domingo, 24 de noviembre de 2013

Critica: INDIANA JONES AND THE TEMPLE OF DOOM

Indiana Jones y el Templo de la Perdición es la segunda película de la saga iniciada en Los Cazadores del Arca Perdida. Aunque la historia es una suerte de precuela (ubicada años antes de las andanzas de Indy tras el Arca de la Alianza), temáticamente no guarda ningún nexo con el film original, salvo el presentar al mismo protagonista central.
Bastante se ha criticado a Indiana Jones y el Templo de la Perdición por comparación con el film previo. Ciertamente Los Cazadores del Arca Perdida es un film más sólido en ideas y mejor construido narrativamente, donde el personaje se encontraba al servicio de la historia. La idea de Lucas y Spielberg era relatar una historia de aventuras a la antigua, realzada con la inventiva y los efectos especiales de hoy, además de contar con todo el misticismo que suponía la empresa de averiguar, encontrar y rescatar el Arca de la Alianza. Comparado con ello, esta secuela es más liviana y fue tildada de mediocre por la crítica (mas allá de la impresionante respuesta del público), de ser una simple montaña rusa al servicio de los efectos especiales. Es injusto desmerecer a Indiana Jones y el Templo de la Perdición; simplemente el tono de la aventura es diferente, y ahora es la historia la que se encuentra al servicio del personaje.

Si Los Cazadores ... homenajeaba el tono del viejo cine de aventuras (como algunos filmes de Stewart Granger - Harry Black y el Tigre, Las Minas del Rey Salomon), el Templo de la Perdición homenajea a las versiones baratas de los mismos: a los seriales. Era común que en los seriales como los de la Republic, el héroe quedara en situaciones de peligro extremo y escape imposible, pendientes a resolver en la emisión siguiente (proyectada en la próxima semana). Esto es lo que en inglés se le conoce como cliffhangers (el héroe queda "colgado" de una situación); y el Templo de la Perdición es una serie desenfrenada de cliffhangers.

Pero además de eso, el film adopta cierta estética comic y busca explotar (y erigir) la figura de Indiana Jones como mito cinematográfico. Hay numerosas escenas en que el personaje se encuentra en pose, que están construidas como la viñeta de una historieta. Sin ir más lejos, cuando Shorty Round sube a la montaña a contarle novedades (no demasiado trascendentes) a Indy, éste se para sobre un cielo nocturno impecable con estrellas fugaces de fondo; cuando decide descansar en el viaje en el avión rentado de Lao Che, inclinando su sombrero; cuando ingresa en el cabaret de Lao Che, donde sólo vemos su mano en la baranda; o, también, cuando Willy se cae en el riachuelo y Jones se acerca en el lomo del elefante. Cada fotograma es una estampa heroica. Uno puede decir que Spielberg le ha tomado admiración y cariño a Indiana Jones, y ha construido un film para los fans. Lo ha impregnado de manerismos heroicos, de poses duras, lo explota como héroe. Incluso esta concepción de comic se refleja en adosarle a Shorty Round, el chico que lo acompaña en sus aventuras (un sidekick, al estilo Robin de la historieta Batman, o el niño que sigue a Dick Tracy en la historieta del mismo nombre). En general uno ha visto decenas de films que han intentado vender la estampa carismática del héroe, y después que entra en acción esa imagen se desmorona miserablemente (posiblemente por falta de talento en la dirección). Los imitadores de Indy (como la versión moderna de Las Minas del Rey Salomón con Richard Chamberlain) o Capitán Sky y el Mundo del Mañana, por citar algunos ejemplos, han intentado sin éxito que compremos un héroe que después resulta anodino, sin carisma o poco heroico. Y hablo de las frases, las posturas, la fotografía que se usa en cada escena en donde está el personaje. Un ejemplo que se me ocurre ahora de personaje que el director se esfuerza por presentar en poses fashion, con frases filosas y una estética cuidada - y que termina por cumplir la admiración que prometen que obtendrán de la platea - es el Terminator de James Cameron. O Neo en Matrix.


 Pero si bien Indiana Jones y el Templo de la Perdición están concebidos para el culto, no todo en el film funciona. Las escenas de acción son magistrales (en especial, la secuencia en la mina), pero los diálogos no son de lo mejor - este es un momento interesante para pensar si las mejores películas de George Lucas no son las escritas por Lawrence Kasdan; su ausencia en el libreto se nota -. El blablablá entrecortado de Shorty Round no es comprensible, no agrega demasiado y hasta a veces es molesto. Si el personaje hablara normalmente o dijera algo interesante sería mejor. Y el papel de Willy Scott es realmente terrible. Está concebido como el prototipo de la rubia idiota, ajena a los peligros que la rodean y preocupada por las uñas o la estética (en oposición a la machona Marion del primer film). Algunos de sus parlamentos son lamentables, pero termina por resultar digerible gracias al ángel que posee Kate Capshaw - en manos de otra actriz, posiblemente hubiera resultado abominable y odiado por el público-. Harrison Ford explota todo su carisma como Indy, y se nota que el elenco la pasa en grande con la historia.

Es más pasatista y menos profunda que Los Cazadores del Arca Perdida. Sin embargo, es un entretenimiento sólido, con Spielberg al máximo de su creatividad. El equipo regresaría en una última entrega (hasta el momento) en Indiana Jones y La Ultima Cruzada, un film mucho menos inspirado, y con un reciclado de ideas de Los Cazadores ..., que empezaría a demostrar que Steven Spielberg no sirve para filmar secuelas.

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