Ahora, la compañía se atrevía a dar un salto en solitario (aunque con la distribución de Paramount) que podía ser bastante arriesgado, sin embargo, con un guión efectivo y varias características más, decidieron llevar a la gran pantalla al Cabeza de Lata. El éxito fue rotundo y se habría un camino para la Franquicia Vengadora.
Un filme que podría haber hundido a la “recién nacida” Marvel Studios debía sustentarse en un buen producto si querían jugar a ganar. Por ello, contaron con un excelente reparto lleno de estrellas y caras conocidas: Gwyneth Paltrow (nominada al Oscar por “Shakespeare in love”) como Pepper Pots, Terrence Howard (quien no repetiría en la secuela debido a problemas con su sueldo) en el papel de James Rhodes, Jeff Bridges (ganador este año de un Oscar por “Corazón salvaje”) interpretando al astuto Obadiah Stane o secundarios como el guardaespaldas “Happy” Hogan (interpretado por el propio director del film, Jon Favreau, quizás demasiado en un segundo plano)
Pero, ante todo, el protagonista. Gran parte del éxito del film descansa a las espaldas de un actor que consiguió darle el suficiente carisma a un personaje que, por sus características (americano rico, vendedor de armas…) podía resultar odioso. Ese actor no era otro que Robert Downey Jr., capaz de encarnar a Tony Stark (a caso ¿no se parecen en algunas cosas?) tomándose en serio la propia película y demostrando, como hiciese Stan Lee al crear al personaje, que un pijo, rico, sin escrúpulos, cínico, mujeriego y borracho podía ser un gran superhéroe.
No miento (creo) al señalar al actor estadounidense como el mayor logro de la película junto a la química entre los actores que consigue un “compadreo” que muchos otros filmes hubiera deseado.
No obstante, otras películas de Marvel habían contado con grandes actores, necesitaban algo más que hiciese que los fans apreciasen la película y, si algo preocupa a los fans, es el tema de la fidelidad. Afortunadamente, es otro de los aciertos del film.
La película se mueve a través de los largos años que lleva el personaje de Iron Man en el Universo Marvel. Pese a cambios como la no aparición de la armadura dorada (aunque tiene un pequeño guiño), la "recreación" del personaje de Raza (nada que ver con los cómics), la muerte de Obadiah Stane o que Stark fuese secuestrado en Afganistán en vez de Vietnam (actualizando su origen), la película es fiel al espíritu del personaje sirviendo para renovar la “deteriorada” imagen de Iron Man en los cómics debido a la Civil War. Así, los personajes parecen arrancados de las mejores páginas de los cómics, aunque se tomen ciertas licencias en mayor o menor medida. Lo mejor del film es que captura la esencia, alejándose de otros fiascos cinematográficos que, supuestamente, adaptaban un cómic.
No obstante, si la película hubiera contado con un realizador que menospreciase el mundo del cómic y con un ego que eclipsase la cinta, el filme habría sido un fiasco. Sin embargo, Marvel Studios puso detrás de las cámaras a un artesano que pude llevar a cabo la película, un director que cumple.
Jon Favreau, un actor de teleseries como “Friends” y películas como “Daredevil” (donde interpretaba a Foggy Nelson) y director de “Zathura”, se ponía tras las cámaras de “Iron Man”. Nadie podía esperar que cumpliese bien su cometido, gracias en parte a que no se tomó la película como un encargo más, sino que el cariño del personaje le hizo indagar en su mitología y pedir ayuda de varios guionistas como Michael Brian Bendis o el dibujante de Marvel: Adi Granov. Este compromiso de hacer una película que agradase tanto a fans como al público general contribuyó al éxito de la cinta, basado en tomarse en serio el mundo del cómic.
Pero para llevar a la gran pantalla el mundo de “Iron Man”, sí o sí, hacían falta unos buenos efectos especiales que aún hoy siguen siéndolo (muchas películas quedan obsoletas en un par de año en cuanto al nivel técnico).
Llama la atención el no notar ninguna cantada o fallo considerable a la hora de trasladar el mundo de Iron Man a la gran pantalla: los vuelos, las explosiones, las peleas… La compañía “Industria Light and Magic” del padre de “Star Wars”: George Lucas, cumplió con su trabajo, ofreciéndonos unos grandes efectos especiales.
Todo ello aderezado por una banda sonora original compuesta por Ramin Djawadi, quien cumple con su parte de la función, y se llena de grandes contrastes gracias a varios acordes heavies gracias a canciones como “Iron Man” de “Black Sabbath”, que llega a considerarse el leitmotiv del filme y que ya se usase en los tráilers.
No obstante, la película no lo sería si no hubiese contado con algo de guión. Un libreto lleno de grandes guiños para los lectores: la aparición de SHIELD (o ESCUDO), los indicios de los futuros problemas de Tony Stark con el alcohol, el escudo del Capitán América (aunque parece que no entra en continuidad con el resto de los filmes de la Franquicia), la aparición fugaz del dragón Fin-Fang Foom, el guiño a Máquina de Guerra, la organización de los Diez Anillos (y el anillo que pasa del malvado Raza a Obadiah Stane y que parece tener en la secuela Justin Hammer), la aparición mecanizada del mayordomo Jarvis (para alejarlo del Alfred de Bruce Wayne y contando con la voz del actor Paul Bettany)… Además de la aparición de cierto personaje detrás de los créditos.
Esa escena no es otra que la aparición de Samuel L. Jackson encarnado a su alter ego (al menos en el aspecto) en “The Ultimates” (de Mark Millar y Bryan Hitch) Nick Furia, director de SHIELD, quien le da la bienvenida a Tony Stark a la Iniciativa Vengador, una muestra de que el Universo Marvel había llegado para quedarse. Una grandísima e inolvidable escena para los fans de Marvel.
Lo peor del filme quizás sea un guión que, pese a los guiños y los toques de humor o grandes momentos, se hace, en algunos momentos, demasiado simple, aunque cuente con las aportaciones de los actores (Jeff Bridges reconoció que gran parte fue improvisado y de ahí se explica los rápidos diálogos entre algunos personajes que vemos en la película). Quizás, la inclusión de la escena de la muerte de Obadiah Stane en la que Tony Stark está a punto de morir con él y mantiene un último diálogo, hubiese aportado algún nuevo matiz. No obstante, la conclusión del filme con un sonoro: “Yo soy Iron Man”, hace de la película, un filme entretenido, un buen producto para el público en general y para los fans en particular.
No obstante, volviendo a lo positivo, hacer esta crítica sin mencionar el cameo de Stan Lee, no sería crítica (o no al menos el tipo de crítica que me gustaría leer). El creador de Iron Man hace uno de los cameos a los que nos tiene acostumbrados interpretando a un personaje caracterizado de una manera (con bata, pipa y dos chicas guapas a su lado) que hace que Tony Stark lo confunda con Hugh Hefner (propietario de la revista “Playboy”). Un guiño bastante simpático
En conclusión: 8, película entretenida, humilde, que demostró que con cariño y empeño Marvel Studios podía llevar a cabo los sueños de cientos de fans sin escupirles a la cara con un bodrio cinematográfico, sosteniéndose en un guión simple, pero efectivo, llevado a la vida por grandes actores como, sin ir muy lejos, el carismático Robert Downey Jr. Gracias a ella, la Franquicia Vengadora empezó a ser un hecho que continuó con “El Increíble Hulk” y este viernes con “Iron Man 2”… Gracias a ello, este blog existe. Gracias, Cabeza de Lata.
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