazadores
del Arca Perdida es un film más sólido en ideas y mejor construido
narrativamente, donde el personaje se encontraba al servicio de la historia. La
idea de Lucas y Spielberg era relatar una historia de aventuras a la antigua,
realzada con la inventiva y los efectos especiales de hoy, además de contar con
todo el misticismo que suponía la empresa de averiguar, encontrar y rescatar el
Arca de la Alianza. Comparado con ello, esta secuela es más liviana y fue
tildada de mediocre por la crítica (mas allá de la impresionante respuesta del
público), de ser una simple montaña rusa al servicio de los efectos especiales.
Es injusto desmerecer a Indiana Jones y el Templo de la Perdición; simplemente
el tono de la aventura es diferente, y ahora es la historia la que se encuentra
al servicio del personaje.
Si Los Cazadores ... homenajeaba el tono del viejo
cine de aventuras (como algunos filmes de Stewart Granger - Harry Black y el
Tigre, Las Minas del Rey Salomon), el Templo de la Perdición homenajea a las
versiones baratas de los mismos: a los seriales. Era común que en los seriales
como los de la Republic, el héroe quedara en situaciones de peligro extremo y
escape imposible, pendientes a resolver en la emisión siguiente (proyectada en
la próxima semana). Esto es lo que en inglés se le conoce como cliffhangers (el
héroe queda "colgado" de una situación); y el Templo de la Perdición
es una serie desenfrenada de cliffhangers.
Pero además de eso, el film adopta cierta estética
comic y busca explotar (y erigir) la figura de Indiana Jones como mito
cinematográfico. Hay numerosas escenas en que el personaje se encuentra en
pose, que están construidas como la viñeta de una historieta. Sin ir más lejos,
cuando Shorty Round sube a la montaña a contarle novedades (no demasiado
trascendentes) a Indy, éste se para sobre un cielo nocturno impecable con
estrellas fugaces de fondo; cuando decide descansar en el viaje en el avión
rentado de Lao Che, inclinando su sombrero; cuando ingresa en el cabaret de Lao
Che, donde sólo vemos su mano en la baranda; o, también, cuando Willy se cae en
el riachuelo y Jones se acerca en el lomo del elefante. Cada fotograma es una
estampa heroica. Uno puede decir que Spielberg le ha tomado admiración y cariño
a Indiana Jones, y ha construido un film para los fans. Lo ha impregnado de
manerismos heroicos, de poses duras, lo explota como héroe. Incluso esta
concepción de comic se refleja en adosarle a Shorty Round, el chico que lo
acompaña en sus aventuras (un sidekick, al estilo Robin de la historieta
Batman, o el niño que sigue a Dick Tracy en la historieta del mismo nombre). En
general uno ha visto decenas de films que han intentado vender la estampa
carismática del héroe, y después que entra en acción esa imagen se desmorona
miserablemente (posiblemente por falta de talento en la dirección). Los
imitadores de Indy (como la versión moderna de Las Minas del Rey Salomón con
Richard Chamberlain) o Capitán Sky y el Mundo del Mañana, por citar algunos
ejemplos, han intentado sin éxito que compremos un héroe que después resulta
anodino, sin carisma o poco heroico. Y hablo de las frases, las posturas, la fotografía
que se usa en cada escena en donde está el personaje. Un ejemplo que se me
ocurre ahora de personaje que el director se esfuerza por presentar en poses
fashion, con frases filosas y una estética cuidada - y que termina por cumplir
la admiración que prometen que obtendrán de la platea - es el Terminator de
James Cameron. O Neo en Matrix.
Pero si bien
Indiana Jones y el Templo de la Perdición están concebidos para el culto, no
todo en el film funciona. Las escenas de acción son magistrales (en especial,
la secuencia en la mina), pero los diálogos no son de lo mejor - este es un
momento interesante para pensar si las mejores películas de George Lucas no son
las escritas por Lawrence Kasdan; su ausencia en el libreto se nota -. El
blablablá entrecortado de Shorty Round no es comprensible, no agrega demasiado
y hasta a veces es molesto. Si el personaje hablara normalmente o dijera algo
interesante sería mejor. Y el papel de Willy Scott es realmente terrible. Está
concebido como el prototipo de la rubia idiota, ajena a los peligros que la
rodean y preocupada por las uñas o la estética (en oposición a la machona
Marion del primer film). Algunos de sus parlamentos son lamentables, pero
termina por resultar digerible gracias al ángel que posee Kate Capshaw - en
manos de otra actriz, posiblemente hubiera resultado abominable y odiado por el
público-. Harrison Ford explota todo su carisma como Indy, y se nota que el
elenco la pasa en grande con la historia.
Es más pasatista y menos profunda que Los Cazadores
del Arca Perdida. Sin embargo, es un entretenimiento sólido, con Spielberg al
máximo de su creatividad. El equipo regresaría en una última entrega (hasta el
momento) en Indiana Jones y La Ultima Cruzada, un film mucho menos inspirado, y
con un reciclado de ideas de Los Cazadores ..., que empezaría a demostrar que
Steven Spielberg no sirve para filmar secuelas.
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