viernes, 22 de noviembre de 2013

Critica de Blade Trinity

Esta es la tercera y final entrega de las películas basadas en el personaje de Marvel. Al igual que XMen, se tratan de esas trilogías que salen de la nada, y que cuando uno se sienta a ver Blade III se entera de que es el capítulo final. No hay conexión argumental entre los tres filmes (cada uno funciona como un episodio unitario), y la saga podría haber continuado perfectamente ya que el personaje aún mantenía la frescura. Pero, vaya uno a saber por qué extraña decisión creativa, decidieron liquidar la saga cinematográfica para transformarla en una serie de TV. Esto parece ser la última moda en Hollywood para explotar las franquicias hasta el hartazgo (¿adivinen quién inventó esta moda?; sí, George Lucas, que prepara una serie televisiva basada en la trilogía de precuelas de Star Wars).
Dentro del Olimpo de personajes de la Marvel, Blade no es precisamente uno de los más relevantes. En más de un sentido es la respuesta en clave de super héroe negro a la moda blaxpoitation iniciada por Shaft (1971) (y casualmente Blade surge en 1972), y estuvo participando en la tira La Tumba de Drácula de 1972 a 1980 hasta obtener su propia historieta. Donde reside el gran mérito de Blade es como cabecera de playa de la nueva oleada de adaptaciones cinematográficas de superhéroes. Toda la moda se había hundido con el horrendo fracaso de Batman & Robin en 1997, y la DC Comics se había retirado del mercado. Pero en 1998 la Marvel tentaría suerte con este personaje menor de su catálogo. Blade resultó ser un éxito razonable e impensado, y pronto la Marvel desembarcaría con XMen, Spiderman, Hulk, y la mayoría de munición gruesa de su repertorio. Y en el 2002 llegaría la secuela Blade II, que resultó ser una formidable entrega en la saga gracias al talento de Guillermo del Toro tras las cámaras.

El tema es que para el tercer filme el habitual guionista de la saga (y pope máximo de las adaptaciones cinematográficas de superhéroes), David S. Goyer, pidió la silla del director. Goyer ha estado en toda la trilogía del cazador de vampiros, pero también ha escrito hits como Superman Regresa o Batman Inicia entre otros títulos. Posiblemente la escasa experiencia como director de Goyer (sólo cuenta con un título menor y desconocido del 2002) haya destilado algún tufillo de fracaso que el estudio intentó enmendar poniendo en producción la serie de TV después del estreno de Blade: Trinity.

Pero lo cierto es que Blade: Trinity no es ni por asomo el desastre que uno puede suponer de un director novato. Es un film más que sólido y muy kinético, a pesar que no llega a las alturas de Blade II es sin dudas superior a la primera entrega (y a mucha otra basura que flota por allí, como Daredevil o Los 4 Fantásticos). Es una cinta dirigida con nervio y respeto por el personaje, que algunas ocasionales fallas no desmerecen la mayoría de la obra.


 Los problemas de Blade: Trinity son menores. Comenzando por Dracula, que ridículamente es llamado Drake en la cinta, y que no se le da argumentalmente todo el espacio o la presencia que debería tener. El otro tema es que se trata de un personaje anacrónico: si por decisión propia ha elegido desaparecer de la faz de la Tierra hace siglos, no se comprende cómo habla inglés fluídamente, viste moderno, y conoce de la existencia de la obra de Bram Stoker. El film intenta emparchar algunos de estos anacronismos situando a la ciudad donde se desarrolla la acción como una especie de metrópolis futurista y utópica, en donde los habitantes hablan esperanto (un idioma artificialmente construído con el propósito utópico de ser la lengua universal; eso explica los carteles en dicho idioma que se ven en el filme, la secuencia en que Whistler habla con el hombre del kiosco, o la inclusión de escenas de Incubus (1965) - con William Shatner - en la TV que ve Hannibal King en su lecho de recuperación, y que es una cinta hecha íntegramente en esperanto). Por ello uno supone que Drake puede comunicarse sin problemas con los vampiros o el resto de la gente. Pero estas señales pasan inadvertidas a la mayoría de la platea.
La trama está muy bien escrita, a pesar de ello. Donde se presentan otras fallas es en la definición de otros personajes, lo que termina de dar la impresión que Goyer director es indulgente con el Goyer guionista. El caso más notable es Hannibal King, que es un caracter totalmente banal y detestable. Como comic relief fracasa, y solo en la última mitad de su tiempo en pantalla resulta ser efectivo. Es posible que la escritura del papel haya empezado con algunas dudas de Goyer que terminaron por traslucirse, y buena parte puede ser el mismo Ryan Reynolds que le cuesta entrar en calor hasta dar con el tono que precisa King.

Pero el resto es parejo y muy entretenido. Algunas ideas del film son asombrosas, como la granja de sangre de los vampiros o la posibilidad de exterminarlos con un arma viral. Wesley Snipes regresa al papel y sin dudas es perfecto para el mismo. Snipes es un actor que se puso de moda a partir del mega éxito Pasajero 57 (un clon de Duro de Matar situado en un avión) pero su carrera ha ido en declive en los últimos años con obras directas a video. En más de un sentido Blade era la franquicia que lo mantenía a flote, y debe ser uno de los primeros en lamentar su conclusión. Aquí Snipes repite toda sus poses fashion (hay bastante estética robada de Matrix), sus frases duras y sus miradas intrigantes - que para un no fan del personaje puede parecer ridículo -, pero es el intérprete ideal. Sin Snipes sencillamente no existiría Blade.

Pero sin dudas la perla del filme es Parker Possey. A pesar de su figura anoréxica, su rostro y presencia en pantalla compensa sobradamente su falta de físico. Como Danica Talos es simplemente una ladrona de escenas, un personaje que destila veneno y resulta sumamente divertido. El guión no se da tiempo a desarrollar la sub trama donde Hannibal King y Danica serían ex amantes, pero el resto del tiempo funciona perfectamente. En cada escena en que está Possey simplemente desaparecen el resto de los personajes.

Es un muy buen filme, y como conclusión de una trilogía es más que meritorio, aunque argumentalmente es algo abrupto (en los dos minutos finales recién se dice "hasta aquí llegamos"). Lo único triste es que se podaran las posibilidades de nuevas aventuras cinematográficas del personaje, ya que esta última entrega hace pedir más.

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